No es muy común ver la idea de un Metroidvania mezclado con elementos Roguelike; en parte porque es una propuesta muy difícil de diseñar con acierto. Por cada Dead Cells también hay un Chasm; es decir, juegos que, si bien no son malos, no llegan al nivel de calidad esperado. ¿En qué lado del espectro cae Eagle Island, entonces?
La producción de Pixelnicks, distribuido por Screenwave Media (mejor conocidos por publicar los juegos del Angry Videogame Nerd), nos ofrece una propuesta interesante y bastante original a su manera. Esta es la historia de Quill, un joven que sufre un accidente marítimo y termina en las cosas de la epónima Isla de las Águilas en compañía de sus dos búhos, Koji e Ichiro. Cuando la temible águila gigante, Armaura, rapta a Ichiro, Quill emprenderá la aventura de su vida para rescatarlo.
Para ello contará con la asistencia de su mascota restante, el búho Koji, que utilizaremos como arma, lanzándolo en dirección de los enemigos. Este es el elemento más original del sistema de control, manteniendo a Quill “congelado” (¡incluso en el aire!) mientras mantenemos el botón de ataque presionado, eligiendo la dirección para luego soltar el botón y ver a Koji volar en la ruta elegida. Acertarle a un enemigo regresa al búho a nuestra mano, permitiéndonos “disparar” de nuevo para generar combos. Pero si fallamos el ataque habrá un par de segundos de pausa hasta el próximo; y en situaciones de pánico esos segundos se sentirán mucho más largos de lo que esperábamos.
El resto de los controles son muy agradables. Quill se mueve a una muy decente velocidad, pero su mayor gracia es la de poder colgarse de los bordes de las plataformas. A medida que avanzamos en la aventura obtendremos un par de habilidades adicionales: saltos dobles y la posibilidad de sumergirnos en las porciones de agua que inundan algunos sectores del mapa. Movernos de aquí para allá se siente muy bien; no sólo por los controles ajustados sino por la belleza de los escenarios que recorreremos.
Eagle Island se luce con un apartado pixelart hermoso, vibrante, de colores que saltan de la pantalla y nos apuñalan las retinas; sin abandonar una simplicidad de diseño que separa las capas de cada escenario, destacando con qué partes podemos interactuar y con cuales otras no. Cada área del mapa se distingue entre las demás, dándole a cada sector un sabor especial, único.
El juego principal se divide en dos bloques: por un lado, el mapa general de la isla, que se mantiene siempre estático y se va revelando a medida que ganamos nuevos poderes y accedemos a nuevas zonas gracias a ellos. Este es el esquema Metroidvania de la aventura. Por otro lado, a lo largo y ancho de la isla encontraremos entradas a las Mazmorras, donde tiene lugar el elemento Roguelike, ya que estos niveles son generados de forma procedural.
Dicha generación procedural funciona considerablemente bien, entregándonos nuevos mapas cada vez que morimos. Si bien esto es muy interesante desde la perspectiva de la rejugabilidad (y Eagle Island gana muchos puntos en ese apartado), el hecho de tener que recorrer todo el mapa desde el principio tras morir puede perder la gracia muy rápidamente. Las estatuas que hallamos en el camino sólo sirven para transportarnos con presteza de un punto a otro del nivel; pero, al morir, el mapa se reinicia y todo nuestro avance se descarta. Esto es entendible dentro del concepto Roguelike… excepto cuando no lo es.
Ocurre que Eagle Island nos ofrece varios niveles de dificultad y también diversos modos de juego, entre los cuales se incluye una semilla oficial para lo que sería el juego canon, en cuyo caso los niveles están fijos, vida tras vida… pero igual hay que empezar desde el principio cada vez que morimos, lo cual pierde todo sentido cuando estamos hablando del mismo exacto nivel en una experiencia supuestamente Roguelike. No es tan molesto durante las primeras instancias, pero a medida que el tamaño y la dificultad de los niveles aumentan, la frustración también lo hace.
Esto no impide disfrutar de todo lo que Eagle Island sí hace bien, que no es poco; pero sí empaña un poquito la experiencia final, volviéndola más casual a causa de estas instancias aisladas del mapa principal; quizá apuntando más a la portabilidad de Nintendo Switch que al juego en PC. El resultado es un título no tan Metroidvania y un poco más Roguelike; con suficientes elementos de ambos géneros para justificarse, pero sin un verdadero núcleo que consiga fusionar a ambos sin que se noten los bordes.
A lo largo de cada nivel podremos recolectar semillas y monedas que se acumulan hasta perderlas por muerte. En vida las canjearemos para abrir cofres especiales y adquirir productos de la Tienda Tucán en cada estatua, respectivamente. Tanto en los cofres como en la Tienda adquiriremos poderes pasivos especiales que alteran ligeramente el juego, a veces otorgándonos salud extra, o permitiendo a Quill saltar desde las paredes. Sólo podemos tener un máximo de cuatro poderes activos, y cada uno tiene un tiempo limitado de uso.
Cada escenario es resguardado por un jefe final; enfrentamientos muy interesantes pero no muy balanceados en dificultad, ya que la posibilidad de entrar a los mismos teniendo ciertos poderes equipados puede alterar considerablemente el desafío. Tras derrotar a estos guardianes obtendremos mejoras permanentes para nuestros héroes; desde Plumas Elementales para darle a Koji poderes de fuego, hielo y electricidad, hasta otras mejoras generales para nuestro protagonista. Cada victoria se siente particularmente especial, más aún cuando sabemos que haber perdido en cualquier momento de la Mazmorra implicaba tener que volver a probar desde el principio.
Haciendo un recuento general, Eagle Island es una experiencia muy agradable con un sistema de control preciso y un modo de ataque original; sumado a un apartado audiovisual bellísimo. Desde esa perspectiva, disfrutar de esta aventura de a poquito no es una mala idea; en especial cuando el propio juego nos incita a volver a jugar, quizá ahora en otras dificultades o en otras modalidades.
No será un juego que cause una revolución, pero la simpática historia de Quill, Koji e Ichiro sí nos va a entretener de principio a fin; y eso es más que suficiente para un juego de este calibre.
EAGLE ISLAND
Jugué Eagle Island del principio hasta el final en su versión de PC. Fue adquirido de forma personal.