Le metemos un parate a la acción y Scar Tissue se presenta como un capítulo necesario para darle profundidad a la trama. Hasta acá tuvimos buenas escenas violentas al estilo The Punisher, pero es cierto que si agregan sustancia al asunto, tarde o temprano, la serie iba a volverse hueca. El foco está puesto en dos personajes: Rachel/Amy y Billy Russo. De ella aprendemos que tiene un pasado muy similar al de nuestro Castigador; del segundo vemos cómo la serie lo lleva para el concepto de Jigsaw, el icónico villano de los comics, aunque de una forma que no esperábamos.
Frank y Rachel se quedan en el departamento de Madani en Nueva York. Mientras ella tiene secuencias de pesadilla durante su primera noche allí, nuestro héroe rudo decide pegarle una visita a su amigo Curtis (Jason R. Moore) para hablar de Billy. Lo que le cuentan es muy distinto a lo que había mencionado Madani: para Curtis, Billy no está fingiendo una pérdida de memoria, sino que su psiquis realmente está hecha añicos.
Las series de Marvel / Netflix se aseguran de despegarse bastante de los comics. Veamos que solo Daredevil y Punisher usan sus trajes de justicieros, y esto último solo lo hace a veces. Por eso no es de extrañar que Billy Russo no termine con la cara deformada, como dividida en piezas de rompecabezas como pasa en los comics. En su lugar, en la temporada ya hicieron varias referencias a que es su psiquis y no su rostro el que está dividido como un rompecabezas.
El cambio psicológico en el villano va con el tono poco fantasioso de la serie. Sin embargo, lo que no termina de cerrarnos es el foco que hace el guion en el rostro de Billy. El pobre se vive quejando de sus cicatrices y, la verdad, que a juzgar por la paliza que le metieron, el rostro le quedó bastante bien. El trauma físico del personaje se siente suavizado. Es difícil creerse el sufrimiento de Billy Russo al verse el rostro si sigue siendo carilindo. Esperemos que en próximos episodios ahonden más en el trauma psicológico.
Por otro lado, Rachel termina contándole a Frank que su verdadero nombre es Amy. En algunos flashbacks nos enteramos que cuando ella trabajaba para Fiona –de quien no sabemos nada todavía–, fue testigo de la muerte de todos sus compañeros, todos chicos jóvenes como ella. La química entre esta chica y Frank sigue siendo divertida. En este capítulo terminamos queriéndola más, sobre todo porque cuando descubre que nuestro protagonista es Punisher, parece querer apegársele más todavía.
En esta segunda temporada, The Punisher consigue un dúo dinámico inusual. El pegamento entre Amy y Frank es que ambos quieren averiguar más del otro y sus roces están aderezados con mucho humor. Esto de que al héroe cansado, que quiere dejar su vida de justiciero, le pongan una niña en el camino con un trauma simular ya lo vimos (o sea, ¡Logan!), pero está bueno que la relación entre ellos no sea tan paternal y que Amy, de vez en cuando, lo ponga en su lugar cuando Frank es demasiado anticuado.