La quinta temporada de “The Flash” viene con varios altibajos y no logra encontrar el ritmo adecuado para que nos enganchemos del todo con el arco que propone esta entrega. Episodios como “King Shark vs. Gorilla Grodd” son muy bien venidos para cortar la monotonía pero, al fin y al cabo, tenemos que volver al meollo del asunto y resolver el problemita de Cicada. Con la cura metahumana en mano, y testeada en Shay Lamden, Barry decide cambiar el enfoque con Orlin Dwyer, y ofrecerle este antídoto de forma voluntaria.
Los días corren y Nora empieza a preocuparse porque en el año 2049 Thawne le advierte que la línea temporal está mutando y trae algo “grande” consigo. ¿Un nuevo enemigo? El Team Flash no sólo tiene que encontrar a Dwyer que anda por debajo del radar, sino que Allen debe encontrar las palabras justas para convencerlo, algo que no surte efecto en su primer encontronazo. Gracias a Acid Master, un metahumano random más destructor que un xenomorfo, la pequeña Allen-West puede deducir que la famosa confrontación está a la vuelta de la esquina porque es así como lo muestran los periódicos del futuro. Pero al final, Dwyer no parece tener ninguna motivación para deshacerse de sus poderes y vuelve a desaparecer del mapa después de este fallido encuentro.
Por suerte, Joe está de vuelta para encargarse del caso y logra encontrar la conexión entre Orlin, su sobrina Gracie y la doctora Ambres (Lossen Chambers), quien viene suministrándole atención médica desde el día de la Iluminación. Con los poderes de Cecile el interrogatorio se hace menos complicado y pueden descubrir que la pequeña Grace, a pesar de seguir en coma, ahora desarrolló características metahumanas. Esta es la información que necesitan para convencer a Cicada de que pare su cruzada vengativa y se someta tanto a la cura como a la sanación de sus heridas.
No vamos a decir que la cosa resulta sencilla y que Dwyer marcha a la camilla de S.T.A.R. Labs tan tranquilo como chancho al matadero, pero después de tomar sus precauciones y asegurar la asistencia de Ambers, entiende que esto es lo mejor que puede hacer por el bien de Grace. Todo marcha de mil maravillas hasta que llega el plot twist: en medio de la operación un nuevo Cicada ataca el laboratorio y al Team Flash, cobrándose la vida de la doctora y secuestrando al villano reformado.
No hace falta hacer muchas cuentas para entender de qué se trata, pero igual, antes de que termine el episodio, nos dejan saber que esta nueva amenaza es la crecida Gracie que, seguramente, viene del futuro para salar/vengar a su tío. La nueva antagonista parece mucho más poderosa y enojada que su pariente, pero habrá que ver si Dwyer está dispuesto a unirse a los buenos para detenerla.
Esta nueva información abre un montón de posibilidades, altera completamente la línea de tiempo a futuro y los planes de Nora y Thawne para salvar a papá Barry. Una nueva vuelta de tuerca que se suma a una temporada por demás retorcida, sobre todo porque todavía no quedan muy en claro las motivaciones de Reverse-Flash para ayudar a su eterno archienemigo.
“Failure Is an Orphan” es un capítulo un tanto desbalanceado con buenos momentos de acción y antagonistas enfrentados -aunque siempre le ponemos más fichitas a Grant Gustin y su naturalidad para las escenas más emotivas y heroicas-, mucho problema conyugal entre Joe y Cecil que no viene al caso, y la conflictiva relación entre Nora y mamá Iris que no termina de encausar. El mayor problema de esta temporada sigue siendo Cicada como villano, pero todo podría cambiar con estos nuevos acontecimientos.
Entendemos que Barry tuvo que apelar a su lado más humano y paternal para convencer a Orlin de someterse al antídoto pero, ¿es necesario que vaya por la vida revelándole su identidad secreta a casi todo aquel que se le cruza por el camino? Hay que ver si este detalle pasa desapercibido como tantos otros, o se convierte en una amenaza para el futuro del héroe de Central City y su familia.
