En esta hermosa industria que ya abarca varias generaciones, el género de los JRPG es uno de los que más historia tiene, a tal punto que llega a tener más años que algunos de nosotros. Con tanta historia a sus espaldas, es de esperarse que el género haya pasado por muchísimos cambios a lo largo del tiempo, y hoy en día es bastante fácil separar entre lo que se puede considerar como un JRPG “moderno” y un JRPG a la antigua. Bravely Default 2, el más reciente título de la serie de Square Enix, encaja a la perfección en la idea de un JRPG de la vieja escuela, tanto para bien como para mal.
Lo primero que hay que saber sobre Bravely Default 2 es que a pesar de tener ese número en su nombre, esta es la tercera entrega en la serie, luego del Bravely Default original y el quizás olvidado Bravely Second. En contra de lo que su nombre puede indicar, Bravely Default 2 no es una secuela directa y cuenta con su propia historia totalmente contenida; nuestro protagonista es un náufrago que sufre de amnesia parcial y es encontrado por unos viajeros que están en busca de ciertos cristales mágicos. Luego de superar un cierto conflicto como grupo, el protagonista decide unirse a la aventura de estos viajeros que los lleva a recorrer varios reinos de este mundo desconocido para nuestro personaje.
La historia de Bravely Default 2 es uno de los varios aspectos del juego que está atado a esa influencia de JRPG antiguo. No es una exageración decir que cualquiera que haya jugado algún JRPG clásico va a poder predecir por completo la historia de Bravely Default 2 gracias a su insistencia por apegarse a los tropos del género: reinos destruidos, intriga política, guerreros que representan la luz, el protagonista “elegido”, villanos que representan la oscuridad, cristales mágicos que representan elementos de la naturaleza, una calamidad que amenaza al mundo, arcos narrativos que están separados por cada reino que visitamos. Bravely Default 2 no se desvía del camino marcado por el género, y si eso es algo bueno o malo quedará a criterio de cada uno.
Los personajes del juego sufren de la misma suerte, aunque al menos los protagonistas afortunadamente cuentan con más desarrollo que el resto. Mientras que cualquier villano es reconocible horas antes de que cometa algún acto malvado por lo obvio de sus intenciones, los protagonistas tienen un grado de complejidad más alto. La relación entre, por ejemplo, el mago Elvis, quien ama los bares y tiene un muy marcado acento escocés, y Adelle, una mercenaria contratada como guardaespaldas, tiene muchísimo más que ofrecer que cualquiera de las historias que ofrecen cualquiera de los arcos del juego. Esta profundidad se explora tanto en la historia principal como en las misiones secundarias, aunque estas últimas son síntoma de otro aspecto de la vieja escuela que Bravely Default 2 decide no abandonar.
El problema con las misiones secundarias es que muchas de ellas se sienten carentes de valor. Más allá de que varias tienen historias demasiado simplonas, los objetivos en sí son lo que recuerdan a juegos del pasado. Estas misiones secundarias se reducen simplemente a encontrar algún objeto, hablar con un NPC o derrotar a algún enemigo en batalla. Incluso las que presentan algo narrativamente interesante dejan bastante que desear en cuanto al diseño de las misiones en sí. Por suerte, una forma fácil de saber si una misión secundaria vale o no la pena es si el diálogo tiene voces; esto casi siempre indica que al menos la historia de dicha misión será interesante.
El combate de Bravely Default 2, por suerte, está bastante más a la altura y es quizás lo que muestra más señales de un JRPG moderno. Si bien a simple vista parece un JRPG por turnos y nada más, la mecánica única de la serie le da una excelente vuelta de tuerca con los comandos Brave y Default. Si nuestro personaje utiliza Brave, podemos usar una acción de un turno futuro, a cambio de “endeudarnos” y cuando llegue ese futuro turno nuestro personaje no pueda hacer nada. Si usamos Default, en cambio, nuestro personaje adopta una postura defensiva y presta ese turno a futuro, permitiéndonos realizar varias acciones sin consecuencia. Dominar este sistema añade una excelente capa estratégica a las batallas, especialmente con el sistema de trabajos del juego.
Como varios otros JRPG, Bravely Default 2 permite asignarles un “trabajo” a nuestros personajes que determinará nuestros stats y las habilidades que podemos usar en batalla. A su vez, podemos equipar como secundario a cualquier trabajo que hayamos subido de nivel para también poder usar sus habilidades, aunque no sus stats. Así, las combinaciones de trabajos le suman todavía más estrategia al combate; uno puede usar un trabajo dedicado a buffs como principal y uno con hechizos de curación como secundario, o equipar como principal uno con un alto stat de velocidad y como secundario uno cuyos ataques hacen más daño mientras más velocidad tenemos.
Toda esta estrategia, sin embargo, viene con un costo: el grinding. Esa palabra tan temida para los jugadores del género es la columna vertebral de Bravely Default 2. Ya sea tanto para subir de nivel a nuestros personajes en sí como a los nuevos trabajos que desbloqueamos a lo largo del juego, grindear es prácticamente obligación. Hay dungeons (cuyo diseño deja muchísimo que desear) y jefes que son imposibles siquiera de intentar sin antes haber pasado horas y horas grindeando, y así y todo un simple error puede significar perder horas de progreso porque el juego no permite guardar la partida dentro de los dungeons. Cuando los enemigos también pueden usar Brave y Default, es terriblemente frustrante pensar que estás dando una buena pelea hasta que al jefe se le ocurre usar cuatro turnos juntos y destruir completamente a todos tus personajes.
Por lo menos la experiencia es bastante agradable a la vista. A pesar de haber pasado de la Nintendo 3DS a la Switch, Bravely Default 2 mantiene esa estética chibi característica y, si bien la resolución de la consola de Nintendo no es lo mejor, el juego hace muy buen uso de su estilo artístico para cubrir sus limitaciones técnicas. La mayoría de los escenarios parecen ilustrados a mano, y los personajes y enemigos dan una sensación de que uno está jugando dentro de una maqueta con juguetes. Además, el soundtrack es de excelente calidad, con melodías que se te van a quedar en la cabeza incluso cuando no estés jugando.
Bravely Default 2 es un juego que no esconde sus intenciones, y te demuestra lo que es desde el minuto uno. Sus influencias de la vieja escuela lo hacen un título bastante peculiar, y lo mucho o poco que uno lo vaya a disfrutar depende de la tolerancia que uno tenga por esos aspectos. El juego tiene un excelente combate lleno de estrategias y personajes realmente encantadores, pero la historia puede resultar muy simple y el grinding mandatorio alarga el juego a unas 60 horas de las cuales no todas valen la pena. Para los que quieran un JRPG con sensibilidades más modernas, quizás este juego no sea la gran cosa, pero para los que buscan un juego como los de antes, en Bravely Default 2 se van a sentir como en casa.