Sin dudas, lo mejor de este episodio es la interacción entre Dick Grayson y su nuevo reemplazo como sidekick de Batman. El Jason Todd de Curran Walters es todo lo que podríamos esperar del segundo Robin: un pibito temerario que cree que se las sabe todas, sin ningún respeto por la autoridad, y que le da rienda suelta a la violencia como principal deporte, creyendo que una máscara lo ampara. Esa misma actitud le ganó el odio de los fans, que en 1989 votaron para que muriera en manos del Joker en las páginas del cómic. No sabemos qué destino le depara en la serie de DC Universe, pero empieza a caernos mal desde el primer momento que abre la boca.
Claro que también nos cae un poquito bien porque tanta canchereada contrasta a la perfección con los conflictos actuales de Dick, que se exacerban un toque al enterarse que su mentor no tardó mucho (bah, nada) en reemplazarlo por un “modelo más joven”. Y ni hablar que a este sí le presta el batimovil. Grayson dice no querer volver a calzarse el traje de petirrojo, pero como bien remarca Todd, tampoco puede/quiere dejar de hacerlo. Los celos se le notan aunque pretenda disimularlos porque, en el fondo, Bruce Wayne le cambió la vida, para bien o para mal.
“Jason Todd” arranca en el departamento del doctor Adamson donde nos habíamos quedado, el momento donde Jason viene al rescate de Dick. Pero esta visita tiene otras intenciones, y tras llevar al sospechoso a una de las casas seguras del murciélago, Grayson se entera que varios miembros de su familia circense fueron brutalmente asesinados.
Tras la muerte de mamá y papá, el pequeño Richard quería permaneces al cuidado de sus compañeros de pista, sobre todo de Clayton Williams (Lester Speight), el forzudo del Circo Haly. Éste consideró conveniente que el jovencito tuviera una mejor vida alejada de este mundo itinerante, y acordó ponerlo bajo la tutela de Bruce Wayne, obviamente, sin saber a qué lo estaba exponiendo.
Este es un episodio que hace hincapié en la familia: la real, la adoptiva, y la del asesino de los Grayson. Tony Zucco (Richard Zeppieri), criminal contratado por Salvatore Maroni, fue acusado de los crímenes, pero dos años atrás logró un trató con la policía, cierta inmunidad y un aterrizaje directo en el programa de protección de testigos para él y los suyos, si declaraba en contra de su jefe. Las cosas no salieron tan bien. Maroni se enteró del acuerdo y mandó a sus hombres para cobrar la debida venganza. La intervención de Robin no evitó (¿o propició?) la masacre, que también alcanzó al resto de los Zucco.
Pero alguien sobrevivió y decidió vengarse de Dick asesinando a los miembros de su familia cirquera. El único que sigue con vida es Williams, y hacia Milwaukee se dirige la dupla de Robins con la intención de evitar un nuevo homicidio. Nick Zucco (Kyle Mac), apodado por la policía como Melting Man -por su predilección por el ácido a la hora de despachar a sus víctimas-, es el hijo sobreviviente de Tony, y el responsable de estos crímenes que, a pesar de la intervención de los héroes, logra secuestrar a su presa.
Grayson decide calzarse una vez más el traje de justiciero para rescatar a Clayton y enfrentar a su enemigo, una misión que logra llevar a cabo gracias a la ayuda de Jason, pero termina pagando las consecuencias al ver como este Robin 2.0 despliega su violencia desmedida, esta vez, contra la policía.
Nos puede caer mal, pero Todd, a diferencia de Dick, sabe lo que es y lo que quiere. Le gusta, lo disfruta, abraza este lado oscuro y no acepta para nada los consejos de su antecesor, bastante resentido (y arrepentido) con la “crianza” que tuvo por parte de Wayne.
La interacción entre los dos personajes es el alma y lo más destacado de este capítulo con grandes momentos de humor, muchas batireferencias y una subtrama policial que nos aleja por un rato del argumento principal, pero nunca de los conflictos del futuro Nightwing. Descubrir que Batman le colocó un rastreador no ayuda a minimizar los resquemores hacia su mentor que, a sus ojos, sigue entrenando jovencitos para su propio beneficio.
Mientras Dick acomoda sus pensamientos y trata de decidir qué tan mala fue su infancia bajo los cuidados de Wayne, en la casa segura a Rachel, Gar y Kory les toca cuidar al inconsciente Adamson, que prefiere morir antes de revelar sus secretos. Esto puede cambiar si Anders accede a sus peticiones y deja que el doctor tenga una charla con Roth. La respuesta en el próximo episodio, por el mismo baticanal.