DC estrenó “oficialmente” sistema de streaming (el DC Universe), y su primera apuesta original llega de la mano de los Jóvenes Titanes. No, no esos superhéroes animados que te enamoraron desde la pantalla de Cartoon Network (de los que pronto se viene una tercera entrega, “Young Justice: Outsiders”), ni mucho menos los desvergonzados adolescentes de “Teen Titans Go!”, sino una versión más adulta y live action que, desde sus primeras imágenes, se ganó toda nuestra desconfianza y cierto odio anticipado… Totalmente injustificado, claro.
Akiva Goldsman -ganador del Oscar por “Una Mente Brillante” (2001) y responsable de guiones horribles como el de “Batman & Robin” (1997)-, Geoff Johns (todavía no sabemos cuánto lo queremos u odiamos) y Greg Berlanti, hacedor del Arrowverse de The CW y nuestro único héroe en este lío, son los artífices de esta serie que anda dando vueltas desde hace años cuando la idea original era estrenarla por la pantalla de TNT.
Después de muchas idas y vueltas, la mismísima Distinguida Competencia decidió calzarse los pantalones y seguir adelante con su proyecto en esta nueva casa digital. “Titans” por fin llegó a la pantalla (aunque no a nuestro territorio, al menos no, por ahora), y si bien no es LA maravilla televisiva, es muchísimo mejor que el bodrio (o el “Inhumans”) que estábamos preparados para atestiguar.
Como primer episodio, “Titans” se queda cortito y se siente un tanto desprolijo, sobre todo cuando se trata de presentar a algunos de sus personajes, pero de entrada deja bien en claro las reglas de su juego -esto es violento y un “asunto serio”, más cercano a las series de Marvel/Netflix, que al universo televisivo de Berlanti- y, curiosamente, nos queda esa sensación de querer saber más al respecto sobre estos protagonistas que tratan de encauzar sus caminos sin saber que van a terminar formando una extraña “familia”.
De repente, ese Dick Grayson/Robin (Brenton Thwaites) descontrolado y mal hablado de los tráilers cobra un poquito de sentido y se nos presenta como el sidekick cargado de dilemas que ya no quiere seguir los mandatos (ni los pasos) de su maestro (sí, hablamos del gran murciélago). El futuro Nightwing se fue bien lejos de su casa adoptiva con ganas de impartir otro tipo de justicia como detective de la policía en la ciudad de Detroit. Claro que los “malos hábitos” lo persiguen, y cuando la ley no es suficiente, el petirrojo sale de noche para que los criminales que se salen con la suya tengan lo que se merecen realmente. Pero Detroit no es Gotham, y las autoridades no ven con buenos ojos la llegada inesperada de este joven vigilante.
No muy lejos de ahí, en otra parte de Michigan, vive Rachel Roth (Teagan Croft), una adolescente con mambos místicos convencida de que hay algo bastante oscuro que se apodera de ella cuando menos lo espera. Desde acá, sabemos la verdad de sus orígenes, pero a ella le falta un largo camino por descubrirlo. Tras el asesinato de su ¿mamá?, decide salir en busca de Dick, cuyo pasado circense, y su propia tragedia, se aparecen constantemente en sus pesadillas.
El destino, y un extraño grupo de personajes que trata de secuestrarla aceleran este encuentro, convirtiendo al buenazo de Grayson en el protector de Roth, una especie de Carrie White que se sale de control cuando se ve amenazada y hace estragos casi, casi sin mover un pelo.
Esta es la trama y la relación más fuerte que nos presenta el primer episodio de “Titans” (también titulado “Titans”) dirigido por Brad Anderson, realizador conocido por “El Maquinista” (2004) y por su gran aporte televisivo (“Fringe”, “The Killing”, “The Sinner”). Anderson está acostumbrado a los relatos oscuros y por ahí encara a estos nuevos héroes, mezclando violencia gráfica con un humor bastante negro, y una atmósfera terrorífica que se agradece.
En este cuidado a los detalles, unos efectos especiales que cumplen con creces para los estándares de la TV y actuaciones correctas (sobre todo la dupla Thwaites/Croft), residen las verdaderas virtudes de un show que no te vuela la peluca de entrada, pero genera la debida curiosidad para seguir atento a lo que se viene. Una vez más, los fans más acérrimos y tóxicos (esos que despotricaron y arremetieron contra la actriz) tienen su merecido al descubrir los porqués del aspecto de Kory Anders/ Koriand’r (Anna Diop), a quien descubrimos por primera vez en Viena (Austria), totalmente desorientada y sin recuerdos, tras un atentado contra su vida y posterior accidente automovilístico.
De a poquito, Kory comienza a unir algunas piezas de su presente ligado al mafioso Konstantin Kovar, a quien supuestamente traicionó mientras buscaba a cierta jovencita de pelo negro violáceo. Sí, otra vez nos referimos a Rachel, el punto de encuentro para estos personajes tan diferentes. En el camino, tenemos las primeras muestras de los poderes de Starfire, y de su propia cruzada para recuperar su identidad… y encontrar a esta chica que parece tener algunas respuestas necesarias.
Esta trama, así como la de Garfield Logan/Beast Boy (Ryan Potter), se sienten un tanto apuradas y desconectadas del resto, pero se entiende que no podían quedar afuera de este capítulo introductorio. A Dick y Rachel les toca asentar el argumento, mientras que Gar (como siempre), llega al último minuto para sumar un poquito de humor al conjunto. Por ahora, hace de las suyas en Covington, Ohio, utilizando sus poderes para cambiar de forma y convertirse en cualquier animal, no tanto para el bien, sino para sus propios “asuntos delictivos”.
“Titans” logra su principal cometido: sentar las bases y la estética del show, así como exponer las características a grandes rasgos y muchos de los conflictos de sus protagonistas. En este primer vistazo conseguimos empatizar con sus disyuntivas, y esa es la principal conquista de una serie que, de entrada, parecía tener las cartas muy mal barajadas.
DC no puede (o, en este caso, no quiere) escapar a su atmósfera oscura que, extrañamente, funciona muy bien para esta versión de los Teen Titans que busca despegarse de las adaptaciones que ya conocemos. Como en sus antecesoras, los realizadores ponen el acento en la dinámica de este grupo en formación, todos jovencitos (y no tanto) descarriados que andan buscando su verdadero propósito y lugar en el mundo… con demonios, criminales y mucha acción de por medio, claro está.
A simple vista (y esperemos no equivocarnos), “Titans” no resulta un producto improvisado, sino una historia con mucho potencial que puede llegar a sobresalir si decide enfocarse en lo bueno (sus personajes, el aspecto visual, los conflictos) y mejorar lo fallido, sobre todo, la coherencia narrativa de un relato que no pinta nada mal. Sí, le ponemos muchas fichitas.