ANÁLISIS | Maneater nos deja ser el depredador marino

Ya conocemos incontables producciones que ponen a nuestros héroes frente a las amenazas del mar. Mucho antes de Jaws (Tiburón) ya conocíamos la historia del Capitán Ahab y su Moby Dick, pero la obra de Blindside Interactive y Tripwire toma elementos de ambos icónicos casos para sumar una dosis de mundo abierto y un giro en la asignación del protagonista, todo eso en Maneater, el juego en el que nosotros somos el tiburón que aterroriza a los bañistas y, en ese sentido, es una propuesta muy interesante. ¿Mantiene ese interés a lo largo de su historia? Zambullámonos a sus aguas y veamos qué tan profundas son realmente.

Maneater – Official Launch Trailer

La narrativa central de Maneater orbita alrededor de un programa de TV cuyo título ostenta el videojuego al que pertenece y que nos recuerda un poco a los documentales de la Semana del Tiburón del Discovery Channel. Las cámaras siguen al capitán Pierre LeBlank, mejor conocido como Scaly Pete; un veterano cazador de tiburones que, junto a su hijo Kyle, navegan las aguas del golfo en búsqueda de los temibles escualos. Justamente han cazado a un nuevo espécimen, que ya nos había servido de personaje tutorial para aprender los comandos básicos, y de cuya barriga extraen a un tiburón bebé que es marcado por Pete para reconocerlo cuando crezca. Pero antes de lanzarlo al agua, nuestro nuevo personaje protagonista se lleva de yapa la mano de su captor y una sensación innata de venganza que sólo se podrá comparar con la del ejecutor de su progenitora. Es hora de cazar o ser cazado.

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Aguas putrefactas para un feroz cazador

Aguas putrefactas para un feroz cazador

Maneater no es un juego difícil de entender. Nuestro tiburón se mueve con elegancia bajo el agua y el sistema de control está muy bien implementado, especialmente al jugar el juego con gamepad. Un botón para nadar más rápido y otro para abrir la mandíbula y masticar serán nuestro principal foco de atención, sumando un par más de botones para realizar evasiones y activar habilidades que ganaremos con el tiempo. Comenzamos el juego como un tiburón bebé y a partir de aquí debemos alimentarnos con todo lo que se nos cruce para subir de nivel y eventualmente evolucionar en versiones mayores: adolecente, adulto y anciano, con otra opción que es mejor que descubran ustedes mismos. Para ello habrá que surcar las aguas, explorar sus profundidades y descubrir sus secretos, y en ese apartado Maneater nos da un considerable mapa a explorar.

El mapa principal está dividido en sectores, muchos de los cuales bloqueados hasta que nuestro monstruito marino obtenga los medios de acceder a las nuevas áreas, ya sea creciendo lo suficiente como para abrir sistemas de desagüe que conectan una zona con otra adyacente o encontrando las barreras bajas sobre las que podremos saltar. Cada área cuenta con un escondite para nuestro escualo; un lugar donde podremos descansar y evolucionar una vez que obtengamos suficiente nivel. Estos sitios también permiten viaje rápido; una excelente manera de movernos de un extremo del mapa a otro sin mayor dificultad.

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Mucho que hacer, poca variedad

Mucho que hacer, poca variedad

Se observa un interesante apartado gráfico, en especial en la evolución del escenario a medida que pasamos a nuevas áreas. Comenzaremos nuestro periplo en las turbias aguas de un pantano y con el tiempo nos moveremos a aguas más cristalinas y profundidades más agradables. También nuestro tiburón presentará un bello diseño en su perfil y textura, aunque lamentablemente no puedo decir lo mismo de los humanos que encontraremos en nuestro derrotero marino, quieres pecan de servir de comida al paso y por lo tanto se les da la calidad gráfica mediocre que aparentemente merecen. Y es que estos humanoides difícilmente aprobarían un examen de sentido común, ya que ante los ataques de nuestra máquina de engullir a ninguno de ellos se le ocurre la sensata idea de huir despavoridos; pero en fin, Maneater no se gana puntos por realismo, amén de las jocosas intervenciones de un narrador y de los bizarros descubrimientos en las profundidades.

Sin embargo, algo muy positivo diré en cuanto su narración, y es que la historia de Scaly Pete es sorprendentemente competente, mostrado en cinemáticas del programa de TV en el que tanto él como su hijo hablan acerca de su relación. Son momentos breves (quizá demasiado breves), pero realizados con cuidado y calidad para volverlos personajes mucho más queribles. Es una pena, entonces, que hasta aquí llega toda la extensión de la narrativa, pues el resto del juego se reduce a un puñado de misiones repetidas a lo largo de toda la aventura.

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Cazadores y presas

Cazadores y presas

Ciertamente hay mucho que hacer en las aguas del golfo, pero Maneater no es muy amigo de la variedad. Las misiones principales constan de acercarnos a puntos específicos y devorar una cantidad determinada de algún tipo de pez, o bien acercarnos a otros puntos y devorar una cantidad determinada de humanos. Con los peces sólo debemos cuidarnos de otros depredadores que rondan la zona y que cargarán hacia nosotros tan pronto estemos a suficiente distancia; pero con los humanos que consumimos aumenta nuestro nivel de Amenaza, el cual atraerá la atención de cazadores de tiburones que vendrán a buscarnos en patota. Estos combates contra humanos podrían haber sido bastante dinámicos e interesantes, pero en su mayoría se reducen a esquivar ataques y hacer lo posible por engullir a los atacantes, ya sea saltando y mordisqueando al vuelo o hundiendo sus navíos para dejarlos vulnerables en las aguas.

Cuanto más atacamos a los cazadores más aumenta nuestro nivel de Infamia, y con cada nuevo nivel atraemos la atención de un cazador estrella que tiene hasta su propia presentación. Esto supondría un aumento de dificultad, pero lo cierto es que estos “cazadores especiales” mueren con la misma facilidad que los demás, aunque tal vez sea un poco más difícil encajarles el mordiscón. Una vez consumidos, estos cazadores especiales nos otorgarán una Evolución especial. También nos darán Evoluciones especiales los temibles Apex (versiones muy superiores de algunos peces particularmente furiosos) que surgirán tras cumplir una cierta cantidad de objetivos en sus respectivas áreas, y francamente los combates contra estas bestias marinas son mucho más interesantes que los ataques a cazadores especiales.

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Personalizame el escualo

Personalizame el escualo

Más allá de estos objetivos centrales, el mapa está lleno de múltiples objetivos secundarios: encontrar Puntos de Interés, devorar matrículas de automóviles (posiblemente un guiño a una escena del Tiburón de Steven Spielberg), engullir más humanos y peces, dar cuenta de Objetivos Especiales (bichos más poderosos que los regulares, aunque no tanto como los Apex) y principalmente encontrar las Cajas de Nutrientes, que nos dan un considerable aumento a nuestros niveles de recursos. Momento, ¿dije recursos? Sí, pues cada cosa que podemos comer también nos da una pequeña cantidad de recursos específicos; recursos que luego serán usados para mejorar nuestras Evoluciones.

Esta es una de las partes más interesantes del juego; lo cual es lamentable porque podría haber sido algo mucho más explotado. Ya mencionamos que eliminar Cazadores especiales y criaturas Apex nos recompensa habilitando nuevas Evoluciones. Pues bien, una vez de regreso en alguna de nuestras guaridas submarinas, nuestro tiburón puede alterar su figura para ganar incrementos en sus stats y hasta incluso nuevas habilidades, tanto pasivas como activas. Cada una puede ser mejorada si invertimos cantidades de recursos obtenidos de nuestro consumo marino, y por eso es importante mantener una dieta de Todo Lo Que Se Nos Cruce para evolucionar más rápido.

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¡Ya no se está seguro ni en la calle!

¡Ya no se está seguro ni en la calle!

Nuestra colección de piezas abarcan la mandíbula, la cabeza, las aletas, la cola, el cuerpo principal y otros órganos del escualo, que podremos combinar para obtener resultados que alterarán la forma en la que encaramos el combate. Sin embargo, salvo algunas habilidades específicas, no se aprecia tanto el cambio en el fervor de la batalla, que no quiere decir que dicho cambio no exista. Personalmente mi Evolución favorita es la del tiburón anfibio, que nos permite permanecer más tiempo fuera del agua, dando saltos por la playa mientras perseguimos tontos humanos; nunca deja de ser entretenido.

Y esa es la mejor cualidad de Maneater: pese a su evidente tendencia a la repetición, el juego en sí nunca deja de ser entretenido. Es verdad, llega a ser una diversión más bien descerebrada que se siente más como una forma de pasar el rato que una actividad para tomar en serio, y uno llega a desear que el juego se hubiera arriesgado a darnos misiones más elaboradas aprovechando las habilidades de nuestro tiburón, como transportar objetos con nuestra mandíbula de un punto a otro, o incluso darle mejor uso a nuestra habilidad de “lanzar” nuestra presa actual con un coletazo. Se siente a potencial desperdiciado; a que el juego podía haber hecho más con lo que tenía.

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Es una lástima que desaprovecharan estos poderes espectaculares

Es una lástima que desaprovecharan estos poderes espectaculares

Potencial de más, potencial de menos, Maneater cumple con su propósito de entretener con un producto de buena calidad, buen control, gran diseño de mapa y una historia de venganza marítima que sorprende con la empatía que llegamos a sentir por sus protagonistas. Tal vez no será el candidato a juego del año que algunos esperábamos, pero no deja de ser un juego agradable, divertido y con un negrísimo sentido del humor que consigue sacarnos una sonrisa en cada uno de esos pequeños momentos. Tal vez en el futuro podremos disfrutar con algún DLC que sume contenido pero, por el momento, lo que Maneater ofrece es más que suficiente para recomendarlo.

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MANEATER

22/05/2020 (PC, XBOX, PS4)
8.0

Disfruté de Maneater durante casi 10 horas de juego, viendo a mi pequeño (pero letal) tiburón bebé crecer y evolucionar en una verdadera máquina de engullir víctimas (y más letal). Las primeras horas fueron las más interesantes, cayendo luego en una rutina de repetición que, si bien no dejaba de entretener, se sentía inferior por la falta de descubrimientos. Vuelvo a remarcar la sorprendente calidad de la historia central, que casi se siente fuera de lugar en un juego con un concepto tan descerebrado. Bien ahí.