ANÁLISIS | DOOM ETERNAL – UNA TOPADORA DE DESTRUCCIÓN

No hay otro juego de acción en primera persona como DOOM. Lisa y llanamente es un juego único, con una velocidad extrema que le pide al usuario que se mueva constantemente, use todo su arsenal y piense mucho si es que desea sobrevivir a cada enfrentamiento. Decir esto sobre la franquicia que hizo de los FPS el género más popular del mundo y marcó a generaciones enteras parece una obviedad, pero nunca está de más recordarlo. En 2016 id Software y Bethesda nos volvieron a explicar por qué DOOM es una leyenda viva con un título que nos devolvió la sensación de dinamismo y adrenalina que caracterizaron a los FPS de los 90s. Volvimos a arenas de combate, a esquivar proyectiles y a no depender de la cobertura; dejamos de apoyarnos en miras para tener precisión e incluso de recargar nuestras armas.DOOM 2016 fue una bocanada de aire fresco en un mar de shooters militares que ya habían perdido el rumbo o de juegos como servicio que empezaban a volverse predecibles.

Con mucha sutileza y con unos primeros 15 minutos formidables que representaban una master class en desarrollo de videojuegos, ese DOOM se instaló como uno de los mejores juegos de esta generación y, en lo personal, como uno de mis shooters favoritos de todos los tiempos. Nos contaba una historia simple, pero con mucha personalidad, identidad y varios momentos donde el Slayer, sin decir una sola palabra, nos transmitía miles de emociones. DOOM Eternal pierde un poco de ese encanto, de esa sorpresa y, sobre todo, de ese tacto y sutileza que tenía el juego anterior. Eleva la apuesta en absolutamente todos sus aspectos y mecánicas, pero esa no siempre es una fórmula que te asegure el éxito. Por lo general, menos es más y Eternal no pareció seguir ese mantra. Sin embargo, hay muchísimo en este nuevo capítulo de la saga que funciona; de hecho, los puntos altos de este nuevo DOOM son de lo más espectacular e intenso que hemos visto en cualquier otro shooter. Eso no quita todo aquello en lo que retrocedió, sobre todo en materia narrativa, algo que probablemente no sea lo más trascendental en un título como este, pero que sí había funcionado en su antecesor.

Desde el primer minuto, DOOM Eternal nos deja en claro que esto va a ser un festival de sangre, destrucción y violencia. También no oculta en lo más mínimo el hecho de que no va a parar de introducir nuevas mecánicas, formas de mejorar a nuestro personaje y medidores que vamos a tener en cuenta, a medida que interrumpe la acción para presentarnos tutorial tras tutorial. Es una introducción poco elaborada y que rápidamente nos empuja a la acción sin solución de continuidad. Tampoco se toma mucho tiempo para explicarnos qué demonios pasó entre juego y juego o qué está sucediendo en esta historia. Porque la única manera durante las primeras tres horas aproximadamente de saber de qué se trata esta aventura, es leyendo entrada tras entrada de nuestro códice, donde se nos van a acumular decenas de párrafos que nos explican el mundo de DOOM Eternal, a qué enemigos nos enfrentamos o datos sobre en qué locación estamos combatiendo. No es ni la forma más atractiva de contar una historia y menos una buena manera de comprometer al jugador.

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La Tierra es un infierno y nosotros tenemos que salvarla

Insisto, no es lo que probablemente venimos a buscar a un nuevo DOOM, pero no deja de ser desconcertante cuando nos revolean por la cabeza nombres de Sacerdotes del Infierno, la Khan Maykr, la ARC, la UAC, Argent D’nur y muchos otros términos y personajes sin una introducción más amigable para aquellas personas que no están tan familiarizadas con el lore de esta saga. De todas maneras lo que tenemos que saber es que el infierno ha invadido la Tierra y consumido al 60% de la humanidad. Nuestra misión, como buen DOOM Slayer, es salvar nuestro planeta de estas fuerzas demoníacas. Para eso, vamos a tener que cazar a cada uno de estos sacerdotes, lo que nos va a llevar no sólo a distintos lugares de la Tierra, sino otros planetas y locaciones de suma importancia para el pasado y el origen de nuestro personaje. El resultado es una trama que no es más que una simple excusa para ir de una misión a la otra, pero donde realmente se pone interesante es cuando explora la identidad del DOOM Slayer, quién es, cuál es su función, cómo lo ven otras personas y también cómo ha cobrado un status mitológico en este universo.

Cuando no estamos viendo cinemáticas no muy bien dirigidas o intentando comprender qué sucede a nuestro alrededor, DOOM Eternal nos brinda lo mejor que tiene para ofrecer: un combate implacable, sin respiro y que pondrá a prueba todas nuestras habilidades. Cada una de las misiones (que por cierto son bastante largas) nos ofrecen mapas gigantes y laberínticos para explorar y encontrar todo tipo de secretos. Pero su foco está puesto en arenas de combate mucho más abiertas que en el juego de 2016 y también con mucha más verticalidad. Aquí vamos a necesitar usar absolutamente todo el arsenal que tiene el DOOM Slayer a su disposición y que nos pide malabarear no sólo las muchas armas que tenemos, sino también tres formas de recuperar y conseguir los principales insumos para nuestro personaje: vida, munición y escudo.

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El DOOM Slayer en todo su esplendor

Para obtener cada uno de estos items, vamos a tener una mecánica distinta. Nuestros enemigos van a desprender vida cuando hagamos una de las famosas ‘Glory Kills’ que se habilitan cuando ellos quedan titilando, momento en el que nuestro Slayer aprovecha para despedazarlos de las maneras más creativas y espectaculares posibles. Luego tenemos un lanzallamas que prende fuego a los enemigos, no sólo haciéndoles daño, sino también provocando que liberen escudo. Por último contamos con la motosierra que corta al medio a cada enemigo y hace que desprendan municiones de todo tipo. Así es como se genera una danza donde no sólo vamos a estar, obviamente, disparando con todo lo que tenemos a estos demonios, sino que vamos a tener que estar atentos a qué medidor debemos atender. Por lo tanto jugar DOOM Eternal significa ser una topadora de destrucción a la que le cortaron los frenos y está en bajada, pero que tiene que estar pendiente en todo momento de que no le falte vida, escudo o balas, creando una experiencia de juego mucho más cerebral de lo que parece a pesar de ir a mil kilómetros por hora.

Nunca tenemos que dejar de movernos, esa es la gran clave y el gran consejo para sobrevivir en DOOM Eternal. Saltar constantemente es fundamental y aprovechar todo el escenario como si de un skater profesional se tratara nos puede garantizar el éxito. En cada rincón de estas arenas de combate puede haber un item que necesitemos y vamos a tener que planear nuestro ataque e ir cambiando todo el tiempo de arma. Incluso desde el principio del juego, estas secciones nos tiran por la cabeza todo tipo de enemigos en cantidades industriales. DOOM 2016 se tomaba su tiempo hasta que empezábamos a transpirar con una variedad interesantes de demonios, pero Eternal pone quinta a fondo desde el vamos. Así es como rápidamente vamos a estar luchando contra Imps, Cacodemons, Aracnotrons, Revenants, Mancubus, Gárgolas, Pinkys, entre muchos otros. Cuando terminemos cada uno de estos enfrentamientos nos vamos a dar cuenta que probablemente no estuvimos respirando durante los últimos minutos; así de intenso es el combate en DOOM Eternal. Si eso es lo que venís a buscar, este nuevo juego de id Software llega a niveles de espectacularidad enormes con arenas cada vez más elaboradas, amplias y brillantemente diseñadas; no hay juego en el mercado que nos haga sentir lo mismo.

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Demonios robóticos intentarán destrozarnos a toda costa

Para eliminar a todos estos demonios, el Slayer cuenta con un arsenal bastante más atractivo que la vez anterior y con modificadores y mejoras más interesantes. La mayoría de las armas de 2016 hacen su regreso, pero con varios arreglos y cambios que las hacen todavía más entretenidas de usar. Se destaca, por supuesto, la super escopeta que esta vez viene con un gancho incorporado que nos ayuda a impulsarnos hacia enemigos con efectos devastadores. Para mejorar nuestro arsenal y también nuestro traje, vamos a tener que ir cumpliendo varios objetivos dentro de cada misión y encontrando todos los secretos. Eso hace que tengamos un incentivo bastante importante para explorar cada rincón del escenario; la buena noticia es que DOOM Eternal no nos hace perder el tiempo al darnos un mapa super detallado y brindándonos un automapa al final de cada nivel mostrándonos dónde está cada uno de los secretos. Nuestro trabajo será descubrir cómo llegar a esos items y no tanto dónde están, es fundamental que un juego respete nuestro tiempo y por suerte este es el caso. Para colmo, vamos a poder volver a estas misiones cuando queramos y también usar ‘cheats‘ o trucos que nos hagan la vida más fácil; DOOM Eternal podrá ser devastador con la dificultad pero le hace la vida más fácil a aquellas personas que lo quieran completar al 100%.

Justamente para alcanzar todos estos secretos, este nuevo DOOM tiene un énfasis mucho más marcado en lo que son los saltos y las plataformas, algo que pocas veces es bien ejecutado en un juego en primera persona. En la previa y por aquello que habíamos probado en E3 2019, había bastante miedo con respecto a cuán importantes iban a ser estas plataformas o cuánto tiempo nos íbamos a pasar realizando salto tras salto. La realidad es que estas secciones no son ni tan extensas ni tan frecuentes y sirven más bien para dar un respiro a la acción más frenética. Quizás tire una opinión poco popular, pero en lo personal disfruté de las mecánicas de salto y de las plataformas de DOOM Eternal; creo que crearon secciones bastante creativas y le dieron al Slayer una dimensión y una movilidad que antes no tenía. Vamos a estar saltando por los aires y cubriendo enormes distancias, llegando a lugares que parecían imposibles. Creo que la gran contra es que cada tanto no queda claro a dónde tenemos que dirigirnos por lo confuso del escenario pero a nivel jugabilidad no encontré demasiadas complicaciones.

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Vamos a necesitar de todo nuestro arsenal para sobrevivir

Uno de los aspectos donde DOOM Eternal redobla la apuesta de manera exitosa es en la variedad de escenarios que vamos a visitar. Desde una versión totalmente devastada de la Tierra, con edificios caídos y demonios por todos lados, hasta lugares más medievales y fantasiosos, pasando por otras locaciones nevadas y yendo, por supuesto, a lo más profundo del infierno. Cada nuevo escenario es más impactante que el otro, con laberintos muy bien diagramados que desembocan en arenas abiertas de combate en locaciones que nos quitan el aliento. Ni hablar de que no sólo a nivel artístico es una fiesta DOOM Eternal, haciendo de cada nivel la mejor tapa de disco de heavy metal que se te pueda ocurrir, sino que también es un tanque a nivel gráfico y técnico. Pocos juegos están tan bien optimizados y logran verse tan increíble a la vez; el análisis fue realizado en PC donde DOOM Eternal brilla en el uso de los colores, la iluminación y el nivel de detalle del escenario mientras que no se le cae un solo cuadro por segundo.

Donde también hay más variedad es en los enemigos y en los ocasionales jefes que nos vamos a encontrar en cada nivel. Cada uno tiene una estrategia distinta y si eliminarlos la primera vez nos pareció una tarea titánica, DOOM Eternal se ríe de nosotros cuando al próximo nivel vamos a toparnos con estos jefes en arenas de combate como si de un Cacodemon normal se tratase. Párrafo aparte para el primer combate con uno de los Marauders que me tomó varios intentos para ser victorioso y así con cada enemigo especial que el juego nos va presentando. Lamentablemente antes de cada uno de estos jefes se nos aparece un cartel a modo de tutorial explicándonos exactamente cómo matarlos, cuáles son sus puntos débiles o cuándo los vamos a poder atacar y cuándo no. Entiendo que es para bajar el umbral de frustración y se corresponde con la postura que toma también en cuanto a mostrarnos dónde están los secretos de cada nivel, pero se pierde el disfrute de descifrar cuál es el puzzle que propone cada jefe.

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Habrá que luchar contra todo tipo de enemigos y no dejar de movernos

Quizás sea la nula vergüenza que tiene DOOM Eternal de admitir que es un videojuego la causa de decisiones como esa. Esto es algo que también se ve reflejado en todos los elementos que aparecen en pantalla. Cada item en el escenario brilla y es una explosión de color; tendremos directamente 1 Ups o vidas extras para agarrar, signos de pregunta gigantes que flotan señalizando un secreto por obtener (pueden ser muñecos, cheats o discos musicales) y llaves flotantes. Todo esto nos ayuda a seguir destrabando mejoras incluso en nuestra base llamada ‘La Fortaleza Del Destino’. Al finalizar cada misión vamos a volver a este castillo que flota en medio del espacio y que esconde varios misterios. Es un aspecto que realmente disfruté de DOOM Eternal; el hecho de tener una base propia a la que volver me dio una mayor sensación de pertenencia y de conexión para con el Slayer.

Algo que no había salido para nada bien en 2016 fue el apartado multiplayer de DOOM. Terciarizado a otro estudio, el resultado fue paupérrimo y una experiencia de juego sin personalidad y que no le llegaba ni a los talones al modo historia. En Eternal id Software desarrolló internamente lo que dieron a conocer como Battlemode, un modo multijugador en el que podemos jugar tanto como el DOOM Slayer como con otros demonios. Es un modo asimétrico de 1 vs 2, donde un usuario juega como este icónico héroe y los otros dos pueden ser Revenants o Marauders incluso. En los papeles la idea resulta mejor que en la práctica donde nos vamos a ver involucrados en combates por demás caóticos. Si somos el Slayer no sólo vamos a estar luchando contra otros humanos, sino también contra enemigos controlados por la inteligencia artificial. Siento que es un modo donde cada individuo tiene que estar cumpliendo su rol a la perfección para tener una experiencia entretenida. En cuanto una de las partes se cae, el juego se vuelve muy desbalanceado. Más allá de eso y de la nobleza de jugar con los demonios, no es un modo que me haya impresionado ni aquello que vengo a buscar a DOOM. De hecho, hubiera preferido un modo multijugador más tradicional pero con la calidad de id Software y no de un tercero.

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El Marauder es uno de los enemigos más temibles del juego

El verdadero desafío lo vamos a encontrar en la campaña misma pero sobre todo en lo que se conoce como Portales del Slayer. Estos son desafíos a los que sólo tendremos acceso si encontramos una llave dentro de cada nivel. Básicamente son arenas de combate extremadamente difíciles con los enemigos más complicados del juego; son hordas incesantes que van a exprimir todas nuestras habilidades y cada una que completemos nos acercará un paso más a una recompensa bastante jugosa. Definitivamente estos enfrentamientos son de lo mejor de DOOM Eternal y de lo más memorable de un juego cuyo combate ya de por sí es excepcional.

DOOM Eternal no tendrá ni el mismo golpe de efecto ni nos sorprenderá tanto como lo hizo aquel juego de 2016 pero cuando pisa el acelerador no tiene comparación. No tiene ningún tipo de sutileza a la hora de contar su historia ni maneja tan bien el tono o el humor como su antecesor pero a la vez se anima darnos más variedad que una misma estación espacial en marte o un simple viaje al infierno. DOOM Eternal es una inyección de adrenalina pura con combates intensos que demandan mucho de nosotros como usuarios pero que nos van a dejar extremadamente satisfechos cuando los completemos. La leyenda del Slayer está en buenas manos y seguiremos disfrutando de su capacidad destructora durante mucho tiempo, porque su batalla es eterna y nuestro espíritu, inquebrantable.

DOOM ETERNAL

20/03/2020 (PC, PS4, XBOX ONE, SWITCH)
8.0