ANÁLISIS | Dead Island 2, acción zombi digna de la mejor clase B

Dead Island 2 nos transporta a Los Ángeles para vivir nuestra propia película de cine zombi, con mucha comedia negra y un sistema de combate que nunca se agota.

Anunciado en E3 2014, hubo un momento en que pensamos que jamás veríamos Dead Island 2. Casi 10 años después, tocó experimentarlo de primera mano. Veamos qué nos depara la matanza zombi que planearon Deep Silver y Dambuster

La ciudad de Los Ángeles está en cuarentena y el ejército lo controla todo. ¿Qué sucedió? Hay un virus dando vueltas, pero no uno cualquiera: los habitantes se están convirtiendo en zombis. En el medio del caos, descubrimos que somos de los pocos inmunes que existen. Nos toca, entonces, jugar el papel de héroe o heroína, y convertirnos en la única esperanza de la urbe angelina… y del mundo.

Dead Island 2 no tiene una historia precisamente original o distinta dentro del género zombi, pero sí sabe cómo atraparnos con los personajes que conoceremos a lo largo del viaje. Su punto fuerte es enfocarse en la comedia negra y derrochar un espíritu propio del cine de clase B. El guion abraza lo absurdo y vamos a protagonizar situaciones de lo más disparatadas y conocer a supervivientes con personalidades inolvidables. 

Tenemos para escoger a seis personajes totalmente distintos para iniciar la aventura, tanto en personalidad como en habilidades exclusivas y atributos. Elegí a Carla, una matazombis que se dedicaba a las acrobacias en moto con un carácter fuerte y sin miedos, la personalidad ideal para enfrentarse a los peligros del apocalipsis. Y lo que más me gustó del personaje es que, más allá de lo osada, también tiene momentos para mostrar empatía o para hacer un chiste bien negro cuando la trama lo permite.

Es una historia que resulta simpática por cómo está contada y no tanto por lo que cuenta. Y es que, al final, lo que más importa en Dead Island 2 es la ejecución. También a nivel jugable.

En líneas generales, estamos frente a una versión modernizada del primer título cuyo único punto flojo es que perdimos el mundo abierto en el camino. En su lugar, tenemos zonas amplias, interconectadas, que son los distritos de Los Ángeles, como Bel-Air, Santa Monica o Venice Beach, y un viaje rápido para que no sea un plomo ir y venir, aunque lamentablemente lo desbloqueamos bastante avanzada la historia principal.

Y aunque el mapa no sea amplísimo, por suerte guarda varios secretos y recovecos para descubrir y explorar. Tenemos misiones secundarias de varios tipos, además de los desafíos, que elevarán la vara a la hora de matar zombis de formas específicas. Aunque nos hayamos quedado sin mundo abierto, y que eso haga que a veces sintamos que el mundo es mucho menos inmersivo y orgánico de lo esperado, hay mucho para ver en la Los Ángeles infernal de Dead Island 2.

De todas formas, la experiencia resulta recomendable y divertidísima gracias al sistema de combate, la verdadera estrella de la propuesta. Tendremos un arsenal amplísimo de armas cuerpo a cuerpo y un montón de modificaciones para que el límite a la hora de masacrar zombis sea solo la creatividad. También hay objetos arrojadizos como bombas molotov o de tubo, armas de fuego modificables y habilidades propias de cada superviviente, como patadas voladoras o piñas que hacen temblar el piso y el modo furia, que nos deja sacar al zombi que vive en nuestro interior para darles a los sin cerebro algo de su propia medicina.

Nos vamos a enfrentar con jefes de todo tipo y hordas cada vez más grandes y complejas, con infectados que atacan de varias formas, como un zombi tipo tanque aplastador, zombis incendiarios o explosivos, otros aulladores o incluso algunos muy rápidos y letales, solo por mencionar a algunos. Por fortuna, nuestras armas están a la altura de esta variedad, y lo mismo sucede con los elementos disponibles en los escenarios, como tanques explosivos, cables de electricidad y más, de modo que enfrentarnos a hordas más y más complejas es todo un deleite. Y un verdadero reto, claro.

Lo más esperable es hacer combinaciones elementales, como electrificar enemigos que estén empapados o lanzarse una molotov a un tanque de nafta, pero Dead Island 2 también nos ofrece modificaciones mucho más originales. Tenemos varios tipos de armas: las que son ideales para decapitar, las que hacen más daño si cortamos extremidades, las pensadas para golpear varios enemigos a la vez, entre muchas otras. La idea del sistema es ser estratégico y experimentar.

El arsenal se personaliza en mesas de trabajo que encontramos por el mapa. Ahí mismo se reparan, también, y podemos fabricar otros recursos como botiquines o munición. Lo necesario para hacerlo son piezas (básicamente materiales que encontramos por los niveles) y dinero. Y si un arma ya no nos sirve, podemos desguazarla para tener más materiales o venderla a un mercader. La idea es que no nos comprometamos con ningún tipo de arma. Podemos tener un estilo favorito, sí, pero los combates mismos nos obligarán a usar todo y también nos verán improvisando, lo que significa que la adrenalina es constante. La diversión y la desesperación más visceral por sobrevivir, también.

Lo mejor de todo es que mientras estemos avanzando en la historia, sentiremos que las novedades en cuanto a armas nunca se agotan y lo alocado siempre está presente. Llegamos a un punto en el que podemos usar material orgánico de los zombis para modificaciones incluso más ridículas. 

A nivel visual, Dead Island 2 está más que bien, sobre todo en lo que respecta a la anatomía zombi y la violencia. Los escenarios tienen un dejo caricaturesco, pero apuestan más por lo realista en cuanto a paisajes y terminan siendo un entorno encantador. Las actuaciones y la banda sonora son sencillamente impecables y contribuyen a la sensación de estar en una película del género Z. Y en PlayStation 5 el rendimiento no ha sido más que fluido, como exige la acción tan frenética e ilimitada de la propuesta.

Dead Island 2 es la primera entrega pero con esteroides, con todo lo bueno y malo que eso implica. Es una secuela continuista, lo que hará que quienes nunca se enamoraron de este tipo de juegos, probablemente no vayan a hacerlo con esta entrega tampoco. No reinventa la rueda. Pero, la verdad, es que tampoco necesita hacerlo. Si hablamos de supervivencia zombi con elementos RPG, multijugador y acción sin freno, no hay mejor propuesta que esta. Nos ofrece el bocado completo y no nos deja con ese gusto a pretencioso e incompleto como Dying Light 2. La experiencia resultó fiel a lo que esperaríamos: matanza zombi pura y cruda, con la mejor inventiva a la hora de masacrar.

PUNTAJE: 8.0

Jugué Dead Island 2 en PS5 por más de 25 horas, lo que implicó terminar la historia principal, así como varias misiones secundarias y desafíos. No veo la hora de poder rejugarlo con amigos y sacarle el máximo provecho a las funciones cooperativas.