ANÁLISIS | Warzone 2.0

El battle royale de Call of Duty está de regreso con una secuela que mejora al original en cada aspecto y trae una buena dosis de novedades

En 2020 vivimos la llegada de Call of Duty al género Battle Royale. Warzone fue una bocanada de aire fresco para los jugadores que no podían conectar con la propuesta de Fortnite ni les terminaba de cerrar el realismo castigador de PUBG. A partir de ese momento, Warzone comenzó a recibir una tonelada de contenido extra, desde actualizaciones y mapas nuevos hasta un sinfín de packs cosméticos, que lo posicionó como nexo indiscutido entre los tres CoDs que salieron durante su vida útil. 

El battle royale de Activision se transformó en una máquina de hacer dinero, superando con creces lo recaudado por las entregas individuales, y los accionistas rápidamente entendieron el mensaje: Warzone tenía que ser la punta de lanza de la franquicia. Un poco más de dos años después, luego de pasar de mano en mano, Infinity Ward vuelve a tomar las riendas de su experimento y nos trae Warzone 2.0: Un battle royale más ambicioso, pulido y variado que su antecesor que viene a establecer un nuevo estándar para el género, usando mecánicas prestadas de otros grandes exponentes y haciéndolas suyas.

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Warzone 2.0 es la última etapa del lanzamiento general de Modern Warfare II y, al igual que el battle royale anterior, es completamente gratuito. Esta vez toda la acción se desarrolla en la región de Al Mazrah, que es todo lo que en su momento supo ser Verdansk y mucho más. No sólo por la impresionante extensión de terreno que abarca, sino por la variedad de edificios y estilos de juego que propone. Desde puertos con barcos encallados, pasando por estaciones de combate y puestos de vigilancia, oasis con espejos de agua y hasta centros urbanos repletos de edificios altos. 

Dependiendo de la zona en la que nos encontremos, la topografía permite combates a larga distancia con rifles de francotirador, enfrentamientos de media distancia con vehículos y fusiles de asalto, y los clásicos tiroteos de trinchera a puro escopetazo y granada limpia. Lo importante es que el mapa se siente pulido y diseñado para todo tipo de enfrentamientos, no tiene los problemas de texturas de Caldera y se ve realmente hermoso.

En cuanto a modos de juego, de buenas a primeras trae los mismos de siempre. Es decir, Battle Royale sólo o por equipo en un nuevo y gigantesco mapa inspirado en la campaña del juego principal. Pero, en una inspección más cercana, vamos a encontrar dos modos nuevos que cambian la forma en la que entendemos Warzone

Por un lado, tenemos Battle Royale en 3ra persona, al mejor estilo Fortnite, que puede parecer un simple cambio de cámara pero en realidad afecta muchísimo la jugabilidad. En primer lugar, porque ahora podemos espiar (y que los oponentes espíen) si hay alguien esperándonos detrás de una pared, pero aún más importante, es que cambia la mezcla de sonido del juego. Esto cobra una importancia vital cuando nos damos cuenta que los pasos de los oponentes ya no se escuchan tan fuertes y claros como antes, así que es casi una experiencia nueva

Por el otro lado tenemos DMZ, un modo completamente nuevo que bebe de las aguas de The Dark Zone, de The Division, y nos invita a explorar en equipo una versión de Al Mazrah repleta de enemigos de la IA, con misiones para cumplir, en busca de recompensas únicas y otros jugadores intentando quedarse con nuestro preciado loot. Pero lo más importante es que, si queremos quedarnos con las armas que conseguimos, vamos a tener que escapar en helicóptero y sobrevivir a la oleada de buitres que van a intentar evitarlo.

Más allá de los nuevos modos, Warzone 2.0 incorpora cambios importantes en las mecánicas troncales de la experiencia. Esta nueva versión destaca por tomar una aproximación más realista sin transformarse en un intento de simulación. Los movimientos en general, los saltos, las barridas y las caídas se sienten con más peso. La transición entre correr, saltar y escalar una pared ahora representa un riesgo, apuntar el arma después de este tipo de acciones está penalizado, haciendo el arma más pesada. Lo mismo sucede a la hora de saltar desde lugares altos, hay más daño por caída que afecta directamente a la salud del jugador y no a los chalecos antibala. 

Las armas tienen la misma posibilidad de personalización que Modern Warfare II como vimos en el análisis, y en este caso los ajustes finos pueden hacer la diferencia entre sobrevivir un enfrentamiento o ir derecho al Gulag. La posibilidad de modificar el peso o las características de cada parte del arma nos permite adaptarlas a nuestra forma de jugar, ayudándonos a mantenernos con vida, que es básicamente el objetivo principal de todo battle royale. Otro de los cambios que incorpora esta nueva entrega es la posibilidad de nadar en cuerpos de agua, que funciona como mecánica de desplazamiento anfibio y es a la vez un recurso más para ocultarnos.

Warzone 2.0 cambia también la rutina de looteo y la forma en la que conseguimos nuestro propio loadout. Para empezar, contamos con una mochila básica en la que vamos a poder llevar ítems repetidos a nuestro criterio. La mayoría de lo que podemos guardar en ella comparten slots y nos obliga a priorizar qué llevar o dejar en todo momento ¿Vamos a llevar balas de sniper extra o las dejamos para agarrar ese ataque aéreo? 

Las decisiones se vuelven más tolerables a medida que vamos encontrando mochilas más grandes, pero para llegar a ese punto debemos completar misiones o liberar strongholds. Lo mismo aplica para conseguir chalecos antibalas con placas extra, ya que en este nuevo juego todos comenzamos con sólo dos placas por defecto. El looteo rápido y la microgestión de inventario serán habilidades tan necesarias para mantenerse con vida como la buena puntería.

Al igual que en el modo DMZ, el Battle Royale cuenta con Strongholds y Black Sites repletos de enemigos de la IA. Los primeros son más accesibles y nos recompensan con el acceso a nuestro propio loadout, mientras que los segundos requieren que consigamos una llave especial, que están mucho mejor protegidos y dan mejores recompensas (blueprints, armas legendarias). 

Estas actividades suponen un riesgo extra que siempre vale la pena correr. De por sí, la diferencia entre usar un arma encontrada en el piso y la propia bien personalizada puede definir el resultado de un enfrentamiento. Pero más allá de su funcionalidad, son una fuente inagotable de diversión aún en las partidas más lentas. 

Uno de los cambios más radicales, y mejor recibidos, se aplicó al Gulag. Esta vez se juega siempre en parejas y, si la batalla no se decide rápidamente, aparece “El carcelero” para complicar el asunto. Este enemigo fortificado ataca a todos los jugadores, que deben decidir si trabajan en equipo para derrotarlo o si siguen intentando matarse entre sí. Si lo derrotan los cuatro jugadores recuperan la libertad y vuelven a la partida.

En esencia, Warzone 2.0 sigue siendo el battle royale de siempre, pero está lleno de pequeños cambios que refrescan la experiencia sin apartarse del camino original. El mapa cumple en todos los frentes y, como si esto fuera poco, se ve espectacular. Los modos de juego nuevos aportan variedad, en especial DMZ que es ideal para principiantes o quienes prefieren una experiencia más tranquila para jugar con amigxs.

Las nuevas mecánicas son más que bienvenidas y, sumado a los Strongholds, Black Sites y los cambios al sistema de looteo, hacen que todo se sienta nuevo pero familiar a la vez. Una de las mejores incorporaciones es el chat de proximidad que nos permite escuchar a los enemigos cercanos y viceversa. Es tan caótico como divertido y, si aprendemos a hablar sólo cuando es necesario, puede ser un verdadero as bajo la manga.

Warzone 2.0 no es un juego perfecto y, si bien tuvo un lanzamiento aceptable, tardó un par de días en resolver los clásicos problemas de crossplay y su apartado social. Al día de hoy faltan implementar funciones básicas, como la posibilidad de guardar tus propios planos de armas o saber cuánto tiempo de doble XP nos queda tras activar un token.

Sin embargo, se nota la mano de Infinity Ward en el diseño de Warzone 2.0 y la experiencia final es más que satisfactoria. El nuevo pase de batalla rompe un poco con la linealidad, el sistema de personalización de las armas aporta un nuevo grado de profundidad y el gunplay mantiene el nivel de excelencia al que el estudio californiano nos tiene acostumbrados. Así como está se perfila como uno de los mejores exponentes del género y sienta las bases para lo que serán largos años de actualizaciones. Sin dudas supera a su antecesor en todos los frentes.

Warzone 2.0 | 9.0/10 (PC, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X/S)