ANÁLISIS | Redfall: un juego sin identidad 

Redfall, el juego de vampiros exclusivo de Xbox Series X/S y PC, tuvo su lanzamiento y, lamentablemente, nos encontramos con un título repleto de problemas estructurales y técnicos que parecen muy difíciles de solucionar.

La primera vez que se mostró y se anunció el juego fue en la E3 2021, a través de un tráiler cinematográfico que nos presentaba a cuatro personajes con habilidades distintas, que con mucha clase y humor, se enfrentaban a vampiros en grandes batallas. Desde allí, el título dijo presente en todas las conferencias de Xbox y Bethesda, tomando un lugar privilegiado.

De esta forma, Redfall se comenzó a vender como uno de los futuros grandes exclusivos de la compañía. Incluso, que el estudio Arkane sea su desarrollador era una garantía de confianza, ya que hicieron grandísimas joyas como Dishonored, Prey y Deathloop. Pueden gustarte más o menos estos títulos, pero no hay dudas de que son propuestas sólidas y que poseen una identidad propia.

No me gusta comparar videojuegos con otros que son considerados los mejores de tal año o de su propio género, ya que no creo que todos los lanzamientos deban revolucionar a la industria. Sin embargo, es imposible no comparar Redfall con los antecesores de su estudio y marcar que, al menos para mí y mi experiencia, se trata de un paso en falso para Arkane, ya que el juego no posee identidad y sus grandes dificultades técnicas resultan ser tan solo un ápice de sus verdaderos problemas.

Comenzando por la historia, el juego nos permite elegir entre cuatro personajes que cuentan con distintas habilidades según su clase. Fuerza bruta, sigilo, un personaje más defensivo y una artillera que cuenta con un robotito como compañero son, a grandes rasgos, las opciones disponibles. La trama nos lleva al pueblo de Redfall, que es invadido y controlado por vampiros.

El personaje que vayamos a elegir aparecerá en un barco tratando de huir del pueblo, pero los vampiros van a frustrar nuestro intento solidificando el agua y creando un eclipse constante del sol. De esta forma, nada puede salir ni entrar de Redfall, motivo por lo que nos quedaremos a luchar contra esta amenaza.

Junto a otros sobrevivientes, vamos a establecer una base donde nos podremos abastecer de armamentos y medicación. Además, también va a funcionar como centro de control desde donde podremos elegir nuestro próximo objetivo. La estructura del juego es siempre la misma: elegimos una misión, caminamos por el mundo abierto hasta ese lugar, ingresamos, buscamos la llave de la única puerta cerrada de ese establecimiento, recogemos el objeto o eliminamos a la amenaza, y volvemos al refugio para comenzar una nueva misión.

Por supuesto, haremos todo eso mientras eliminamos vampiros o personas que, por algún motivo, consideran a los monstruos deidades y trabajan junto a ellos para convertir a más humanos en vampiros. El juego es un shooter en primera persona y dispondremos de diferentes armas, junto a las habilidades de los personajes, para enfrentarnos a los enemigos.

En este sentido, quiero mencionar que el gunplay, por más de que sea bastante simple, está bien planteado y es divertido. Las armas y habilidades cumplen con su objetivo sin ser nada del otro mundo. Sin embargo, esto queda opacado por la bochornosa inteligencia artificial, más que nada en los enemigos humanos, quienes carecen de sentido en su accionar, se mueven para cualquier lado, se bugean y no te ven, entre muchas otras cosas.

Los combates contra los vampiros están mejor desarrollados, pero tampoco están librados de bugs y movimientos raros. Por más de que estos sean problemas que se pueden solucionar con algunos parches, la verdad es que las peleas contra los vampiros se hacen repetitivas por la poca variedad en el diseño de los anemigos y sus escasas maniobras de combate.

El juego nos ofrece la posibilidad de enfrentar a los enemigos mediante un combate directo o utilizando la técnica del sigilo. En mi caso, disfruté mucho más el ataque directo, ya que es más dinámico y el escenario está plagado de elementos inflamables y preparados para explotar, fortaleciendo así el gameplay. Además, las muertes por sigilo no tienen siquiera una animación especial, lo que le quita bastante epicidad.

Otra arista para hablar es el mundo abierto del juego, que resulta ser extremadamente vacío. Los dos mapas que componen al título son cuadras y cuadras de casitas y enemigos sin nada diferente para ofrecer. Podremos ir a buscar un objeto puntual, eliminar un nido de vampiros, encontrar refugios para hacer viajes rápidos y no mucho más. El mundo abierto de Redfall ofrece, a niveles prácticas, solamente un recorrido entre nuestra base y la misión que vayamos a completar.

El juego aplica la mecánica del loot, por lo que podremos encontrar armas de mayor nivel y potencia, pero no hay demasiada profundidad en estos dos conceptos, ya que son siempre las mismas armas. Nunca se genera un verdadero interés por ir a buscar algo específico que mejore nuestra experiencia. Además, recogeremos algunos objetos que se van a convertir, automáticamente, en dinero ingame con el que podremos abastecernos en la base.

Lo único que realmente me gustó del juego (o que, al menos, me dio una sensación de esperanzas), fue su ambientación, ya que en ciertos momentos puntuales está muy bien lograda, tanto desde sus climas y el sentimiento de inmersión. En algunas misiones principales, recorreremos establecimientos oscuros, donde la linterna será nuestra mayor aliada y, la verdad, se produce algo de tensión que nos da una idea de lo que debería haber sido toda la experiencia completa. Sin embargo, estos momentos son muy pocos y pierde la gracia rápidamente cuando sabemos que los susurros que escuchamos son de los mismos vampiros que ya eliminamos una y otra ves.

Redfall tiene problemas estructurales en todos sus apartados, y el aspecto narrativo tampoco es una excepción. La historia se desarrolla muy rápido y la interacción entre los protagonistas del juego es poco interesante, por lo que es imposible empatizar con ninguno de los personajes de la historia. Cada vez que terminemos misiones principales cambiarán cosas en nuestra base y habrá pequeños diálogos con los sobrevivientes, pero realmente no termina de generar nada memorable.

Los giros argumentales o los momentos de mayor tensión narrativa se cuentan a través de hologramas, y el juego solo tiene cinemáticas cuando aceptamos una misión principal. Por fuera de las principales, hay misiones secundarias que nos las dan los sobrevivientes de las bases, o misiones de refugio que nos permiten reducir el peligro en distintas zonas del mapa y que, en determinados momentos, tendremos que hacer para poder avanzar en la historia principal.

Cabe destacar que Redfall se encuentra en el servicio de suscripción de Xbox Game Pass, por lo que si ya son usuarios pueden probarlo tanto en solitario como en su modo cooperativo. Sobre esto, quiero mencionar que no cambia demasiado la experiencia e, incluso, al jugar online, sólo el host de la partida podrá progresar en las misiones mientras los compañeros recolectan experiencia y objetos. 

Gráficamente, el juego no se siente de la actual generación y podría tener una atención a los detalles con mayor compromiso visual. A esto se le suma que tiene un montón de problemas técnicos como caídas de frames y que las texturas tardan mucho en cargar. Cabe destacar que yo jugué la versión PC y en la versión de consola está lockeado en 30 fps, aunque ya está anunciado un modo rendimiento.

En definitiva, la mayor problemática de Redfall es que no tiene identidad. Su mundo abierto está completamente vació, su loot carece de profundidad, el gunplay es divertido, pero simple. Por momentos se toma en serio y por momentos no. Logra buenos climas de tensión en algunas misiones, pero tampoco se enfoca a eso. Redfall no sabe lo que quiere ser y, sin lugar a dudas, es un paso en falso para un gran estudio como Arkane.  

PUNTAJE: 4.0

Redfall salió en Xbox Series X/S y PC y se encuentra en la suscripción de Xbox Game Pass. La campaña principal en PC me llevó alrededor de 13 horas.