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Uwe Boll: el director que quiso destruir el mundo de los videojuegos con sus terribles adaptaciones

Un breve repaso por la carrera cinematográfica de Uwe Boll, un hombre que se animó a crear varias adaptaciones de videojuegos y destruir cualquier tipo de ilusión.

El enemigo público número uno en lo que a adaptaciones de videojuegos se refiere: Uwe Boll. Este hombre es de los peores directores que ha parido el cine, no solo porque arruina cada videojuego que toca, sino porque como director hay varios aspectos de sus películas que dejan mucho que desear. Muchos piensan que Uwe es un personaje, pero al menos para mí, hay toda una cuestión ostentosa detrás de sus películas, que no se logra equiparar nunca.

Uwe Boll es un director alemán que gusta de aniquilar cualquier concepto que uno pueda tener sobre hacer películas. Es como que destroza esa ilusión que se genera sobre cada exponente. Le gusta tirar minutos de metraje a la “basura”, siendo su cine sinónimo de la palabra encerrada entre comillas. En algún momento, donde este director lanzaba una o dos películas por año, aquellos que éramos fanáticos de ambos mundos, temíamos realmente al hecho de que este demente cinematográfico intente adaptar nuestro videojuego favorito.

En contraparte a los Premios Oscar, existen los Premios Golden Raspberry, más conocidos como Razzies, de los que alguna vez hablamos en esta web. Estos premios, que cada día cobran más relevancia, premian, valga la redundancia, a lo peor de la industria cinematográfica. Peor director, peor guionista, peor actor, etc. Uwe Boll, de forma totalmente justa, tiene varios premios y nominaciones en su haber a lo largo de su carrera. Y lo más increíble de todo, es que el hombre financia sus propias películas y se siente orgulloso de lo que hace. Obviamente, nadie es tan osado como para poner dinero en una producción de tal calibre. Lo peor de todo, es que, en cada adaptación, en cada película que este inentendible personaje lanza, pierde millones de dólares, ya que a nivel taquilla sus películas son un desastre. Pero, a la hora de volver a invertir, el hombre no tiene límites, al parecer.

En términos periodísticos, incluso impulsado por la propia industria, Ed Wood es considerado como el peor director de la historia del cine. La misma gente que puso este mote sobre dicho director, es la que también nombró a Uwe Boll como “la respuesta alemana a Ed Wood”. Me gustaría que si ya no lo hicieron, intenten ver algunas películas de ambos directores, para poder entender bien de lo que hablo. No es cine Clase B. Ni siquiera es cine Clase Z. Es un nuevo nivel de embolia fílmica, donde incluso con producciones que superan los 60 millones de dólares, no pueden hacer ni un minuto de metraje que valga la pena.

En 2016, Uwe había colgado los guantes, pero en 2022 estrenó una nueva película que promete ser una trilogía. Su carrera comenzó en 1991, así que imaginen el estrago que dejó. Lo irónico, es que siendo de lo peor que la industria del cine nos regaló, el hombre ha dejado una marca. No importa si es buena, mala, regular. Sea como sea, su nombre será recordado. El problema, es que rompió (literalmente, rompió es la palabra) a grandes exponentes del mundo de los videojuegos. Películas que podrían haber sido geniales, pero que este hombre decidió enterrar junto a su tumba cinematográfica. Porque si analizamos su trayectoria, hay otras de sus películas, que no son adaptaciones de videojuego, que sinceramente no son tan malas como uno podría pensar.

En una nota anterior (y la causante de este nuevo especial), hice mención de House of the Dead entre las peores adaptaciones de este hombre. Hoy vamos a seguir con la leyenda, vamos a seguir con esos exponentes que nos llevan a lo peor de este universo, a esos lugares donde todo está mal. Ese recóndito lugar en el éter, lleno de materia oscura, donde conviven las abominaciones perpetradas por Uwe Boll, el demonio en persona.

Si bien House of the Dead de 2003 fue la primera incursión de este hombre a las adaptaciones de videojuegos, fue recién en 2005 con Alone in the Dark que este director expandió su nombre. Como la mayoría sabrá, Alone in the Dark fue el que dio la puntada inicial para el género Survival Horror a como se lo conoce hoy en día. Con grandes referencias a Lovecraft, el videojuego nos llevaba por un mundo sombrío donde debíamos investigar, sobrevivir y avanzar por una historia llena de misterios y seres del abismo oscuro. En la película, que intentó ser una continuación directa de Alone in the Dark: The New Nightmare, el protagonista era el olvidado Christian Slater, por aquel momento con una fama relevante que supo perder. El guion, que se contradecía con el hilo de la historia que pretendía tomar, no mostraba ni un ápice de congruencia. Actuaciones pésimas, VFX a la altura. Lo único rescatable, su banda sonora.

La actriz Kristanna Loken había tenido sus 15 minutos de fama al ser la villana de Terminator 3: Rise of the Machines. El director la llamó para protagonizar BloodRayne, tomando el papel de Rayne, y todo fue cuesta abajo. Mientras los videojuegos mostraban una interesante historia muy al estilo Underworld en algunos aspectos, la película intentaba resumir todo en una simple gresca entre humanos y vampiros, con algunos giros argumentales bastante tontos y huecos narrativos cada dos minutos de metraje. La cinta fue destruida por los críticos, incluso por los actores involucrados. Hubo problemas en su distribución, la cancelaron desde varios cines. Y, obviamente, fue otro fracaso de taquilla, aunque esto último no era sorpresa alguna.

Invirtiendo poco más de 60 millones de dólares en producción, y recaudando poco más de 10, este nuevo fracaso cinematográfico del director alemán tenía como protagonista a Jason Statham. In the Name of the King: A Dungeon Siege Tale, es una adaptación libre, por así decirlo, del videojuego Dungeon Siege, lanzado por Microsoft en 2002. La película parece, como para que se den una idea, un grupo de cosplayers en medio del campo, jugando a diferentes juegos de rol y luchando contra personajes en CGI de pésima calidad. Les aseguro que aquello que se estén imaginando será mucho mejor de lo que es este intento de epopeya. Nadie se explica qué pasaba por la mente de Jason Statham en ese momento, que estaba creciendo con cada película que lanzaba.

Postal es un videojuego conocido por su controversia, basada solamente en la violencia explícita que contenía. No estoy diciendo que esta premisa esté mal o esté bien, no estoy juzgando al Postal por lo que fue, pero si somos sinceros, el eje de la venta del mismo se hizo sobre este concepto, y no por su mecánica o algún aspecto técnico relevante. Uwe Boll intentó aferrarse, varios años después, a ese ciclón de controversia y hacer una película con el mismo nombre, manteniéndose fiel lo mejor posible a la historia original (aunque en realidad, tomaba más de la segunda entrega de la saga Postal) y obviamente, destacando y haciendo abuso de la violencia. El resultado es aburridísimo, una película que no se puede sostener por sí sola, donde ni la violencia que le dio éxito al juego la pudo salvar.

Para está altura, ya nadie entendía como este hombre del mal podía seguir haciendo películas. Los actores eran cada vez más de segunda, pero las producciones seguían siendo “importantes”, teniendo en cuenta los millones de dólares que venía perdiendo desde hace años en su carrera y la poca recaudación que lograban. Fue entonces cuando apareció Far Cry y, en 2008, el mundo fue testigo de una producción que costó 30 millones de dólares, pero recaudó menos de 800 mil dólares alrededor del mundo. Far Cry es una copia de Rambo pero del conurbano, es meterse en la selva con un actor y que no pase nada. Es una pérdida de tiempo, teniendo tantas cosas lindas para hacer. Esta película significó el punto de quiebre, el momento donde el director, al fin, se dio cuenta de que el cine no era lo suyo.

Aun así, dirigió un par de películas más. Algunas de ellas secuelas de otras que ya había hecho (BloodRayne II: Deliverance, BloodRayne: The Third Reich, In the Name of the King: Two Worlds, In the Name of the King: The Last Mission), pero intentó darle un vuelco a su carrera y hacer producciones “originales”, que no estén basadas en ningún videojuego. Claramente, el resultado fue el mismo: el tipo ya había cavado su propia tumba y ni la industria cinematográfica ni los amantes de los videojuegos se lo iban a perdonar. Jamás.