Lo mejor—y también lo peor—que puede hacer un Clicker es hacernos creer que lo que hacemos tiene algún sentido. Seamos honestos, todos los Clickers caen, tarde o temprano (y muchos, más temprano que tarde), en el tedio de tener que esperar horas hasta que podemos hacer un click significativo, viendo los números crecer a valores tan descomunales que ya pierden todo significado. Pero, a veces, a los desarrolladores se les ocurre adornar a su Clicker con un apartado gráfico más interesante, y sólo con eso consiguen engatusarnos para entrar y perder nuestro tiempo. ¿Por qué es esto tan enviciante?

La consigna de Swarm Simulator es sencilla: debemos criar una plaga de bichos para conquistar terreno, siguiendo una cadena de escalafones que co-dependen unos de otros. En un principio nuestro objetivo se limita a obtener insectos drones que irán a recolectar comida para el resto del enjambre, y luego usaremos tanto la comida como las larvas que se van generando automáticamente para engendrar unidades que irán conquistando tierras… que a su vez aumentará la frecuencia de generación de larvas, formando un círculo de cooperación viciosa tan bien planeado que vamos a tardar un buen rato en darnos cuenta que no llegamos a ninguna parte.
Ocurre que Swarm Simulator va añadiendo nuevas unidades y mecánicas al paso justo para mantenerse siempre relativamente interesante, a lo que ayuda su agradable estética low-poly. También es muy bueno ver que cada unidad cuenta con un reloj que indica exactamente cuánto falta para alcanzar la próxima mejora, teniendo en cuenta el nivel de producción actual. Sin embargo, el golpe maestro del juego es ocultar por completo su sistema de monetización hasta una o dos horas dentro de la experiencia, para cuando ya estamos enviciados con la misma y nos agarra desprevenidos. Desde luego, no es necesario comprar nada, pero hay que admirar la peligrosa precisión con la que los desarrolladores van soltando migas de contenido.

Casi me da vergüenza sugerirles que vayan y descarguen Swarm Simulator en Steam, porque al fin y al cabo es “sólo un Clicker”, pero es uno de los casos en los que la experiencia que nos da resulta inesperadamente satisfactoria. Ustedes prueben… pero, con mucho cuidado, ¿eh? De la prueba al vicio hay sólo un click de distancia.