La pandemia de Covid-19 sigue lastimando la economía a nivel global y es muy probable que no hayamos visto todavía los peores signos del daño ocasionado. Sin embargo, nada parece alterar el curso de la industria del videojuego, que incluso con esta problemática se las ha ingeniado no sólo para presentarnos una suerte de pseudo E3 virtual, sino también asegurarnos y jurarnos que los cacharros de próxima generación llegarán efectivamente este año, sin que debamos temer retrasos por problemas en la línea de producción.
Sí, todos estamos muy entusiasmados con poder jugar con estos maquinones, evidentemente capaces de desplegar gráficos que no estamos seguros de necesitar del todo -ni que expandirán de alguna manera las experiencias conocidas- pero que igualmente queremos en nuestros vetustos teles; el gran problema es la situación económica que nos rodea. Y este no es un problema que atañe sólo a nuestro país: todos los países están con diversas problemáticas, pero es innegable que en las economías menos establecidas o emergentes, la situación es mucho peor.
Con los números que se manejan en términos de sueldo promedio, con la precarización general, los costos de vida, los impuestos y lo volátil que es el asunto cambiario en Argentina, pensar en una PlayStation 5 o Series X de 500 dólares en las tiendas norteamericanas o europeas rápidamente catapulta el precio a no menos de noventa mil pesos: después todo, en los retailers principales una Xbox One S pisa los sesenta mil pesos; una consola que en los Estados Unidos cuesta 300 dólares. Y aunque por lo general, los retailers suelen manejar costos un poco más elevados que importadores particulares, lo cierto es que hoy por hoy, no hay gran diferencia entre ambas opciones.
¿Cuántos sueldos íntegros podría costar conseguir una de estas máquinas nuevas? ¿Quién puede darse el lujo de destinar todo ese dinero desatendiendo lo que implica subsistir en este contexto? Son preguntas que tendrán diversas respuestas atendiendo a la realidad de cada uno, pero es innegable que la coyuntura es muy complicada. Así y todo, nuestra realidad económica no es distinta a la del resto de la región. Latinoamérica toda es un continente golpeado desde lo económico y lo ha sido desde siempre, y si en países de economías más fuertes los videojuegos se consideran casi un lujo, por estos pagos estamos ante una suerte de pasatiempo divino.
Pero siempre suele decirse que donde hay caos, hay oportunidad. También es cierto que la comunidad que juega es muy activa y con todas estas circunstancias adversas, en nuestro continente se juega, y mucho. De hecho, diversos reportes acusan un crecimiento sostenido en los últimos años que, en nuestro país por ejemplo, significa que existe representación oficial por parte de Sony, Nintendo y Microsoft. De todas estas empresas, la última mencionada es quien podría tener la clave para convertir una enorme cantidad de jugadores que tradicionalmente se vuelcan por PlayStation.
En más de una ocasión me han preguntado qué sistema recomendaba para jugar. Dejando de lado exclusividades, hace tiempo que Microsoft está haciendo un estupendo trabajo localizando los precios de sus juegos en los mercados regionales y, con todo lo que sumó Xbox Game Pass, lo convierten en una oferta difícil de rechazar: una consola que solía costar relativamente poco, con un abono que te permite jugar a los títulos más importantes. Es ganancia por todos lados. Desde lo financiero, -al menos en nuestro país- existen muchísimas ventajas de Xbox por sobre la competencia, y sin embargo, no ha sido lo suficiente para atraer a un público tradicionalmente fiel a PlayStation. La estocada de Microsoft, sin embargo, podría ser la llegada del programa Xbox All Access.
Para quienes no lo conocen, Xbox All Access permite pagar un abono fijo por veinticuatro meses que incluye el abono a Xbox Game Pass, pero también te permite cuotificar tu consola Xbox elegida -hasta ahora, están todas incluyendo la X-, pudiendo retirar y disfrutar el sistema casi de inmediato, sin poner más dinero que la primera cuota. Pero si es tan bueno, ¿por qué no vendieron tantas consolas en aquellos países donde esta modalidad está vigente? Bueno, aunque parece sencillo, no lo es. En el caso de Estados Unidos, no es Microsoft siendo dadivoso quien te permite llevarte su consola, no.
El gigante de Redmond no financia ni da créditos sino que es la financiera Citizens One, un banco que maneja desde hipotecas hasta los tristemente célebres y abusivos préstamos estudiantiles tan comunes en el país del norte. A su vez, la disponibilidad de consolas depende de alianzas con retailers de primera línea de aquel país. Esto nos hace suponer que trasladar este modelo de financiamiento puede llegar a tener sus complicaciones, sin lugar a dudas. Pero tal como dijo Phil Spencer en Gamelab, las intenciones están.
Porque si logran establecer un sistema de financiamiento en nuestro país -y en toda la región- podrían tener en sus manos la llave para cambiar la polaridad de la comunidad. ¿Comprar una consola de nueva generación en cómodas cuotas y con un sistema justo? No sé ustedes, pero yo lo firmaría sin dudarlo. Habrá que esperar al showcase del 23 para más novedades respecto a esto, y estar atento a lo que venga después. No falta tanto después de todo: aunque los días a veces transcurren lento, ya estamos a cuatro meses y monedas de la llegada de la nueva generación.