¿Qué es la E3? Depende de dónde estés parado. Para las compañías y desarrolladores, significa el movimiento de una enorme cantidad de recursos de todo tipo para estar presente en Los Ángeles durante una semana: equipo dedicado para cerrar una demo, relaciones públicas, desarrolladores para entrevistas, demos, hospedajes y el costosísimo espacio a ocupar en el Centro de Convenciones. Ni hablar si vas a exponer en un escenario: sumale otros ceros más a la ecuación. Si sos parte de la prensa, significa que vas a estar una semana fuera de tu casa, con extensas jornadas laborales, corriendo más de diez kilómetros por día para probablemente no llegar a cumplir con todas las demos y citas que se suceden entre una punta y la otra del enorme predio. Eso, claro, si estás bien conectado e hiciste los deberes: sino, te toca esperar más de cuatro horas en un día con 8 horas “hábiles” para probar un juego. Si sos parte del público, olvidate: además de los puestos de comida ultra caros y los stands de merchandising, no hay mucho más para hacer, y es que E3 no es Pax. Estés donde estés parado, entonces E3 es simplemente una locura.
Y que no se malinterprete. Estoy muy agradecido de haber podido asistir a un par de E3, tanto como “fan” que soy de todo lo que involucra videojuegos, así como también en calidad de corresponsal: se aprende muchísimo cubriendo un evento de semejante envergadura.Pero lo cierto es que hace bastante que la relevancia de la E3, tanto como su razón de ser, se vienen poniendo en duda desde todos los ángulos posibles. Nintendo fue la primera que lo vio venir: dejaron de hacer sus clásicas conferencias para adoptar un formato digital. Mejor dirigido, con información más concentrada y con un completo control sobre el mensaje. Muchas compañías lo siguieron en dicho estilo comunicacional, de hecho, hoy por hoy las empresas en general hablan directamente con su base de fans y potenciales consumidores a través de streamings, posteos de blog y más: el paradigma ha cambiado, tanto como nuestro rol de comunicadores.
Aunque parezca mentira, desde la primera E3 a la que asistí en 2013 hasta hoy en día, han tenido lugar un montón de avances tecnológicos que facilitan una nueva forma de hacer las cosas. Este año, E3 tenía los días contados: Sony se había retirado por completo, Electronic Arts mantuvo la distancia y Geoff Keighley retiró su apoyo. La ESA -compañía responsable del certamen- se las vio negras y trató de pivotar hacia lugares que no le cerraron a nadie, tal como se filtró en documentos internos, haciendo mención a distintas “experiencias” para los jugadores. Y llegó el Covid-19, que los forzó a tomar una decisión que por lógica deberían haber tomado antes: la E3 de 2020 se canceló. Cuando se conoció la noticia todo fue furor e incertidumbre, pero acá estamos, casi a mediados de julio y, salvo Microsoft y Bethesda, casi todos los publishers grandes ya se han pronunciado. Puede que nos falte algún suplemento, pero es justo decir que el diario del lunes está casi completo como para poder hablar de resultados.
Y lo cierto es que la experiencia de la “no E3, desde casa” no estuvo nada mal. La humanidad entera está adaptándose a las nuevas formas de trabajo y comunicación en tiempos de pandemia, y esto se notó en cada uno de los streams que vimos hasta acá. Pero la información estuvo: vimos PlayStation 5, tuvimos un pantallazo de lo que Ubisoft tiene entre manos de acá hasta el año que viene; Devolver Digital la volvió a romper incluso aportando nuevas herramientas de comunicación. Ninguna de estas experiencias fue perfecta, pero para tratarse de una primera vez sin pisar Los Ángeles, yo diría que fue un éxito. Incluso ciertos medios de USA pudieron usar por primera vez un sistema para poder probar juegos como Cyberpunk 2077, Assassin’s Creed Valhalla o Watch Dogs: Legion. Es decir que ya ni siquiera es necesario estar físicamente allá para poder probar juegos por salir.
El tema de la accesibilidad es la gran X a despejar todavía: movidas como la de Microsoft, que habilitará demos de muchos de los juegos que se van a presentar el 23 de julio son sin lugar a dudas, el camino a seguir. Ni hablar de eventos como el Summer Game Fest 2020, que también han hecho lo propio en este sentido. Hay mucho para mejorar en este aspecto, pero estoy seguro de que de momento a otro, esas mejoras llegarán.
En definitiva ¿realmente necesitamos una E3? La respuesta parece ser que no. De esta experiencia que todavía no termina, ¿qué es lo que nos va quedando? Es obvio que las compañías están aprendiendo una nueva -¿y mejor?- forma de utilizar sus recursos. La audiencia y los jugadores obtienen eventos más inclusivos, porque están pensado íntegramente para ellos. Y nosotros, los medios y comunicadores, podemos cubrir todo con otra tranquilidad, sin estar lejos de casa, pero con la difícil tarea de resignificar nuestro rol una vez más: porque ya no somos los “guardianes” del acceso y la información.
La pandemia de Covid-19 sigue alterando el rumbo de un montón de usos, costumbres y formas de vivir y cuando se vaya -quiero pensar que en algún momento se va a ir- creo que muchas de estas nuevas perspectivas van a quedarse con nosotros, porque son más eficientes, porque esto nos llevó a pensar distinto, a intentar optimizarlo todo. Esta primera “no E3” marca un antes y un después, e incluso con todo para mejorar, una cosa es cierta: sí que llegó para quedarse.