Retroinspección: Tanglewood

Ningún juego debe ser analizado bajo el escrutinio de la misma lupa. Muchas veces nos encontramos, en esta industria tan generosa, con sorpresas inesperadas que escapan al análisis tradicional, debiendo ajustar nuestros parámetros personales para adaptarlos, amoldarlos, a lo que el juego a investigar representa; la época a la que alude y la tecnología de aquellos años.

Por ejemplo, hoy en día es relativamente sencillo desarrollar nuestro propio videojuego. Bastará con utilizar alguno de la docena de programas específicamente creados para facilitar la creación de nuestra ópera prima en el formato que deseemos: plataformero, RPG, Novela Visual, Aventura Gráfica… pero, ¿qué pasa cuando nuestro juego apunta a hardware antiguo? Aquí la cosa cambia; el espacio de trabajo se reduce, y el ingenio para que nuestra obra quepa en la limitada capacidad de un cartucho es puesto a dura prueba. A dura prueba, también, es puesta la lupa del analista que deba retrotraerse a tecnología de tiempos pasados para entender todas las bondades (y también todos los pormenores) que cosas como Tanglewood ponen sobre la mesa.

Tanglewood podría ser un juego de plataformas más del montón, con la excepción de que fue concebido, planificado y desarrollado para ser lanzado como cartucho de Sega Mega Drive, o Sega Génesis dependiendo de la región del mundo. Gracias a una exitosa campaña de Kickstarter su desarrollador, Big Evil Corporation, obtuvo los fondos para llevar a cabo el sueño de Matt Phillips, el creador, que programó el juego en lenguaje ensamblador; lo cual ya es una proeza en sí misma. Esto quiere decir que si encontramos uno de los cartuchos de Tanglewood por ahí, podremos usarlos en nuestra vieja consola Mega Drive como si de un clásico de los ’90 se tratara. Si no, existe la versión descargable para PC, mediante emulador.

Por todo lo anterior es que analizar el juego en sí no es tan fácil como parece en un principio. No es que el juego no tenga sus buenos méritos: Tanglewood es un funcional plataformero en el que controlamos a Nymn, una especie de zorro que se ha alejado de su manada y ahora debe encontrar el camino de regreso a casa. Pero el mundo de Tanglewood oculta mil peligros que van surgiendo a medida que la noche gana terreno, así que nuestro viaje estará colmado de toda clase de dificultades.

Antes de proseguir debo hacer notar una de las principales dificultades de Tanglewood para el público moderno: LEAN EL MANUAL DEL JUEGO. En el emulador de PC pueden acceder al mismo presionando ESC y eligiendo la opción desde el menú que aparece. Esto es imperativo para aprender el esquema de control y el significado de algunas habilidades especiales, porque en el juego—y seguramente debido a la limitada memoria del cartucho—no se nos explica absolutamente nada.

Nymn, nuestro protagonista, debe alcanzar el final del nivel actual para pasar al próximo. Eso es todo. La dificultad está en sortear los obstáculos en el camino, desde algunas trampas del terreno hasta un puñado de enemigos que harán acto de presencia de forma bastante esporádica. De hecho, este no es un juego de acción a lo Sonic o Mario, sino más bien un ejercicio de exploración con toques de ingenio, ya que debemos valernos de la habilidad de Nymn de empujar cosas para mover piedras, troncos y especialmente pequeñas bolas peludas—habitantes del bosque—que dotarán a nuestro protagonista de habilidades temporales si conseguimos llevarlos de regreso a sus nidos.

Estas habilidades permitirán a Nymn caer con suavidad, detener el Tiempo y hasta domar a algunas de las criaturas más grandes que encontraremos en nuestro periplo, utilizándolas para cubrir grandes porciones de terreno. Eso, claro, siempre que nos dure el poder especial, porque el juego no se molesta ni siquiera en mostrar un contador de ningún tipo para que el jugador sepa cuánto le queda de uso; ni una cuenta regresiva ni alguna clase de barra que vaya en descenso. Si bien no es estrictamente necesario, esa ligera falta se siente muy incómoda.

También hay que hablar del esquema de control. Más precisamente, de la velocidad de Nymn y del momento de salto. El personaje se controla como si estuviera en una superficie de hielo; es decir, tardará un segundo o dos en tomar envión hasta alcanzar velocidad de carrera, y luego demorará otro segundo o dos en desacelerar cuando intentamos dejar de correr. Esto suele causar el efecto contrario al de la velocidad de carrera de nuestro protagonista: vamos a tener que avanzar con lentitud, midiendo cuidadosamente cada salto para no seguir de largo o quedarnos demasiado cortos.

Otro motivo para ir despacio es porque, pese a que hay realmente muy pocos enemigos y peligros en cada nivel, bastará con un roce para que Nymn caiga muerto; y aquí tiene lugar el peor elemento del juego: Tanglewood se vuelve demasiado frustrante demasiado rápido. No es sólo la falta de información o los controles, sino la cantidad de veces que nuestras muertes se sentirán injustas ante lo que ocurre en pantalla. Si bien el juego cuenta con checkpoints en cada etapa, muchas veces la distancia entre uno y el próximo es lo suficientemente larga para que una muerte inesperada nos haga repetir todo, una y otra vez. El hecho de que cada deceso implica casi diez segundos de espera hasta volver a probar va mellando nuestra paciencia con deliberada vehemencia.

Más adelante en el juego se nos presentará un compañero de viaje: un zorrito más joven que nos seguirá a todos lados y que será de vital importancia para resolver nuevos desafíos del terreno. Lamentablemente, la falta de comunicación hará que muchos jugadores no se den cuenta de que podemos cargar en hombros a nuestro compañero para lanzarlo hacia arriba, lo que le permitirá alcanzar plataformas elevadas. Aunque la inteligencia artificial de nuestro nuevo amigo es digna de elogio para las limitaciones de la Mega Drive, también es cierto que en más de una oportunidad tendremos que regresar para sacar a nuestro compañero del bucle de confusión lógica en el que se ha metido, a veces hasta sintiéndose como una carga innecesaria que sólo añade problemas.

Se siente muy injusto criticar a Tanglewood de todo lo que se ha dicho hasta ahora, en especial porque el juego realmente hace méritos para destacar todas sus bondades; pero parece como si cada bondad trajera un problema a rastras. El apartado gráfico es realmente muy bonito; todo un logro para la tecnología de antaño, con mapas que parecen más grandes de lo que en realidad son, decorados con varios elementos y detalles fantásticos; en especial el efecto de atardecer a medida que el sol se va ocultando, dando lugar a la noche y a los peligros que ésta nos depara.

No estoy seguro de poder decir lo mismo del audio. Las pocas tonadas que suenan en momentos clave están bastante bien, pero la mayor parte del juego transcurrirá en un silencio roto apenas por algunos sonidos de escena; y no termino de decidir si esto es una elección deliberada para resaltar la sensación de soledad, o bien si es una omisión de parte del desarrollador. De una forma u otra, el silencio se siente incómodo.

También sería muy mentiroso de mi parte negar que el juego pega un inesperado volantazo emocional hacia la mitad del mismo; una movida que no voy a revelar, pero que me dejó en una mezcla entre admiración y enojo por la misma razón. Dejemos que sea el propio jugador el que opine, llegado el momento. Pero para que ese momento llegue, primero hay que superar quizá demasiadas pantallas de frustración en aumento.

Aquellos que superen esas limitaciones de hardware encontrarán en Tanglewood un juego fascinante para los tiempos que corren; un viaje de sensaciones a una época pasada que ni siquiera los mejores títulos “Retro” de hoy consiguen emular. Es una experiencia difícil de digerir; en especial para los jugadores más habituados a muchas facilidades modernas; pero también una experiencia digna de nuestra atención. Más allá de todas sus falencias, es muy bueno ver que las viejas consolas siguen recibiendo el incondicional cariño de algunos dedicados desarrolladores.

Quedémonos con eso último.

LO MEJOR:

  • Muy lindo apartado visual.
  • El juego se vuelve más interesante a medida que avanza.
  • El hecho de tener un nuevo juego de Mega Drive en 2018.

LO PEOR:

  • Demasiados silencios.
  • Incómodo control de personaje.
  • Se vuelve un ejercicio de frustración.

Entonces… ¿Vale la pena jugarlo hoy?

Recomendaría jugarlo tan sólo por la experiencia, el viaje al pasado y la apreciación de un producto de semejante calibre ante las limitaciones de la consola en la que hace acto de presencia. El juego en sí es un plataformero enfocado principalmente en navegar niveles y resolver algunos puzles del terreno; y su sistema de control, sumado a la idiosincrasia de su dificultad, está dispuesto a darnos bastantes frustraciones. Diría que es un producto sólo para fanáticos; quizá para jugadores con demasiada curiosidad. Al que le interese, Tanglewood cuenta con una demo en Steam. Vayan y prueben… Y LEAN EL MANUAL.