La noche acuna las calles de Tokio y, en el vaivén de taxis que recorren estas rutas, una figura espectral espera al próximo vehículo, buscando algo en la ciudad. Así comienza una aventura de fantástica estética y atrapante narrativa. Así comienza Bird of Passage.

La ambientación de esta propuesta indie cautiva con su minimalismo: apenas un automóvil rodando por calles infinitas, rodeados por la oscuridad de las últimas horas del día y las primeras de la mañana; un escenario salpicado de pausas entre que nuestro extraño protagonista abandona su taxi actual hasta que el próximo lo recoge. En estos pocos elementos ya se encierra una poderosa sensación de melancolía, de soledad; más aún cuando sumamos el contenido de los diálogos entre nuestro personaje y sus conductores.
No deseo contar nada demasiado puntual acerca de estos diálogos, pues ir desenvolviendo la historia personal de nuestro inusual protagonista es el núcleo del juego. Bastará con decir que la naturaleza de este ser proviene de tiempo atrás; un alma perdida con una deuda pendiente, un destino al que debe llegar, pero no sabe cómo hacerlo exactamente. Por eso debe relatar sus recuerdos a los taxistas de Tokio, que poco a poco van ensamblando piezas de la narrativa hasta formar una imagen completa de la situación. Es una reconstrucción fascinante; quizá un poco lenta, pero altamente satisfactoria cuando llegamos a la etapa final de nuestro viaje.

Bird of Passage es uno de esos pequeños experimentos indie que le hacen bien a la industria. Es ideal para jugar de noche, preferentemente con la casa a oscuras; no porque sea un juego de terror (que no lo es), sino para adentrarnos aún más en la poderosa ambientación de estas calles silentes, cargadas de misticismo. No pierdan la oportunidad de bajar el juego y experimentarlo ustedes mismos, porque es totalmente gratuito y el viaje que nos ofrece vale cada segundo. Más cosas como esta, por favor.