Al estilo de juegos como What Remains of Edith Finch y Dear Esther, llega Promesa, un walking simulator que nació como un proyecto muy personal. Su creador, el argentino Julián Palacios, se inspiró en una conversación familiar: en el juego deambulamos por sueños y recuerdos que surgen de un diálogo entre un abuelo y su nieto.
Promesa es una experiencia que se disfruta cuando nos dejamos llevar por su propuesta. Se trata de un art game que nos propone explorar paisajes urbanos muy propios de Argentina y de Italia (Palacios vive en Milán), mientras escuchamos a alguien que intenta recordar sus experiencias. El pasado y el presente se mezclan, formando una corriente de imágenes que son tanto personales como compartidas.
Desde recuerdos de casas y calles hasta visiones surrealistas de lugares imaginarios, Promesa es una experiencia contemplativa sobre lo que sucede cuando nos quedamos soñando con las cosas que no hemos vivido de primera mano. El viaje maneja distintos tonos: hay momentos que nos transmiten nostalgia y calidez, y otros más sombríos, que pueden generarnos tristeza o incluso miedo.
Promesa se divide en segmentos interactivos, cada uno de ellos introducidos por un párrafo, que no son más que fragmento de conversaciones sin contexto. Pero tratan temas tan universales que es imposible no sentir que nos tocan una fibra ahí dentro.
Las escenas en Promesa van desde recorrer un apartamento o un pasillo –escenarios recreados de manera tal que se sienten muy familiares para todos los argentinos– hasta terminar caminando en un paisaje surrealista difícil de explicar. La banda sonora es tan protagonista como el ambiente y entre ambos logran una inmersión interesante, conjugada por gráficos pixel-art con iluminación realista.
Es llamativo cómo las escenas nos trasladan a una época. Ya sea porque vemos un mate, un mueble típico de la casa de nuestros abuelos o el pasillo de un ph con baldosas clásicas, cada escenario nos despierta algo que si vivís en argentina y tenés más de 25 años lo vas a poder entender.
La propuesta de Julián Palacios está más cerca del arte interactivo que del videojuego tradicional, así que no está pensada para todo tipo de públicos. Si aman este tipo de juegos, con Promesa van a poder conectar de varias formas. Cada pasada dura unos 40 minutos y será necesario experimentarlo varias veces para ver todas las escenas.
Tras haber pasado por Tokyo Game Show 2020, ‘Game on! El Arte en juego’ y el festival de videojuegos y arte, Independent Games Festival, Promesa aterrizó en Steam y en itch.io hace unas semanas.