Gracias a Twitter pude descubrir hace poco un pequeño juego de navegador que me acompaña todas las noches. Wordle es básicamente un juego de palabras donde completando letra por letra tenemos que adivinar la palabra del día. Es un proceso que no lleva más de unos minutos y es tan simple que se convirtió en parte de mi rutina diaria. Wordle no será una experiencia tradicional, pero sigue siendo un juego, y en particular es un juego que se adapta a las necesidades actuales de una persona como yo que cuenta con una determinada cantidad de tiempo libre. Me resulta curioso haber descubierto ese placer en una experiencia tan compacta durante la misma semana en la que el infame tweet de Dying Light 2 hizo estragos.
El primer Dying Light fue un juego que me gustó mucho, tanto como secuela espiritual de Dead Island como su propia experiencia en sí. Dying Light 2 es un juego que me llama la atención, pero ese extraño tweet publicado hace unos días sobre la cantidad de horas que puede llegar a durar el juego me hizo entrar en alerta. Techland, los desarrolladores del juego, insisten que completarlo al 100% tomará aproximadamente 500 horas, mientras que un jugador común podrá terminar la historia más todas misiones secundarias en 80 horas. ¿Querés jugar solo la historia principal? Eso te va a durar 20 horas. Más allá de los argumentos sobre si esas 500 horas serán contenido de calidad o puro relleno, lo importante es que esas declaraciones reavivaron el debate sobre la duración de los juegos.
Que Techland haya hecho ese primer tweet sobre las 500 horas no fue un accidente. Para un distribuidor, que un juego dure más horas es indudablemente algo positivo. Eso significa que la gente pasa más tiempo con tu producto, lo que lleva a dos consecuencias importantes: la primera es que pasan menos tiempo con otros productos, y la segunda es que son más propensos a gastar más en tu producto si les ofrecés contenido extra pago. Esto es un modelo cuyo éxito ya está confirmado, gracias a juegos como Assassin’s Creed o incluso títulos como God of War, que a los largo de los años se fueron volviendo más y más largos y así y todo siguen siendo éxitos comerciales. No importa que la mayoría de la gente nunca termine los juegos (algo que se puede confirmar gracias a las estadísticas de trofeos y logros), lo importante es que esos juegos venden.
Por supuesto que esas son solamente las experiencias single-player, finitas en su duración por más largas que sean. Los juegos como servicio, estilo que se popularizó en los últimos años, son lo más cercano a la experiencia infinita que estos títulos single-player desearían ser. Fortnite, Apex Legends, Destiny, Final Fantasy XIV, todos ellos son juegos de hace años que todavía tienen enormes contingentes de jugadores. Incluso otros juegos siguen en pie por el solo hecho de tener una oferta multiplayer. Yo mismo, por ejemplo, todavía juego Dragon Ball FighterZ, que ya está transitando su cuarto año. Me es imposible cuantificar las horas que he puesto en ese juego pero seguramente hayan sido más de 500. Y esa cantidad de tiempo es algo mucho más típico en la gente que juega solo un juego y nada más.
Lo cierto es que existe otro contingente de jugadores que busca experiencias más reducidas, y son los que más rechazo sintieron ante el tweet sobre las 500 horas de Dying Light 2. Es algo entendible; hoy en día la vida moderna no trata a todos por igual y algunos no tienen el tiempo para disfrutar del gaming como les gustaría: padres con hijos, gente con dos trabajos, aquellos que estudian y trabajan, o simplemente aquellos que quieren completar la mayor cantidad de juegos posibles. Esas personas tienen hábitos de juego diferentes, e incluso un juego de 20 horas puede sonar a mucho. Lo importante en todo este debate es entender que ninguna forma de jugar es superior a la otra, y que un juego puede ser bueno o malo sin importar su duración. Al fin y al cabo son muchos los factores que contribuyen a la calidad de un juego, y la duración rara vez suele ser uno de los más importantes.
Quizás el ejercicio más difícil es ponerse en el lugar del otro para poder entender las circunstancias que los llevan a realizar ese tipo de quejas. El Gamer69420xXx que te podés encontrar en las menciones de Techland diciendo que Borderlands es mejor porque lo jugó más de dos mil horas suena ridículo, pero cuando te ponés a pensar es señal de una persona con mucho tiempo libre. Gradualmente yo me voy plantando firmemente en el otro “bando”, donde las experiencias más compactas son las que más me atraen por mis tiempos personales. Hace 10 años, cuando mi única preocupación era aprobar el curso de ingreso de la facultad, podía jugar 300 horas de Skyrim en un mes sin ningún problema. Cada persona tiene sus tiempos, e incluso esos tiempos van a variar a lo largo de la vida.
Como comunidad del gaming tenemos que entender que la duración de un juego no significa nada por sí misma. Para alguien como yo, que Dying Light 2 pueda llegar a durar 500 horas es algo ridículo, pero para otra persona la idea de jugar Wordle suena a una pavada. Los juegos no solamente cuestan dinero, sino también el tiempo que decidimos invertir en ellos. El valor que cada uno de nosotros le asigna a ese tiempo es algo único, y no tiene que ser algo dictado por tweets marketineros que buscan hacerte pensar que el juego más largo es el mejor juego. Terminar un juego o no; jugar un juego corto o uno largo. La verdadera importancia de esas acciones la determinamos nosotros, y cuando entendamos que cada persona tiene hábitos de juego diferentes probablemente dejen de existir estos debates que se repiten cada tanto y no llegan a ningún lado.