Como a mucha gente después del año infernal que fue 2020, personalmente el paso del tiempo ya no significa mucho para mi. Así y todo, me sorprendió darme cuenta que hace apenas un poco más de dos años fue lanzado Apex Legends, uno de mis juegos favoritos del 2019. Esos primeros meses con el juego de Respawn fueron hermosos, y me habían hecho enamorarme de un first-person shooter multiplayer de una forma en la que ningún otro juego lo había hecho en años. Obviamente que el tiempo pasó y yo me puse a jugar otros juegos mientras Apex Legends seguía en la suya. Pero la semana pasada me decidí a volver después de más de un año sin tocarlo, y la experiencia fue realmente rara.
Lo primero que tengo para decir es que esta vuelta no fue simplemente porque sí, sino que tenía un motivo particular. Apex Legends salió en Nintendo Switch la semana pasada, y la idea de un port de un juego como este me resultó tan intrigante que no pude evitar descargarlo. Al igual que en sus otras versiones, Apex Legends es un juego free-to-play, y como tal uno no necesita estar suscripto a los servicios online de ninguna de las consolas para poder jugar partidas. Cualquiera con una Nintendo Switch puede simplemente descargar el juego y probarlo por sí mismo sin poner un solo centavo. Mi vuelta a Apex Legends, entonces, tiene dos aspectos principales: el jugar en una plataforma nueva, y el volver al juego después de mucho tiempo.
El port de Apex Legends a Nintendo Switch, en cuanto a los aspectos técnicos, es quizás lo más interesante de toda mi experiencia. Quien haya jugado el juego sabrá lo amplio y detallado que puede llegar a ser el mapa, y quienes no lo hayan jugado igual pueden imaginarse la escala de un battle royale desarrollado por el estudio detrás de Titanfall y Star Wars Jedi: Fallen Order. La primera impresión de la versión de Switch es, lisa y llanamente, fea, con un juego que se ve borroso y texturas que claramente sacrifican mucho para poder correr en la consola. Es increíble tener un juego como Apex Legends de manera portátil en la Switch, pero la experiencia no es la misma ni gráficamente ni en cuanto a rendimiento, con los 30 fps a los que intenta correr el juego. Para colmo hay crossplay, lo que inmediatamente te pone en desventaja.
Si el port en materia técnica es tan flojo entonces, ¿por qué existe? ¿Hay alguna razón en especial para llevar Apex Legends a la consola de Nintendo? La respuesta es un sí rotundo, aunque los motivos quizás no son tan obvios. La realidad es que Apex Legends es un juego increíblemente popular en Japón, con un altísimo número de streamers y Virtual Youtubers jugando el título de manera diaria. Existen incluso torneos regulares exclusivamente de Vtubers. Considerando que la Nintendo Switch es la consola más vendida en Japón, es lógico entonces llevar el juego a esa consola. Más allá de lo exitoso que este port pueda llegar a ser de este lado del charco, no me sorprendería que sea un fenómeno en Japón.
Ahora bien, dejando de lado la experiencia como port en sí, volver a Apex Legends después de tanto tiempo fue algo bastante chocante. La última vez que lo jugué en serio fue un poco antes de que el segundo personaje extra fuese lanzado, o lo que es lo mismo, antes de la segunda temporada de contenido. Actualmente Apex Legends está en su octava temporada, y solamente viendo el menú principal del juego me siento completamente abrumado por un título que siguió muy de largo mientras yo no lo miraba. Para colmo, el juego no explica bien qué es lo que hace cada cosa, y me siento demasiado perdido mirando al menú del contenido de la temporada porque no termino de entender cómo desbloquear cada cosa.
Para terminar de solidificar la experiencia como “pez fuera del agua”, hay que destacar que Apex Legends no tiene una progresión compartida entre consolas, a pesar de tener crossplay. Esto significa que todo lo que yo conseguí en la versión de Playstation 4 allá en aquella primera temporada, quedó atascado en esa consola. Ninguno de los personajes que compré con las monedas gratis están desbloqueados en esta versión de Switch, y eso fue quizás lo que más me descolocó. Después de haber pasado bastante tiempo jugando con Octane, tener que volver a otros personajes se sintió raro incluso a pesar de haber pasado tanto tiempo apartado de Apex Legends.
Así y todo, lo importante es una sola cosa: la partida a la hora de jugarlo. Una vez en el juego, mi cabeza inmediatamente dejó de lado todos los defectos técnicos de la versión de Switch, toda esa confusión por el menú y los sistemas nuevos que no me fueron explicados, e incluso el hecho de que tuve que jugar como Lifeline por no tener a mi querido Octane desbloqueado. Cuando estaba dentro de la partida, estaba jugando Apex Legends, sin importar dónde ni cómo. Ya sea con la Switch en modo portátil o usando el Pro Controller jugando en la televisión, Apex Legends seguía siendo Apex Legends, y todas las partidas que jugué me dieron la misma sensación que aquellas partidas de hace tanto tiempo.
Para sorpresa de nadie, Apex Legends sigue siendo un excelente juego, sin importar la plataforma donde lo juegues. Es cierto que la Nintendo Switch no es ni por asomo la mejor manera de jugar este título, pero la verdad es que una vez que estás a los tiros, te olvidás de todo eso. Este port me sirvió como excusa para revisitar uno de mis juegos favoritos de hace años y al final resulta que todavía me sigue encantando. Podría decirse que el port cumplió su cometido, ya que yo soy uno de esos que mira Vtubers jugando Apex Legends, pero más allá de eso un juego tan bueno como este se merece estar en todas las plataformas posibles. Gracias a este port, ahora volví a jugarlo de manera más regular, y me alegra que mucha gente más se pueda unir.
