A pesar de que este año no hubo una E3 (y quién sabe si lo habrá en próximos años), Geoff Keighley llenó ese vacío con su Summer Game Fest, lleno de anuncios interesantes, detalles sobre cosas que ya conocíamos y un final realmente inesperado. Lo que sí, este final no sorprendió por su contenido en sí; The Last of Us Part I es un remake que ya se sabía que existía hace más o menos un año atrás gracias a un reporte de Jason Schreier. La sorpresa tiene que ver con la respuesta del público ante aquel segmento final dedicado pura y exclusivamente a varios proyectos relacionados con The Last of Us. Nunca antes había visto un cierre de una (pseudo) E3 tan polémico; que divida al público tan fuertemente entre aquellos emocionados por el anuncio y quienes detestan lo que vieron.
Si bien es fácil entender a la gente que quedó contenta con el anuncio de The Last of Us Part I, es quizás un poco más complejo reconocer por qué muchas otras personas quedaron insatisfechas y hasta enojadas con este remake. En primer lugar, el motivo más fácil de observar tiene que ver con el show en sí. Este Summer Game Fest tiene varias similitudes con otros eventos organizados por Geoff Keighley, pero al ser un evento enfocado principalmente en los juegos (a diferencia de The Game Awards), el ritmo es diferente. Las novedades son el centro del evento, y Summer Game Fest 2022 venía con una cadencia bastante llevadera en cuanto a anuncios completamente nuevos, tráilers y charlas con desarrolladores. Por eso es bastante decepcionante que un show tan bien manejado termine con una charla demasiado extendida con Neil Druckmann en la que, al fin de cuentas, no se mostró absolutamente nada realmente nuevo.
Sin embargo, eso solo no alcanza para justificar las reacciones que se vieron al terminar el show. La realidad es que el concepto de The Last of Us Part I en sí es uno de los focos que atraen todo ese malestar que se pudo sentir en las redes sociales. El juego original de Playstation 3 es quizás uno de los títulos más queridos que Sony lanzó en muchísimo tiempo. Ese afecto es justificado; allá en el 2013 cuando el juego había salido, juegos como The Last of Us no eran la norma, sino la excepción. Ni siquiera el propio Naughty Dog había conseguido tal nivel de aceptación con la serie Uncharted; mucho menos otros estudios desarrollando exclusivos de Sony, ya sean Sucker Punch con Infamous o Insomniac con Resistance, que buscaban ser algo más que simplemente juegos de acción y trataron de poner un énfasis en las historias que contaban.
En 2022, e incluso antes, juegos como The Last of Us ya no tienen el mismo efecto. Si bien es cierto que la calidad narrativa de estos títulos es superior a la mayoría, también es necesario señalar que la industria entera mejoró en este aspecto. Ya no es raro encontrar juegos que traten temas profundos, e incluso una de las críticas más grandes que la gente hace a The Last of Us Part II pasa por ese lado: su tratamiento sobre la violencia en la narrativa no es tan profundo cuando uno expande su panorama y juega títulos que van más allá de los exclusivos AAA de Sony. Por eso, si bien The Last of Us es un juego importante en la historia del gaming, esta deificación de la serie que algunos parecen darle es completamente exagerada, y un remake de The Last of Us no hace más que apuntar hacia esa dirección.
Los motivos del descontento no se terminan ahí. Uno de los comentarios que Neil Druckmann hizo hablando sobre este remake es que las nuevas tecnologías le permitirán al juego acercarse “todavía más” a la visión original. Este tipo de pensamiento es, lisa y llanamente, ridículo. The Last of Us fue un juego desarrollado con la Playstation 3 en mente, y la gran mayoría concuerda en que es el título que mejor sabe utilizar el potencial de la consola. No sería una exageración decir que casi nadie, al momento de jugar The Last of Us en Playstation 3, pensaba “a este juego le falta algo que esta consola no puede darle”. The Last of Us es, sin dudas, una obra de arte no solamente en lo narrativo, sino en lo tecnológico, e insinuar que solamente ahora con este nuevo remake se va a alcanzar la visión original es despreciar el trabajo hecho en aquel entonces. Así, cada vez que salga una nueva consola uno podría justificar infinitos remakes, para acercarse más y más a esa supuesta “visión original”.
Incluso dejando todos esos argumentos de lado, hay un argumento que es tan simple como efectivo: este remake es completamente innecesario. The Last of Us no tiene ni siquiera 10 años, ya tuvo una remasterización para Playstation 4 (que es jugable en Playstation 5 también) y así y todo Sony está invirtiendo sumas millonarias en este remake. Es obvio que el objetivo es tratar de hacer la mayor cantidad de dinero posible, ya que un remake del primer juego viene como anillo al dedo cuando se está por estrenar una serie sobre el mismo. En lugar de designar recursos en un remake que realmente nadie estaba pidiendo, Sony tranquilamente podría haber decidido usar ese dinero en cosas que el público clama a gritos, como por ejemplo una remasterización o port de Bloodborne. Esa es una de las cosas que más le duele a la gente, y el principal motivo por el cual muchos argumentan que este remake no tiene razón de ser.
La verdad es que la cantidad de razones por las cuales la gente está tan descontenta con este remake es larga y hablar de todos ellos llevaría mucho más tiempo. En esta reacción confluyen muchos otros temas, como el rechazo al “perfeccionismo” de Naughty Dog que desemboca en una infame cultura de crunch o el repudio hacia la figura de “autor” de Neil Druckmann, cuando él fue solo uno de los dos directores de The Last of Us. Lo cierto es que, le pese a quien le pese, este remake es una realidad, y sin lugar a dudas venderá como pan caliente. Entre todos los logros que The Last of Us consiguió en sus menos de diez años, ahora se le suma haber sido uno de los cierres de la (no) E3 más polémicos en los últimos años. No muchos juegos consiguen esa reacción, y eso da muestra de lo importante que es para muchas personas, para bien o para mal.