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Pluma y Joystick | Spoilers, sorpresas, marketing y confusión

Cuando uno pasa tanto tiempo en redes sociales como Twitter, es inevitable encontrar gente dando sus opiniones sobre cualquier tema que se te cruce por la cabeza. La mayoría de las veces es fácil seguir scrolleando como si nada, pero a veces algunas de esas opiniones lo dejan a uno pensando. El otro día me crucé con una sobre spoilers en relación al reciente lanzamiento en Steam de Persona 4 Golden, que argumentaba que el público occidental le da muchísimo más valor al factor sorpresa que a una narrativa bien estructurada. Esa es de las opiniones que me dejan pensando: ¿qué tan acertada o errónea es esa idea?

Hablar sobre spoilers siempre termina siendo un tema sensible. No es muy difícil entender el por qué, ni tampoco es un problema propio de los videojuegos, ya que en general a nadie suele gustarle que le cuenten el final de una historia que todavía no terminamos. Sin embargo, es cierto que en el ambiente del gaming esta situación a veces toma proporciones exageradas e incomprensibles. Es ahí donde la idea de que le damos mucho peso a la sorpresa tiene todo el sentido del mundo: si alguien te dice que conocer uno de los “plot twists” de una historia le arruinó la experiencia, ¿el resto de la historia entonces no tiene valor? ¿De qué sirve una historia cuyo único atractivo es sorprenderte?

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Persona 4 es tan viejo ya que todo fan de Atlus lo conoce bien.

Persona 4 es tan viejo ya que todo fan de Atlus lo conoce bien.

Por supuesto que estos son casos extremos, o al menos eso me gustaría pensar. Cuando se trata del mundo de los videojuegos, a veces es sorprendente lo mucho que se escucha la palabra “spoiler” aplicada a cosas que uno nunca definiría como tales. En juegos como Dark Souls, por ejemplo, uno a veces no puede hablar abiertamente sobre ciertos jefes porque existe gente que considera eso un spoiler. En el primer The Last of Us, hay algunos que se pueden enojar si se les dice que durante los primeros minutos uno no juega como Joel. Obviamente que una sorpresa grata no se le niega a nadie, pero cuando hay gente que se ofende al contarle simplemente la premisa de un juego, entonces hay algo con la percepción de un spoiler que está mal.

Volviendo al ejemplo de Persona 4 Golden, Atlus es una compañía que en cierto punto es culpable de perpetuar esta idea de que todo es un spoiler. Persona 4 Golden originalmente fue lanzado en el año 2012, que a su vez es una versión mejorada de un juego del 2008. En estos 12 años Persona 4 tuvo infinidad de spin-offs y adaptaciones, y cualquiera medianamente familiar con los juegos de Atlus tuvo algún contacto con Persona 4. Igualmente, Atlus pidió a los fans que por favor traten de no compartir spoilers en redes sociales, a pesar de que el marketing de varios de los spin-offs, adaptaciones y merchandising oficial suelen mostrar con claridad varios de los plot twists que tanto buscan proteger. Y ni que hablar de los juegos de Atlus en PS4, donde hasta antes de Persona 5 Royal, la compañía estaba en constante polémica por su intento de “evitar spoilers” persiguiendo gente que buscaba compartir contenido de sus juegos.

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Una de mis únicas capturas del Persona 5 original antes de que el juego bloquee las funcionalidades de Share en PS4.

Una de mis únicas capturas del Persona 5 original antes de que el juego bloquee las funcionalidades de Share en PS4.

En algún punto, esta idea de proteger al público de cualquier indicio de sorpresa se terminó trasladando al marketing en sí, pero no necesariamente de la mano de las compañías sino de los mismos fans. Hoy en día, cada vez que se filtra algún anuncio de un juego es muy común encontrar gente en redes sociales comentando que le “arruinaron la sorpresa”. Decepcionarse por algo así es entendible, pero cuando eso ya pasa a enojo hacia la persona que informa entonces se torna peligrosamente exagerado. Saber de antemano que tal o cual juego va a ser anunciado no va a cambiar que ese juego existe, y que la compañía responsable vaya a promocionarlo a su manera.

Lo que más me sorprende y menos entiendo, es cuando la idea de que el marketing en sí es una forma de spoiler se lleva al extremo. No es raro encontrar gente que hace el llamado “media blackout” cerca del lanzamiento de un juego grande. Me resulta muy fácil compartir la idea de no querer ver tráilers por una cuestión de que pueden hacer más difícil la espera. Con lo que no me puedo identificar es con la idea de no ver tráilers para saber lo menos posible sobre un juego antes de tenerlo en las manos. Me parece importante, especialmente hoy en día cuando el costo de los juegos en plataformas que no usan precios localizados es tan alto, estar armado con la mayor información posible antes de hacer una compra. Si uno siente que saber sobre un juego le resta a la experiencia, ¿qué clase de experiencia busca uno entonces de ese juego?

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Apenas uno ve a Otto, es obvio en dónde va a terminar este personaje.

Apenas uno ve a Otto, es obvio en dónde va a terminar este personaje.

Personalmente, creo que una historia bien escrita no necesita depender de la sorpresa de un plot twist, sino que lo importante es todo el camino que recorre antes y las consecuencias que vienen después. No debe existir un alma familiarizada con el mundo de Spider-Man que no sepa quién es Otto Octavius, pero las circunstancias que lo llevan a convertirse en el Doctor Octopus son el atractivo real de su historia en las diferentes versiones de Spider-Man. Saber que inevitablemente será un villano no debería arruinar nada, porque la premisa de una historia o de un personaje no es un spoiler; es eso, una premisa.

A cualquiera le gusta una buena sorpresa, y a menos que alguien exprese abiertamente que eso es lo que busca, no está bueno spoilear una historia. Así y todo, es cierto que a veces se le da demasiada importancia a la sorpresa, a tal punto que terminó afectando la manera en la que algunas personas interactúan con el marketing de un juego. No sé si existirá una solución simple y clara a esta curiosa problemática, pero sí creo que todos deberíamos empezar a entender que hablar más abiertamente sobre historias no necesariamente arruina la actividad de experimentarlas por uno mismo. Tampoco es necesario ir contando finales a diestra y siniestra pero si una historia funciona más allá de su factor sorpresa, tal y como debería toda buena historia, entonces no tendríamos por qué limitar nuestras conversaciones.