Estas épocas del año siempre son ideales para mirar hacia atrás y reflexionar un poco sobre lo que nos trajo hasta acá, pero en 2020 esta sensación está potenciada al extremo. Decir que este fue un año en el que pasó de todo no alcanza para describir lo que fue este 2020, e incluso en el ambiente del gaming hasta tuvimos el lanzamiento de dos consolas de nueva generación. Por eso, y por otros motivos, en estos días me encontré recordando a una de mis consolas favoritas, que fue olvidada por el tiempo y no tiene ni probablemente tenga sucesor: la infame Playstation Vita.
Algunos podrán decir que la Playstation Portable era una consola difícil de superar, pero por mi parte no puedo decir nada sobre eso. A lo largo de mi vida, mi familia nunca tuvo la posibilidad de comprar una consola portátil, y yo me tenía que conformar con ver otros chicos de mi edad disfrutandolas. Algún primo que venía por las fiestas y traía su Gameboy Color me dejaba jugar un Mario que ya no recuerdo, fascinandome con esa tecnología que me resultaba increíble. En los viajes en colectivo al colegio algún compañero sacaba su Playstation Portable y me mostraba un juego de fútbol mientras yo me preguntaba cómo hacés en una consola así para jugar contra otra persona. Lo único que conocía yo en profundidad eran esas máquinas de “Tetris” que decían tener varios juegos en uno pero eran todos variaciones de lo mismo.
Recién con el paso de los años, cuando estaba en edad de fingir ser un adulto responsable, fue que me empecé a interesar en la idea de tener mi propia consola portátil. El bicho me comenzó a picar por una razón muy específica que, asumo, no debe haber sido una experiencia única para mí: todo fue gracias a Playstation Plus. En el año 2013 me había suscrito a este servicio de Playstation justamente por la idea de juegos gratis mensuales, y mi librería de Playstation 3 comenzó a crecer tal y como lo esperaba. Lo que no había planeado, era que al mismo tiempo empezaba a juntar más y más juegos de esta extraña consola llamada Playstation Vita que en ese momento no tenía. Fue entonces que pensé: si tengo tantos juegos para esta consola, ¿por qué no comprar la consola en sí y disfrutar esos juegos?
Esta idea de juntar juegos mediante Playstation Plus para una consola que todavía no tenía todavía se mantiene hoy en día. En su momento me sirvió con Playstation 4, donde junté dos años de juegos gratis antes de comprar la consola, y en el futuro me servirá con Playstation 5 cuando no me haga falta vender mis órganos para poder comprarla. Con la Playstation Vita había otro factor extra, y tenía que ver con un juego en específico. Catherine era aquel entonces un juego muy especial para mi, y mis investigaciones por la internet recomendaban constantemente un tal Persona 4 Golden, juego del mismo estudio de Catherine. Ya con dos fuertes motivos para comprar la consola, no me quedaban dudas; tarde o temprano la iba a conseguir.
Llegando a finales del 2013, justamente unas semanas antes de Navidad, finalmente encontré una Playstation Vita a un precio que podía pagar. La consola era usada, pero estaba en muy buen estado e incluso el muchacho que me la vendió incluyó un estuche reforzado (dato muy importante). Con la consola que tanto quería ahora en mis manos, finalmente pude comprar ese tal Persona 4 Golden y probar la enorme lista de juegos que Playstation Plus me dio. Ese verano de hace 7 años atrás fue a pura Vita, y terminé haciéndome fanático acérrimo de la serie Persona, además de disfrutar una multitud de indies que funcionaban a la perfección en esa tremenda pantallita de OLED.
Con el paso de los años, la Playstation Vita me dio muchísimas alegrías. Gracias a esa consola pude probar juegos como Danganronpa, que todavía sigue siendo una de mis series favoritas del gaming. Quizás más importante, tener una consola portátil me ayudaba a descomprimir mi cabeza en aquellas épocas en las que iba a la facultad. Cuando tenía algún descanso en las materias que no compartía con ninguno de mis amigos cercanos, simplemente sentarme por ahí, jugando algo en mi Vita mientras tomaba un café me relajaba de una manera similar a la que podía hacerlo en mi propia casa.
El tiempo fue muy cruel con la Playstation Vita, sin embargo. Mientras yo disfrutaba de mi flamante consola, la pobre Vita se convertía cada vez más en un chiste para el público en general, mientras que Sony no sabía muy bien qué identidad darle. ¿Era una consola de la talla de Playstation 3 pero portátil? ¿Era una máquina de indies? Lamentablemente el soporte a la Playstation Vita fue aflojando más y más, y con el tiempo hasta yo mismo me fui quedando sin juegos nuevos emocionantes para esa consola que tanto quería. Eventualmente, cuando me mudé de la casa de mi mamá en el 2015, dejé la Playstation Vita con mi hermano.
La vida tiene vueltas realmente increíbles, y efectivamente tenía otros planes para mi Playstation Vita. A mediados de 2017 se desató un incendio en la casa de mi mamá, que al haber comenzado en lo que era mi habitación arrasó con todo lo que yo había dejado atrás. Por suerte tanto mi hermano como mi mamá salieron ilesos, pero no se podía decir lo mismo de aquellos objetos que tenían valor emocional para mi. Sin embargo, buscando entre los escombros para ver qué sobrevivió, ahí estaba ese estuche reforzado, prácticamente intacto, con la Playstation Vita y su cargador adentro. La consola prendía como si nada hubiese pasado y el único rastro del incendio era el fuerte olor a humo que tardó semanas en salir.
Hoy en día todavía tengo mi Playstation Vita conmigo. Después del incendio tuve una segunda etapa de “luna de miel”, jugando cosas que en algún momento tuve ganas y nunca le dediqué tiempo, como Freedom Wars, o incluso volviendo a jugar Persona 4 Golden. Hasta mi hermano, que se vino a vivir conmigo, decidió comprar más juegos y pudimos jugar tanto Steins;Gate como Steins;Gate 0 en Playstation Vita. Como ya volví a esa etapa en que casi no la uso, hay gente que me recomienda venderla, pero después de todo por lo que pasó esta consola, ahora va a quedarse conmigo hasta que deje de funcionar.
Mientras tanto, no queda más que recordar esos días de gloria. La Playstation Vita es una de mis consolas favoritas en muchos sentidos y me dio alegrías enormes con juegos excelentes. Es una lástima que Sony la haya abandonado de una manera tan fría, y si bien el mercado ya no está quizás hambriento de portátiles que no vengan de Nintendo, a veces uno no puede evitar pensar cómo hubieran sido las cosas si la Vita hubiese tenido más éxito. Lo cierto es que incluso siete años después de haberla comprado, todavía sigo amando a ese titán olvidado.