El año 2017 es considerado como uno de los mejores en el gaming moderno, pero no todo fue color de rosa. Mientras que juegos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild y Nier: Automata llevaban a sus respectivas franquicias a niveles de popularidad extremos, hubo un juego que hizo lo contrario. En marzo de aquel 2017, hace 5 años, los fans de Mass Effect consiguieron lo que parecía imposible: un nuevo juego en una serie que todos creían que había terminado. Después de aquel Mass Effect 3 que dividió las aguas entre los fans, finalmente había llegado Mass Effect: Andromeda con la esperanza de una nueva trilogía que podría llegar a superar al excelente trío de juegos originales. Lamentablemente, esas esperanzas se vieron destruidas casi inmediatamente.
Mass Effect: Andromeda es el resultado de una desafortunada serie de eventos que venían afectando a Bioware en aquellos años. Por un lado, el final de Mass Effect 3 fue tan polémico (de hecho se lo considera como uno de los más polémicos del gaming) que el estudio tenía la necesidad de simplemente no mencionarlo. Cualquier cosa que Mass Effect: Andromeda fuese a hacer tenía que estar desligada de ese final, por el simple hecho de que tratar de continuarlo significaba reconocer los errores del estudio. Después de descartar la idea de una precuela, Mass Effect: Andromeda se planteó como una historia que podría clasificarse como “secundaria”: mientras la trilogía principal tenía lugar, este nuevo juego sucedería en un costado muy alejado del universo.
El otro gran problema que afectó a Mass Effect: Andromeda está relacionado con la estructura y la cultura de Bioware como estudio. Dragon Age: Inquisition, el anterior título del estudio, fue el primer juego de Bioware en usar el motor Frostbite. Este motor es muy potente en materia gráfica, pero al haber sido creado para la serie Battlefield, Bioware tuvo que desarrollar herramientas básicas desde cero, como la posibilidad de guardar la partida o simplemente ver a tu personaje en tercera persona. A esto se le sumaba un ambiente “competitivo”, ya que la rama principal de Bioware se encontraba trabajando en lo que sería Anthem, mientras que Mass Effect: Andromeda era desarrollado por el equipo detrás del multiplayer de Mass Effect 3. Esta suma de herramientas para nada óptimas y de un estudio prácticamente dividido nunca iba a dar como resultado un juego que esté a la altura del nombre Mass Effect.
Como era de esperarse, cuando Mass Effect: Andromeda finalmente se lanzó, no era ni por asomo lo que los fans de la serie anticipaban. Incluso una semana antes de aquel 21 de marzo en el que el juego salió a la venta, aquellos que pudieron probar las primeras horas mediante EA Access se llevaron una enorme sorpresa: el juego era un desastre a nivel técnico. Bugs, glitches, problemas de animación, inteligencia artificial defectuosa y muchos más inconvenientes plagaban al juego. Hizo falta varios parches después de su lanzamiento para llevarlo a un nivel en el que se podría clasificar como “estable”, pero incluso hoy en día el juego sigue sin ser perfecto en materia técnica, evidenciado por los mods en PC que literalmente se encargan de arreglar los problemas que Bioware no pudo.
Sin embargo, lo más preocupante era lo que se encontraba en el juego cuando uno dejaba de lado todos esos inconvenientes técnicos: Mass Effect: Andromeda simplemente era un título mediocre. La serie en sí es reconocida por tener historias de calidad, personajes inolvidables, actuaciones excelentes y momentos icónicos. Nada de eso estaba presente en Mass Effect: Andromeda. Yo mismo jugué 80 horas de este juego, completando absolutamente todas las misiones que ofrece, y los únicos recuerdos que tengo sobre mi experiencia son los momentos frustrantes en los que los problemas técnicos asomaban la cabeza y me impedían divertirme. Algunos personajes son interesantes, pero entre todos ellos no forman un solo momento que esté a la altura de lo que la trilogía anterior supo darnos.
Lo mejor que Mass Effect: Andromeda tiene para ofrecer, sorprendentemente, es su combate y su navegación. El nuevo vehículo del juego se controla muchísimo mejor que cualquier vehículo de la trilogía anterior, en parte gracias a la ayuda que Bioware recibió del equipo de Need for Speed. El combate en sí es altamente frenético y permite al jugador expresarse dentro de sus mecánicas, gracias a niveles de personalización de habilidades que la trilogía original simplemente nunca ofreció. Por desgracia, esto es algo que contribuye a que el juego sea tan olvidable: si la acción es lo más interesante, ¿qué lo diferencia entonces de cualquier otro shooter en donde sucede lo mismo?
A cinco años de Mass Effect: Andromeda es muy fácil olvidarse de este juego. Su historia incluso parece haber quedado incompleta, gracias a los DLC que fueron cancelados cuando Bioware decidió cambiar su foco por completo al desarrollo de Anthem. EA incluso llegó a comentar que la serie quedaría “congelada” durante un tiempo indefinido, para la desgracia de todos los fans que esperaban la redención de esta serie tan amada. Por suerte, en 2020 se anunció que Mass Effect volvería, esta vez con lo que parece ser una continuación directa de la trilogía original. Nada se sabe sobre ese juego, pero lo que sí es seguro cuando sea que vea la luz del día va a tener que luchar para poder superar la desgracia que fue Mass Effect: Andromeda, un juego completamente olvidable pero que igualmente cinco años después todavía sigue afectando a una de las mejores series del gaming.