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Pluma y Joystick | La industria de lo seguro

Hace ya un largo tiempo, una de las tantas cosas que quería hacer con mi vida era meterme en el desarrollo de videojuegos. Estoy seguro que no soy el único; no es nada raro que uno quiera ser parte de algo que ama, especialmente cuando se trata de algo tan interesante como el gaming. Muchos de nosotros incluso seguro que en algún momento habremos tenido una idea para algún juego que nos hubiese encantado hacer realidad. Sin embargo, mientras más se entera uno sobre cómo funciona la industria por dentro, ese sueño probablemente se vaya alejando más y más. Esto es acentuado especialmente por algunas de las recientes noticias, que refuerzan la idea de que al gaming lo que más le gusta es apostar a lo seguro.

Hace menos de una semana se dio a conocer que Toys for Bob se convertiría en un estudio soporte para Call of Duty: Warzone. Quienes no reconozcan a Toys for Bob por nombre, probablemente sí reconozcan algunos de los juegos más recientes que salieron de ese estudio: Skylanders, Spyro Reignited Trilogy y Crash Bandicoot 4: It’s About Time. Toys for Bob es un estudio bajo la sombrilla de Activision Blizzard, y como tal no debería sorprender mucho la idea de que apoyen otros proyectos de la compañía. Sin embargo, esta movida habla de un problema mayor en la industria en general, y que apunta a una falta de aprecio a la creatividad y originalidad en favor de lo que ya funciona, a tal punto que estudios enteros se ven forzados a abandonar lo que ya venían haciendo para trabajar en lo más rentable.

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De Crash Bandicoot a Call of Duty hay mucha diferencia.

De Crash Bandicoot a Call of Duty hay mucha diferencia.

El caso de Toys for Bob no sería tan alarmante de por sí solo, pero lo que lo hace resaltar es que está lejos de ser el único. También en Activision Blizzard ya sucedió algo similar a principio de año: Vicarious Visions, un estudio con más de 30 años en la industria y que recientemente estuvo a cargo de Crash Bandicoot N. Sane Trilogy y Tony Hawk Pro Skater 1+2, fue absorbido oficialmente por Blizzard para trabajar en proyectos como Overwatch 2 y Diablo 4. Lo que en un principio podía parecer como un nuevo comienzo para juegos de Tony Hawk o alguna otra propuesta original basada en el trabajo que el estudio venía haciendo terminó en otra apuesta más a lo seguro. Todo esto muestra que las grandes compañías parecen no estar muy interesadas en la originalidad y propuestas nuevas. ¿Para qué arriesgarse si ya hay algo que vende?

Activision Blizzard no es el único culpable de este tipo de movidas. Hace casi un mes, junto con los reportes de un remake de The Last Of Us, se dio a conocer una situación similar dentro de los estudios de Sony. Studio Bend, los desarrolladores de Days Gone, intentó convencer a Sony de darle luz verde a una secuela del juego. No solamente la idea fue rechazada, sino que parte del estudio fue asignada a ayudar a Naughty Dog en un proyecto relacionado con Uncharted. Los líderes de Bend tuvieron que pedirle a Sony que se aparte al estudio de dicho proyecto por miedo a que fueran absorbidos por Naughty Dog. No hay muestra más clara de la insistencia de la industria por lo seguro que un estudio con tanto miedo a perder la poca autonomía que pueda tener que piden ser apartados de un trabajo.

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Si nunca jugaste Days Gone, el mes pasado estuvo gratis en Playstation Plus.

Si nunca jugaste Days Gone, el mes pasado estuvo gratis en Playstation Plus.

Este tipo de situaciones tienen consecuencias variadas, y algunas no son tan obvias como parecen. La más fácil de entender es la falta de creatividad que este tipo de movidas causan. Si los grandes estudios apuestan siempre a lo seguro, entonces queda en los estudios más chicos la tarea de traer originalidad al gaming, pero al mismo tiempo estos estudios más chicos son los que más pueden sufrir por no tener los recursos de los grandes, como presupuesto para marketing o tecnologías para probar cosas innovadoras que van más allá de lo artístico. Además, los estudios chicos todavía sufren hoy en día la percepción errónea de que sus juegos son “menos” que los juegos de estudios más grandes.

La otra consecuencia no tan obvia pero incluso más grave es el desgaste emocional que estas situaciones provocan en la gente que trabaja en la industria. De por sí la idea de que un estudio tenga miedo de ser absorbido por otro no tendría que sonar como la tragedia que es porque uno pensaría que todos mantienen su puesto de trabajo. Sin embargo, los empleados de Toys for Bob que salieron a contar en Twitter que se habían quedado sin trabajo por este pase a Call of Duty: Warzone son muestra de por qué estas situaciones generan miedo. Por más que Activision salga a desmentir los despidos, la gente que quiere meterse en esta industria tiene muchas más razones para creerles a los empleados que en sus cuentas personales lamentan haber perdido su trabajo que a los estudios millonarios que niegan estas situaciones. Así, menos gente va a querer meterse en el gaming si esto es lo que les depara en los grandes estudios.

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Activision hoy en día es una fábrica de Call of Duty.

Activision hoy en día es una fábrica de Call of Duty.

¿Existe alguna solución que podamos brindar nosotros desde nuestro lugar? La verdad es que me cuesta pensarlo. Por más que uno quiera dejar de comprar juegos de esos estudios aunque sea en forma de protesta, un par de compras menos no es nada en comparación a las millones y millones de personas que siguen consumiendo estos juegos. Tal vez lo que más ayude es no ignorar este tipo de problemática. Mientras más gente esté al tanto de cómo se maneja la industria, más chances hay de que las cosas cambien para mejor. Los grandes del gaming siempre van a querer apostar a lo seguro, pero lo “seguro” es solamente seguro para quienes se llevan la mayor cantidad de dinero. Quizás, y solo quizás, con un público más consciente y que demande un mejor trato a los trabajadores que hacen los juegos que disfrutamos, este tipo de situaciones algún día será cosa del pasado.