Normalmente, cuando termino de analizar un juego que no me parece la gran cosa no suelo volver a visitarlo. Por más que el juego tenga contenido post-game como la mayoría de los títulos de hoy en día, si en el proceso de analizarlo no me atrapó profundamente entonces ese juego pasará a ser uno más del montón. Con Miitopia me pasó algo ligeramente diferente. Si bien al terminar el análisis no tuve intención de jugar los dungeons post-game, desde entonces he visto muchísimas horas de gente jugando Miitopia en Youtube. El por qué es simple: me divierte mucho más que jugarlo por mi propia cuenta.
Miitopia es un juego cuyo atractivo principal es la comedia; si las situaciones en las que se encuentran los Mii no causan gracia, el juego entonces falla en su objetivo. La comedia de por sí, al ser algo enteramente subjetivo, es algo complicado en otras formas de entretenimiento pero en los videojuegos esto se nota todavía más. Al ofrecer el control de las interacciones al jugador, es mucho más difícil construir un escenario que siga la estructura básica de la comedia: solamente un momento de diferencia puede arruinar la entrada del remate, y por consecuencia el chiste entero. Es por eso que juegos como Miitopia dependen de la persona que lo juega más que del juego en sí.
En el caso particular de este juego, lo que me divierte es ver a la multitud de Virtual Youtubers jugándolo en vivo. Mientras que yo no podía hacer más que crear varios Mii en el juego a semejanza de gente que no conocía en persona, cuando alguien como un Vtuber decide hacer que el elenco entero del juego sea otros Vtubers que conoce la dinámica cambia totalmente. Así, los chistes tienen mucha más gracia porque involucran gente que se conoce entre sí, que ya tiene una relación y que puede reaccionar a los chistes en tiempo real, acto que añade a la comedia. Por supuesto, este estilo de comedia es el más difícil de lograr, pero por suerte muchos juegos intentan otras estrategias más simples.
Una de las series más conocidas por sus momentos graciosos es Yakuza. Obviamente que las historias de estos juegos son dramas sobre crimen organizado japonés, pero el atractivo principal de la serie es cómo balancea ese aspecto con sus momentos graciosos, de los cuales hay muchísimos. La estrategia de Yakuza, al igual que la de muchos otros juegos, es no darle tanto control al jugador en cuanto al chiste y dejar que el trabajo lo haga el diálogo y la escena. Este estilo también tiene sus complicaciones propias, diferentes a las de juegos como Miitopia, ya que si el chiste no funciona en este caso no hay un jugador que pueda influenciar el remate para tratar de “salvar” el chiste.
Al ser una estrategia mucho más simple, varios juegos utilizan este estilo de comedia. Es muchísimo más notable en los juegos provenientes de Japón, en los cuales la comedia suele tomar un rol mucho más protagónico que en juegos occidentales incluso cuando el juego en sí no es gracioso. Disaster Report 4, uno de mis juegos favoritos del año pasado, es un juego sobre un terremoto que azotó Japón, pero al mismo tiempo es uno de los juegos que más me hizo reír en el 2020. La novela visual 428: Shibuya Scramble trata sobre un secuestro, conspiraciones y atentados, pero al mismo tiempo es la mejor comedia japonesa que tuve el placer de jugar.
Por supuesto que los juegos occidentales también se adentran en la comedia, pero los estilos son mucho más diferentes. De por sí, la parte AAA de la industria no es conocida por lo gracioso de sus juegos. Muchos argumentan que el gaming busca parecerse al cine, pero lo que en realidad están queriendo decir es que los juegos AAA quieren imitar las películas taquilleras de acción o drama, pero nunca las comedias. Nathan Drake intenta hacer algún que otro comentario gracioso mientras escapa en escenas épicas, pero el bocado de Nathan Drake tiene el mismo nivel de comedia que un comentario de Tony Stark en las películas de Marvel. Si uno busca comedia en los juegos occidentales, los títulos a los que tiene que ir son de talla más chica.
Quizás uno de los juegos que más busca imitar ese aspecto del cine que la industria AAA simplemente ignora es It Takes Two, dirigido por el infame Josef Fares. Este juego, tanto en su premisa como en el desarrollo de su narrativa en sí, tiene claros paralelos con la típica comedia romántica de Hollywood. Sin embargo, al ser un estilo de historia tan ausente en el gaming, termina destacándose muchísimo más. Si uno busca más juegos de menor talla, también encontrará varios ejemplos de indies que le dan importancia a la comedia: juegos como Night in the Woods que tocan temas serios pero que al mismo tiempo saben hacer reir, o juegos como Helltaker cuya premisa entera es el chiste y de ahí surge el resto de la gracia. Mientras más chico sea el juego, más son las chances de que no tenga miedo de ser gracioso.
Así y todo, se me ocurre un juego occidental AAA en donde la comedia tiene muchísima importancia y que a la vez está casi en su totalidad en manos del jugador: Hitman. Esta serie de sigilo tiene historias serias pero, casi como Miitopia, el chiste está en las manos del que lo juega. Si bien algunos diálogos del juego son graciosos en sí, la gracia viene de lo que el jugador hace en cada misión: uno podría ser extremadamente sigiloso, pero también podría disfrazarse de payaso, plantar una bomba en un inodoro, intoxicar al objetivo y detonar el explosivo cuando éste va a vomitar. Hitman es probablemente el ejemplo más exitoso de una comedia donde el remate está en manos del jugador y, tal como lo demuestra Miitopia, eso no es algo fácil de lograr.
La comedia en el gaming es algo bastante difícil. Los diferentes estilos son variados, pero al fin y al cabo si uno logra reírse entonces no importa mucho cómo. Es una pena que los juegos más grandes de la industria no pongan demasiado esfuerzo en su comedia cuando es algo tan satisfactorio, pero por suerte hay varios ejemplos de juegos que reconocen su importancia a pesar de que a veces fallen en la ejecución. Ya sean juegos indies occidentales o titanes japoneses, en algún lado existe un juego que te va a hacer reír como ningún otro. Con lo complicada que es la comedia en un medio interactivo, eso es algo digno de aplauso.