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Pluma y Joystick | Juegos y tiempo, calidad y cantidad

Los hábitos de gaming de cada persona pueden ser completamente diferentes, especialmente hoy en día cuando la vida moderna puede tener tantos contextos distintos como personas en el mundo. Sin ir más lejos y usándome a mi mismo como ejemplo, con textos de semanas anteriores pinté una imagen de cómo suelen ser mis propios hábitos en estos tiempos: puedo jugar algo como Granblue Fantasy todos los días, pero si un live game se me escapa de las manos difícilmente pueda volver a atraparlo. ¿Pero qué pasa con los juegos orientados a single player? Cuando un título busca ofrecer una experiencia “cerrada”, el tiempo se convierte en un factor clave.

Me gusta pensar que no soy el único, pero una de mis costumbres antes de ponerme a jugar algo que se me pasó de largo es averiguar qué tanto dura. Ya sea preguntándole a algún amigo que ya lo haya jugado, leyendo reviews o simplemente usando una herramienta como How Long To Beat (página donde uno puede consultar el largo promedio de un juego), siempre prefiero tener una idea de qué tanto tiempo me va a llevar completar un juego. Así, con esa información en mano, me resulta más cómodo planear mi tiempo para jugar entre todas mis responsabilidades diarias.

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Disaster Report 4, una de mis sorpresas favoritas del año, no pasa de las 15 horas.

Disaster Report 4, una de mis sorpresas favoritas del año, no pasa de las 15 horas.

No es que tenga una preferencia específica, pero últimamente suelo gravitar hacia los juegos que no toman demasiado tiempo. Hace unas semanas hubo una cierta polémica en Twitter por un tweet de Jason Schreier, ex-Kotaku, que argumentaba que los videojuegos hoy en día son demasiado largos, en el contexto de la discusión sobre The Last of Us Part II. Más allá de la innecesaria e inmadura respuesta al tweet de gente involucrada en el juego como Troy Baker, me pareció raro que un comentario tan simple haya generado tanto revuelo. ¿Está mal disfrutar juegos que no consuman semanas de nuestras vidas? Por supuesto que no.

Solamente pensando en juegos de este 2020, algunos de mis favoritos podrían clasificarse como juegos cortos. Helltaker, por ejemplo, es un título free-to-play que dura alrededor de una hora, pero que con ese limitado tiempo presenta personajes divertidos que incluso meses después de haberlo jugador me sacan una sonrisa cuando los recuerdo. Disaster Report 4: Summer Memories es un tanto más extenso, llegando a unas 15 horas con su DLC, pero también es un juego que en ese tiempo me brindó una experiencia única y realmente inolvidable, que otros juegos con el doble de duración no supieron hacer.

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Los juegos de Yakuza son tan entretenidos como extensos.

Los juegos de Yakuza son tan entretenidos como extensos.

Por supuesto que los juegos más largos también tienen su encanto. Algunas de mis series favoritas no solamente tienen varios títulos, sino que cada uno de ellos suele tener como mínimo decenas de horas de contenido. Los juegos de Yakuza, por ejemplo, no suelen bajar de las 40 horas, pero así y todo justifican esa duración con historias atrapantes y alta cantidad de contenido de buena calidad que ni siquiera es obligatorio jugar. La serie Trails, por el otro lado, tiene juegos que me pueden llegar a durar 100 horas, ya que me pierdo entre todas las historias secundarias que tiene para ofrecer en ese mundo tan atrapante que presenta.

El secreto no tan secreto está en el balance entre tiempo y contenido, y el eterno dilema de calidad contra cantidad. Hace poco me tocó analizar Sword Art Online Alicization Lycoris, un juego que me llevó 50 horas cuyas misiones tienen solamente dos variaciones de objetivos: eliminar enemigos o recoger objetos. Ese es un ejemplo de cómo no balancear el tiempo de un juego, en el que la cantidad sobrepasa de manera grosera a la calidad de lo que ofrece. En cierto punto, esta mentalidad igualmente no está vista con tan malos ojos por algunos, ya que si un juego pretende exigir $60 dólares, hay gente que reclama que tenga el suficiente contenido para justificar su precio. El problema es que solamente con cantidad un juego no puede justificar la compra, sino que la calidad tiene que ir de la mano. De nada sirve pasar más de 50 horas con un título cuya experiencia uno va a olvidar al momento de ver los créditos.

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Parte del encanto de la serie Trails radica en lo extensa y profunda que es su narrativa.

Parte del encanto de la serie Trails radica en lo extensa y profunda que es su narrativa.

¿Existe una “solución” a este problema? No realmente. Esto no es algo nuevo, sino que convivimos con esta clase de juegos desde hace ya varios años y todo parece indicar que esto no va a cambiar. Especialmente cuando hoy en día en la parte AAA de la industria todo juego busca ser el único juego al que le dediques tiempo, no siempre es fácil encontrar títulos que respeten tu tiempo y al mismo tiempo te ofrezcan una experiencia que justifique esas horas de tu tiempo libre. La idea del “forever game”, ese que te dura para siempre, no tiene que aplicarse a todos los juegos y la industria no necesita perseguir ese título mítico, porque si todos los juegos pretenden durar para siempre, entonces ninguno lo va a conseguir.

Realmente es cuestión de balance. Que un juego sea largo no necesariamente significa que sea una experiencia valiosa. Que un juego sea corto no indica que sea de mala calidad. Lo opuesto también aplica, ya que existen excelentes juegos de varias horas y juegos cortos que quizás no merecen tu tiempo. Lo único que nunca va a dejar de ser cierto es que siempre y cuando la calidad del contenido sea buena, entonces la cantidad va a valer la pena, sea en la medida que sea. Es un balance difícil que no todos los juegos saben lograr, pero mientras más juegos consigan dominarlo, mejores serán los juegos de los que nos sentemos a hablar.