Cuando cumplía 12 años, uno de mis amigos del colegio me quería regalar un juego de Playstation 2, pero no sabía cuál. Hablando por teléfono me ofreció dos opciones: The Simpsons Game o Guitar Hero. Como a esa edad podía recitar capítulos de Los Simpsons de memoria, obviamente elegí aquel juego. Meses más tarde, en una visita a la casa de mis primos pude probar ese tal Guitar Hero, y lo primero que se me vino a la cabeza fue “¿por qué no jugué esto antes?”. Así comenzó mi relación con un juego que cambiaría mi vida.
La serie Guitar Hero y los juegos de su estilo, esos con instrumentos de plástico, tuvieron su momento de gloria hace varios años ya. El atractivo de estos juegos es muy fácil de entender: a muchos fans del rock les encantaría jugar a ser los artistas que admiran. Por más que los instrumentos sean de plástico, la actitud es real. Además, este tipo de música no suele mezclarse tanto con los videojuegos. Por lo general, la música licenciada queda relegada a aparecer casi exclusivamente en radios de los autos en juegos de mundo abierto, el menú principal de algún juego deportivo, o en cinemáticas importantes de juegos muy específicos.
Lo que títulos como Guitar Hero y otros juegos musicales lograron fue abrir las puertas de mundos nuevos a mucha gente en cuanto a gustos musicales. En mi caso particular, no sería una exageración decir que yo soy la persona que soy por las bandas que descubrí jugando Guitar Hero 3. Si las extrañas técnicas de Tom Morello no me hubiesen llamado la atención, nunca me hubiese enganchado tanto con Rage Against The Machine. Sin haberme vuelto fanático de esa banda, probablemente no me hubiese interesado aprender a tocar la guitarra. Si nunca hubiese aprendido a tocar la guitarra, quizás mi carrera universitaria hubiese sido otra.
Esas ganas de meterse de lleno en la música es algo que muchos de estos juegos consiguen transmitir siempre y cuando sean de buena calidad. La serie Rocksmith fue un paso más allá y se tomó bastante más en serio la idea de enseñar a tocar guitarra. La multitud de juegos de canto que hay no reemplazará el aprendizaje vocal de un cantante, pero al menos sirve para medir de alguna forma el nivel de quien canta. Rock Band amplió las ideas de Guitar Hero y con la incorporación de batería le trajo felicidad a todos los aspirantes a bateristas. No importa qué arista de la música te llame la atención, hay un juego para vos.
Otra de las bondades de este tipo de juegos es que son una fiesta, ya sea en grupo o hasta jugando solo. Por supuesto que de manera individual es una experiencia mucho más personal, similar quizás a sentarse solo en una plaza con una guitarra a practicar, pero en grupo se transforma en algo diferente. La buena música es sinónimo de un buen rato, y cuando vos y tus amigos forman parte de la música en sí, es todavía mejor. Las risas y la alegría de disfrutar de una buena canción que todos conocen se potencian cuando pueden jugar a ser quienes interpretan la canción. No por nada Rock Band fue algo que Guitar Hero después intentó imitar.
Aquella sensación de jugar en grupo representa algunos de mis recuerdos más lindos con este tipo de juegos. Varios cumpleaños más adelante, ya con Guitar Hero en mi casa e incluso una de las guitarras de plástico, nuestra fiesta consistía en jugar Guitar Hero mientras al mismo tiempo usábamos los instrumentos reales que tenía en mi casa, aquellos que aprendí a tocar justamente gracias a mi amor por esos juegos. Con Rock Band tengo recuerdos similares: probablemente todavía existe en algún lugar de la internet un video mio cantando My God Is The Sun de Queens of The Stone Age en un escenario en Las Vegas gracias a Rock Band 4. Esa es una historia para otro momento, pero es uno de mis momentos más preciados.
A pesar de todas las bondades y las alegrías de este tipo de juegos, es una pena ponerse a pensar en su situación actual. Esa explosión de popularidad ya quedó muy atrás, especialmente para los juegos que involucran instrumentos de plástico. Si bien muchos otros consiguieron adaptarse a los tiempos modernos, como Let’s Sing que te permite usar tu celular en lugar de un micrófono, la idea de nuevos juegos de Guitar Hero o Rock Band es simplemente un sueño. Mad Catz, la empresa responsable de distribuir Rock Band 4, fue llevada a la quiebra, y la más reciente entrega de Guitar Hero pasó completamente desapercibida.
Ahora que se nos viene una nueva generación de consolas quizás algunos piensen que es tiempo de intentar revivir este género, pero lamentablemente eso no es más que una ilusión. La realidad es que tanto la industria como el público en sí ya no tiene la misma pasión por estos títulos que hace 10 años. Especialmente con el elevado costo del gaming moderno en general, la idea de gastar todavía más en instrumentos de plástico ya no suena tan atractiva. Es por eso que los juegos que van a seguir existiendo son del estilo de Let’s Sing, que ofrecen una experiencia similar pero con una barrera de entrada mucho más reducida.
Igualmente, estoy seguro que no soy el único que va a extrañar este tipo de juegos. La idea de calzarse una guitarra, aunque sea de plástico, y jugar a tocar excelente música nunca va a dejar de ser algo atractivo para mi. Por eso espero que, en el futuro cuando la idea de eventos de gaming sea algo sanitariamente seguro de nuevo, sigan existiendo rincones dedicados a estos juegos. Obviamente que no servirán para promocionar nada, ¿pero qué evento puede ser malo si podés tocar algo como Free Bird con un grupo de gente?
Quizás sea mucho pedir, pero es que el rock nunca muere. Lamentablemente, parece que los juegos de este estilo sí.