Cualquiera que haya estado dando vueltas por el ambiente del gaming en Twitter durante el fin de semana ya tendrá conocimiento sobre dos cosas importantes: primero que Metroid Dread ya está disponible y en las manos de mucha gente; y segundo que no podías pasar mucho tiempo sin ver a alguien discutir sobre piratería y emulación. Todo este drama no tan dramático empezó por un artículo de Kotaku sobre cómo un emulador de Switch es capaz de correr el nuevo Metroid sin ningún problema, y por alguna razón hubo gente que no solamente lo interpretó como una apología a la piratería sino que también argumentaba que eso era algo malo. La pregunta del millón es: ¿estamos realmente ante algo tan terrible?
La respuesta más simple y rápida es un rotundo no, pero el por qué es algo que mucha gente parece no poder entender. El argumento principal en contra de algo como la piratería, y, específicamente en este caso, en contra de algo como un emulador de Switch es que hiere las ventas de los juegos. Cuando uno se pone a analizar este argumento, sin embargo, es más que evidente que está lleno de agujeros. Solamente enfocándonos en el caso de Metroid Dread, la idea de que un emulador de Switch perjudica las ventas del juego va en contra de la realidad, donde el título está rompiendo récords de venta en varios países e incluso su popularidad está haciendo que la gente salga a comprar juegos viejos de la serie Metroid en la Virtual Console de Wii U y 3DS.
En líneas más generales, este argumento sobre ventas tiene otros problemas que la gente no suele mencionar. Si hay alguien que se ve perjudicado por la piratería, es el pequeño desarrollador independiente y no las compañías multimillonarias. Sin embargo, al indie nunca se lo suele ver tan intenso en su persecución a la piratería como a las grandes compañías. Quizás un tweet por acá y un post en un blog por allá explicando que realmente necesitan las ventas para subsistir, mientras que aquellos a los que la piratería no les mueve un pelo son los primeros en clasificar a la gente como criminales. Al fin y al cabo, no nos olvidemos de la consola más exitosa de la historia, Playstation 2; nunca en mi vida conocí a alguien que tuviese un juego original de esa consola, ni mucho menos de Playstation 1. Sony no solamente sigue en pie sino que van ya por la quinta consola de la familia.
Dejando un tanto de lado el argumento económico, no se puede ignorar la idea de preservación, que es lo que más se relaciona con los emuladores. El gaming tiene muchísimos años de historia ya, pero eso no quiere decir que toda esa historia esté disponible y sea de fácil acceso. Esto es un tema que incluso yo mismo discutí anteriormente cuando Sony amagó con cerrar la tienda de Playstation Vita; las grandes compañías parecen tener cero interés en la preservación del gaming. Nadie duda que el gaming sea un arte, y como tal merece ser preservado. Tratar al gaming como producto es permitir que lo “viejo” sea descartado como obsoleto en favor de lo nuevo, y así futuras generaciones perderán acceso a obras que solamente quedarán en la memoria.
Esto es especialmente notable en compañías como Nintendo o Playstation, que hacen un pésimo trabajo para preservar sus juegos, pero también es evidente en todas las grandes compañías por razones variadas. Rockstar, por ejemplo, está a punto de sacar de circulación las versiones viejas de los juegos de GTA que va a volver a vender remasterizados. EA, por otro lado, tiene un sin fin de juegos atrapados en un limbo que nunca van a ver siquiera un relanzamiento gracias a problemas de copyright y licencias ajenos al gaming, como lo es por ejemplo Def Jam: Fight for New York. De no ser por los “criminales” que desarrollan emuladores y piratean versiones de estos títulos viejos, años de historia del gaming quedarían en la nada misma. Así no tiene sentido debatir sobre la validez del gaming como arte, porque no lo estaríamos tratando con el respeto que una expresión artística se merece.
La muestra más clara de que toda esta controversia sobre la piratería es innecesaria está en el simple hecho de que a la piratería ya se la “venció”. Gracias a tiendas como Steam o servicios como Xbox Game Pass, es mucho más fácil pagar por tener un juego original que tener que buscar la forma de piratearlo. A la piratería no se la vence criminalizando al jugador, sino ofreciéndole razones para no recurrir a piratear un juego. Guste o no, los juegos originales tienen que competir con la idea de la piratería como opción gratuita, y la manera es ofreciendo juegos originales de forma más accesible tanto para el bolsillo como para el tiempo del jugador. Si en dos clicks puedo conseguir un juego en Steam a un precio razonable y que puedo costear, ¿para qué voy a perder el tiempo buscando cómo piratear ese juego?
La piratería en sí nunca va a dejar de existir. Siempre va a estar la persona con más tiempo que dinero, dispuesta a meterse en cualquier sitio para conseguir ese juego que tiene ganas de jugar. Pero, en vez de pelearnos entre nosotros por piratear o no algo, tendríamos que plantearnos qué lleva a alguien a recurrir a la piratería. ¿Por qué los juegos son cada vez más caros? ¿Por qué los títulos viejos son tan difíciles de encontrar de manera oficial? El que piratea algo no es un criminal, y es importante dejar de tratar al gaming solamente como un producto y como la forma de arte que realmente es. Así es como vamos a empezar a pensar en ideas como la preservación y la accesibilidad de una manera más seria, en lugar de preocuparnos por el bolsillo de compañías que rompen récords de ventas incluso con emuladores dando vueltas por la internet.