Muchísima gente en el mundo del gaming, ya sea fans, periodistas o incluso desarrolladores, están de acuerdo en que el 2017 fue uno de los años dorados en cuanto a lanzamientos de calidad. Como el tiempo no para, eso significa que este 2022 se cumplen cinco años de muchos de esos juegos que dejaron enormes huellas en el gaming, como Nier Automata o PlayerUnknown’s Battlegrounds, y de otros que quizás no son juegos de excelente calidad pero que igual vale la pena recordar, como Mass Effect: Andromeda. Para empezar el viaje a ese mágico año, hoy justamente se celebra el lanzamiento de quizás el juego más importante del 2017: The Legend of Zelda: Breath of the Wild.
Hablar del lanzamiento de Breath of the Wild también es hablar de la Nintendo Switch. La consola híbrida de Nintendo se lanzó también en aquel 3 de marzo de 2017, y Breath of The Wild fue el juego al que todos señalaban, casi de manera unánime, como el gran motivo para comprarse una Switch. Por supuesto que este juego también salió en la ya olvidada Wii U, pero en cierto punto uno puede argumentar que Breath of The Wild trasciende la consola. Este juego podría haber sido un exclusivo de Wii U y así y todo sería el excelente juego que fue. La única diferencia sería el público al que alcanzaría, y al igual que muchos otros juegos de Wii U, seguramente hubiese recibido un port a la Switch.
Decir que Breath of the Wild es el juego más importante de aquel año no es realmente una exageración. Más allá de los premios a Juego del Año que pueda haber ganado (que fueron muchos), la calidad del diseño del juego en sí es indiscutible. La primera vez que escuché el término “mundo abierto anti-Ubisoft” fue justamente con Breath of the Wild, y por muy buenas razones. Esta entrega de la serie no solamente es diferente a todo lo que vino antes en el mundo de Zelda, sino que en cierta forma reinventó lo que significa para un juego tener un mundo abierto. Al tener un mapa enorme con una tan reducida cantidad de información en lo que respecta a la interfaz, Breath of the Wild impulsó una manera de explorar y relacionarse con un mundo abierto que hasta ese entonces no se había visto de esta manera.
Por supuesto que para que dicha exploración sea divertida, es importante que el juego brinde las herramientas correctas, y es exactamente eso lo que termina de redondear la idea de Breath of the Wild como un juego donde la exploración es realmente el atractivo principal. Gracias a los diferentes poderes que posee Link, como las bombas o el imán, la física del mundo en sí es algo explorable. Incluso hoy en día, cinco años después del lanzamiento del juego, no es raro encontrar en Twitter algún clip de alguien que encontró una interacción rara entre todos los sistemas del juego, gracias a lo manipulables que son. La libertad en la exploración es un aspecto clave de Breath of the Wild, e incluso juegos con mundos abiertos claramente influenciados por este título, como Genshin Impact o Elden Ring, no pueden replicar esa sensación de que el mundo es realmente tuyo para jugar en él.
Sin embargo, esta sensación tan única que uno tiene al explorar puede llegar a traer algunos problemas en el futuro, específicamente para la secuela. Todos estamos esperando con ansias aquel elusivo Breath of the Wild 2 (o como sea que finalmente se termine llamando), pero hay que saber manejar las expectativas. Explorar el mundo de Breath of The Wild fue algo mágico y, podría decirse, irrepetible. Si la secuela nos vuelve a poner en el mismo Hyrule, ¿qué tanto de esa magia podremos volver a sentir? Si efectivamente Breath of The Wild 2 nos pide volver a explorar el mismo mapa, una manera clave de mantener esa chispa de la exploración es forzar al jugador a interactuar con el mapa de una manera diferente. Lamentablemente a estas alturas es poco y nada lo que se sabe sobre este juego, por lo que no queda más que esperar a más información.
Lo que sí es claro es que Breath of the Wild es más que solamente la exploración, a pesar de que ese sea el atractivo principal. Incluso para alguien como yo, cuyo primer juego de Zelda fue este, la narrativa de este título es muy fácil de seguir y de disfrutar. A pesar de que Link sea un protagonista silencioso (algo que en estos tiempos no aporta demasiado a ninguna narrativa), su viaje a través de este juego es una gran aventura. La idea de una secuela de este juego suena genial no solamente por lo que pueda llegar a traer en cuanto a novedades en la exploración, sino también porque después de pasar tantas horas explorando Hyrule en los zapatos de Link, es inevitable querer ver cómo sigue su historia personal.
Breath of the Wild, a sus cinco años, es un juego que todavía sigue dando de qué hablar, y del que uno podría hablar durante horas. En un año lleno de grandes juegos, este título se destacó entre todos y se convirtió en la máxima representación de lo que fue uno de los mejores años del gaming. A muchísimos otros juegos les encantaría tener la influencia que tiene Breath of the Wild, pero la realidad es que no hay otro juego como este. Con la secuela en el horizonte, quedará por verse si Nintendo es capaz de replicar la magia del original, pero incluso si no lo llega a conseguir, Breath of the Wild seguirá siendo uno de los juegos más importantes de los últimos tiempos, y una de las aventuras más entretenidas en todo el gaming.