Hace unos días hablamos de cómo la conversión a Switch de The Witcher 3 fue un verdadero milagro, y esperábamos que Overwatch estuviera a la altura. Pero no pasó. La versión de Switch se ve mal y se controla mal.
Es difícil identificar exactamente los errores de esta conversión, pero el sitio especializado Digital Foundry hizo un análisis que apunta a sus grandes problemas.
Para empezar, la resolución, que en momentos óptimos alcanza los 900p en modo docked y 720p en modo portátil, suele bajar de forma dinámica. Es una práctica regular en cualquier consola, para alivianar un poco el trabajo del procesador, pero a diferencia de otros juegos Overwatch utiliza como resolución base los 720p, lo que significa que en modo docked el juego está escalado, generando un imagen de todavía menor calidad.
Además los mapas debieron ser simplificados lo que resultan escenarios que se sienten vacíos y carentes de vida.
El control tampoco salió bien parado: los Joy-con de Switch no ofrecen la precisión que un juego competitivo del estilo requiere, y el sistema para apuntar moviendo la consola no resulta confiable.
Pero el gran problema es la caída de cantidad de cuadros por segundo, que bajan a menos de 30 en momentos de mucha acción, algo imperdonable para un juego competitivo y la razón por la que no puede tener crossplay con el resto de las consolas (que se ejecutan a 60 cuadros por segundo).
El veredicto de Digital Foundry es que la conversión no está a la altura del original.