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Muchas miradas se centran en los aspectos negativos de los videojuegos, pero hay beneficios que se pierden de vista

Podemos llegar a entender la mirada reacia de mucha gente hacia los videojuegos. Pero también hay otra realidad de la que poco se habla: los beneficios que pueden generar. En esta nota de opinión, voy a estar dándole vuelta a un tema del que, desgraciadamente, mucho no se habla en los medios de comunicación masivos.

Hace algunos días, en esta otra nota, estuve divagando sobre la mala prensa que tienen los videojuegos respecto a la adicción y a la mirada punzante de ciertos sectores. En dicha nota, exponía muchas creencias populares que se han comprobado erróneas, aunque lanzaban otra cantidad de preguntas y cuestiones que, al menos a mí, me parecen dignas de tener en cuenta. Aunque no lo crean, hace varios años se viene estudiando el fenómeno de los videojuegos y cómo repercute en la sociedad. Y para que haya una repercusión social, primariamente debe haber una repercusión individual.

De esta forma, y como en la nota anterior, luego de haber leído mucho por la web, cosas que uds mismos pueden encontrar con simples frases de búsqueda, quiero detenerme un momento y hablar de los beneficios que los videojuegos están regalando a todas esas generaciones que supieron apreciarlos, desde una mirada personal, sintiéndome parte de esos beneficios y pudiendo aportar la experiencia que tengo como jugador, que tuve como game designer y productor, y la que tuve en mi breve y corto paso como educador. Esto no me hace más apto para hablar del tema en términos de veracidad, pero si me sirve para tener varias aristas sobre el tema. Como siempre digo, esta nota no va a tener un semblante profesional ni académico desde mi parte, pero sí una mirada abierta a cientos de preguntas.

The Room
The Room (Fireproof Studios – 2012)

Los videojuegos son entretenimiento, como ya hablamos en esta otra nota. Y, cómo también hicimos mención, no todos tenemos el mismo concepto del entretenimiento. No todos reaccionamos a los videojuegos de la misma forma, ni nuestro cerebro ni nuestra psiquis responden a ellos de la misma forma. Según los que saben, los videojuegos pueden ser utilizados en la educación y para ayudar a la resolución de conflictos. De hecho, ya se usan hace tiempo para potenciar a los individuos, más allá de si su uso es, o no, con fines de lo que uno conoce como “entretenimiento”.

La mayoría de los que estén leyendo esta nota, quizás, haya experimentado el uso de videojuegos con otros fines. Aunque parezca raro decirlo, o aunque se pregunten ¿cómo puede funcionar esto?, la respuesta es bastante clara: no solo en la era digital se utilizan los juegos como parte de un desarrollo social. Desde hace muchísimos años, se vienen utilizando los juegos de mesa, por ejemplo, para complementar una reunión social, por ejemplo. En edades tempranas (seguramente muchos recuerden diferentes actividades), en el jardín de infantes o en la escuela primaria, las maestras nos proponían distintos juegos o experiencias lúdicas para aprender matemáticas, por ejemplo. Incluso, muchos psicólogos utilizan estos métodos para ayudar a su paciencia a transitar por alguna experiencia compleja o llegar a resultados que de otra forma hubiesen sido de mayor dificultad.

The 7th Guest (Trilobyte – 1993)

Los juegos tienen mecánicas pensadas y desarrollada para que podamos avanzar en el mismo. Esto lo hacemos planeando estrategias, analizando situaciones, utilizando el conocimiento procedimental, reconocimiento de patrones, protocolos de comunicación, funciones ejecutivas de cada personaje, y un largo etc. Muchas veces, lo hacemos sin saber que lo que hacemos tiene un nombre determinado o que lo aprendimos sin darnos cuenta o sin ser conscientes de eso que estábamos adquiriendo. En mi caso particular, soy alguien ajeno, por completo, a las matemáticas. Me costaban muchísimo y, por ende, tenía que poner mucho empeño, práctica y constancia. Más allá de la finalidad de llegar al resultado preciso de una ecuación, por ejemplo, las diferentes formas que mi cerebro encontraba para solucionar dichos problemas, seguramente hicieron que más tarde, en un videojuego o en alguna situación de la vida real, haya utilizado NO el conocimiento matemático, sino la forma de encarar dichas situaciones.

De esta forma, y con toda esta información, nuestro cerebro trabaja para resolver el problema en cuestión, superar la meta inmediata o avanzar al siguiente lugar. Ejemplos hay, y podrían ser infinitos si los queremos listar, ya que cada persona tiene sus propias experiencias que perfectamente pueden aplicarse a la vida cotidiana. Muchos le llaman “inteligencia práctica” a la forma de resolver las diferentes situaciones que plantean una problemática.

Portal (Valve Corporation – 2007)

Como cualquier otra cosa, la práctica en base a la repetición es lo que lleva a que nuestra mente adopte ese sistema como propio y cada vez sea más natural su ejecución. Es como crear un hábito. Si uno es ilustrador y dibuja un rostro una y otra vez durante un tiempo prolongado, nuestro cerebro va a asimilar dicho comportamiento (proporciones, trazos, tamaños, distancias, estilos, etc) y, en cierto momento, será algo natural poder dibujar ese rostro, porque entendimos su composición y estructura en base a la práctica repetitiva. Este mismo concepto puede aplicarse a la resolución de conflictos en cualquier videojuego.

Si nosotros nos exponemos constantemente a resolver problemas lógicos, puzzles o situaciones donde nos encontremos bajo presión y tensión en un videojuego, la misma práctica constante de estos escenarios va a preparar a nuestro cerebro para que la próxima vez que nos enfrentemos a una situación similar, podamos actuar de una forma más natural. La afición a cualquier tipo de hobbie y su práctica constante llevan, precisamente, a los mismos resultados. Por eso es importante, en todos estos casos, la constancia, perseverancia y la resistencia a la frustración, entendiendo que todo proceso lleva su tiempo y que el objetivo (al menos para mí) no debería ser la perfección, sino la superación de nuestros propios límites.

Así como previamente expuse el ejemplo de un ilustrador, también podemos poner de ejemplo a un músico, que no solo tiene que aprender la teoría, sino que tiene que practicar cientos y cientos de veces con su instrumento para perfeccionar y dominar cualquier técnica. Así como en un gimnasio uno entrena sus músculos y los condiciona a base de repeticiones, constancia y técnica, con nuestro cerebro pasa algo bastante similar. La repetición de ciertas acciones de forma constante prepara, por así decirlo, a ciertas áreas del cerebro para poder reaccionar de forma cada vez más inmediata y natural frente a problemáticas similares.

Dicho todo esto, vayamos a casos más estrictos. En 2015, la gente de The Journal of Neuroscience hizo un estudio donde participaban 69 personas. Un tercio de ellas, se pusieron a jugar Super Mario 3D World. Otro tercio, jugó Angry Birds. Y el otro tercio no hizo nada. Los que jugaron al Super Mario 3D World, expusieron mejoras en las tareas de memoria de seguimiento respecto al resto de los participantes. Esto rectifico la teoría de que los videojuegos en 3D pueden ayudar a mejorar la capacidad de memoria por el manejo del espacio y las dimensiones.

No sé si es correcto afirmar que los videojuegos nos pueden hacer más inteligentes, como muchos dicen, pero si podemos decir que en base a un estudio realizado por PLoS ONE, los videojuegos mejoran la función cognitiva en los participantes, llegando a la conclusión de que entrenar habilidades cognitivas específicas con frecuencia en un videojuego mejora el rendimiento en tareas que comparten demandas subyacentes comunes de cada persona. Básicamente, lo que venía diciendo antes: estimular a nuestro cerebro con diferentes problemáticas a resolver, hace que estemos mejor preparados para cuando aparezca una nueva problemática a resolver.

Y esto no es nada nuevo, como ya quedó en claro. En 2002, el Departamento de Educación de Inglaterra hizo un estudio exhaustivo donde se llegó a la conclusión de que los juegos de simulación y manejo de recursos como los SimCity, Civilization, Age of Empires y otros, ayudan a desarrollar el pensamiento estratégico y las habilidades de planeamiento. ¿Cómo? El pensamiento estratégico consiste en el desarrollo de ideas frente a diferentes oportunidades para crear una ventaja competitiva. Es decir: el jugador comienza a planear distintos escenarios de victoria frente a un problema en particular, analizando los aspectos positivos y negativos de la situación, intentando sacar provecho de cada instancia para salir lo mejor parado posible.

Estos pocos ejemplos sirven para que dejemos de lado cualquier prejuicio que podamos tener, y nos invita a abrir la mente. Quizás no a vos, que si estás esta nota en este sitio es porque seguramente sabés sobre el tema, pero a veces es bueno compartir estas notas con quienes creen que solo estás perdiendo el tiempo. No es extraño pensar que los videojuegos puedan ayudar, de forma no directa, a modificar nuestra inteligencia. Si está comprobado y se utiliza a nivel científico el aspecto lúdico tradicional para ayudar a cientos de personas, ¿qué diferencia hay con los juegos digitales? Está comprobado que el Ajedrez puede mejorar una amplia gama de habilidades, así como las Damas, el Backgammon, o incluso el Sudoku.

En otras partes del mundo, esta discusión sigue vigente, pero hay mucha gente entendiendo los conceptos y haciendo algo para fortalecer el concepto en sí. En los Estados Unidos, se festeja La Semana Nacional del Ingeniero. Durante este festejo, todos los aplicantes que quieren ingresar en las carreras relacionadas con la ingeniería, participan de un concurso llamado “Competencia de la Ciudad del Futuro de 2150”, utilizando el SimCity como motor de la competencia.

En el mismo país del norte, la Federación de Científicos Estadounidenses entendió que podría sacar provecho de un videojuego para introducir a sus futuros estudiantes en las ramas de la biología celular y molecular. Miren lo serio del asunto, que este juego (llamado Immune Attack) está desarrollado junto con el FBI, y si leen la descripción del mismo en cualquiera de sus tiendas, hay un párrafo contundente: “El FAS y su programa de bioseguridad están dedicados a la creencia de que los científicos, ingenieros y otras personas técnicamente capacitadas tienen la obligación ética de garantizar que los frutos tecnológicos de su intelecto y trabajo se apliquen en beneficio de la humanidad”.

Creo que las cartas están puestas sobre la mesa hace años, pero todavía hay un largo camino por recorrer para que las mentes más incrédulas y escépticas puedan entender que los videojuegos no son una pérdida de tiempo, así sea que los utilicemos con fines de entretenimiento o lúdicos, sino que tienen beneficios no implícitos dentro de sus cualidades. Las pruebas, sobran. Los estudios sobre el tema, también. Hay que convertir lo no implícito en algo palpable, a base de ejemplos prácticos, que también hay de sobra.

Mientras tanto, yo voy a seguir jugando, por las dudas.