Como anticipamos desde mediados del año pasado luego de la seguidilla de anuncios de E3, febrero 2019 es un mes intenso para los jugadores y jugadores que disfrutan estar al día con todas las novedades de la industria. En este momento, en la redacción de Malditos Nerds se está llevando a cabo un tour de force para cubrir en tiempo y forma con las reviews de Metro Exodus, Far Cry New Dawn, Crackdown 3 y Jump Force.
En esta oportunidad, la responsabilidad del análisis del juego publicado por Bandai Namco cayó en mis manos y dado que en esta apartada región del mundo los códigos suelen llegar muy sobre la hora, recién pude sumergirme en la propuesta de este título de acción, haciendo que me resulte imposible terminarlo para el momento que se levanta el embargo internacional. Comprendo que esto puede llegar a sonar a excusa, pero la realidad es que a mi me gusta trabajar con la cocina a la vista y ya hay demasiado secretismo en el mundo de los videojuegos como para esconder el hecho de que a veces es muy difícil alcanzar los deadlines de la prensa internacional desde la tierra de la birome y el dulce de leche.
Dejando esto de lado y mientras continúo avanzando con el título en cuestión, sí puedo adelantar algunas primeras impresiones que siguiendo la línea de blanquear mi proceso creativo y cómo trabajo los análisis, muchas veces son las que más impactan a menos que el juego sea una sorpresa radical. Y por más que reconozco que suelo ser demasiado exigente con los nuevos lanzamiento, en este caso la primera impresión era muy importante porque se trata de un juego que de alguna manera debía demostrar que no era un clon de todas las adaptaciones de anime de la factoría Bandai Namco. Lamentablemente, sin tener intención de sabotear la posibilidad de que lean mi análisis final, el pronóstico no es bueno. Pero primero un poco de contexto.
El lanzamiento de Jump Force es uno de los tantos eventos dentro del festejo del cincuenta aniversario de la revista japonesa Weekly Shōnen Jump, que haciendo un paralelismo con la publicación local denominada Fierro, es el medio que vio nacer y crecer a franquicias gigantes como ser Dragon Ball, Naruto, Jojo’s y un extenso etcétera. Mientras que la fecha de calendario – es decir los cincuenta años exactos – se cumplieron en agosto del año pasado, los festejos se extendieron a lo largo de todo el año y aún un poco más, dada la importancia del evento. Inclusive, habiendo tenido la oportunidad de visitar la nación del sol naciente en mayo del año pasado, puedo asegurarles que no había esquina, local o museo que no dedicara un espacio para algún tipo de exposición de alguna de todas las tiras de la publicación. Para todo maldito nerd, el manga y el anime cumple un rol importante en su vida ya sea si solo vio Dragon Ball o si tiene una membresía de platino a Crunchyroll, pero creanme cuando les digo que en Japón este cumpleaños era verdaderamente importante.
Es por esto que me cuesta creer cuan flojo es este crossover en formato videojuego. Atajándome un poco, vale comentar que por más que no sea el género que predomina mis pasiones, jugue por placer o trabajo la gran mayoría sino todos los juegos del estilo. Los Naruto Shippuden del estudio CyberConnect2, los Dragon Ball Xenoverse de Dimps y desde ya toda la saga Budokai de Spike Chunsoft paso en algún momento por mis manos. Es justamente este último estudio quien se encargó de Jump Force y por más que en este mismo párrafo listo su experiencia con Dragon Ball, me resulta raro darle el desarrollo de un juego de peleas a una compañía cuyos juegos son en un noventa por ciento novelas gráficas.
Será tal vez porque Jump Force, como varios de los juegos mencionados anteriormente no son de peleas. Nadie puede decir que Dragon Ball FighterZ no es un título de combate de pura cepa, pero estás licencias de Bandai Namco son en realidad juegos de acción con un control que traduce acciones básicas en escenas espectaculares, para que todo el mundo pueda realmente sentirse en el lugar del héroe de turno. Y desde ya, hay un gran valor en esto, porque es una experiencia sumamente pochoclera que otorga un nivel de diversión que logra que sus usuarios compren el juego una y otra y otra vez. La pregunta acá es ¿cuantas veces vamos a seguir comprando el mismo juego?
Jump Force hace poco por disimular que lo único que cambiaron de Dragon Ball Xenoverse es el apartado gráfico y realmente sorprende que no lo hayan tenido a tiempo para el aniversario real de la revista. Tras cada pelea me golpea la realidad de estar ante un título de precio completo y más extraño me resulta que los usuarios no tengan ningún tipo de queja al respecto. Peor aún, mientras que los títulos anteriores son repetitivos, mantienen un estándar de calidad que esta intención de salir del viejo y cómodo Cel Shading de siempre no logra mantener. Esta nueva entrega de la infinita colección de juegos de anime de Bandai Namco parece incompleta y hasta tal vez atrasa un poco.
Teniendo en cuenta lo tibio que terminó siendo el relanzamiento de la saga Soulcalibur el año pasado, quizá es momento de admitir que la empresa japonesa ya no está a la altura de desarrollar, producir o siquiera poner su sello de aprobación a juegos de pelea. Quizá es hora que el monopolio de las adaptaciones de anime pase a otros estudios y porque no inclusive a estudios occidentales. Se que en este momento están insultando al hipervínculo con mi nombre, pero a menos que cuando lo termine de jugar Jump Force haya pegado un giro de 180 grados, me siento en condiciones de afirmar que este es el último juego del estilo que pienso tocar. Pronto el análisis definitivo y el veredicto final.