En una presentación que en las oficinas de Electronic Arts se celebró como un gol en el minuto noventa, el director de la Comisión de Juego de Gran Bretaña, Brad Enright, declaró ante el Departamento de Medios, Cultura y Deporte de la región que de acuerdo a la ley vigente las loot boxes no pueden ser consideradas apuestas, por lo que no habría razón para regularlas.
“Hay preocupación acerca de las similitudes entre las loot boxes y las apuestas por sus mecánicas basadas en el azar, la combinación de formas de pago, y la invitación a transacciones rápidas y continuas,” explicó. “En nuestra opinión la industria de los videojuegos se ha expuesto a este tipo de comparaciones por la forma en la que han presentado estos juegos, creándolos con un objetivo comercial y no atendiendo las guías que hemos establecido en ciertas circunstancias.”
Esas similitudes plantean un dilema ético sin dudas, en particular porque los juegos están dirigidos en su gran mayoría a un segmento más vulnerable como son los más jóvenes, pero no son alcanzadas por la legislación actual del Reino Unido, porque no ofrecen ningún tipo de premio y no hay manera de convertir los productos obtenidos en dinero real.
“Donde marcamos la diferencia es en la habilidad de convertir el contenido de las loot boxes en dinero a través de algún mecanismo,” dijo el jefe ejecutivo de la comisión Neil McArthur. “Si fuese posible hacerlo a través de mercados secundarios o a través de un mercado ofrecido dentro del juego, podríamos considerarlas apuestas y actuaríamos en esas circunstancias como lo hemos hecho.”
McArthur se refiere a los “diálogos” que la comisión ha tenido con Valve al respecto de los sitios externos que utilizaban ítems de Counter Strike como premio. La empresa tuvo que tomar acciones contra los dueños de esos sitios (varios de ellos youtubers que atraían a sus espectadores) luego que su existencia se hiciera pública. Por supuesto Gabe y compañía (que lucraban indirectamente a través de esos portales) se mostraron sorprendidos, horrorizados e indignados en su momento, para mantener la máquina de demagogia a todo vapor.
“Cuando les hicimos notar que los consumidores británicos, incluidos los niños, estaban apostando en esos sitios, los han dado de baja,” aseguró Enright. “Valve creó el problema, quizá sin querer hacerlo, pero la situación sucedió por el modelo comercial que tan bien les funcionó, por lo que pensamos que le corresponde cierta responsabilidad y debería estar actuando de forma activa en esos casos.”
Las cartas de FIFA Ultimate Team, quizá uno de los negocios más lucrativos de la actualidad, tampoco serían alcanzadas por la legislación aún cuando existen sitios que permiten el intercambio, porque para la comisión los esfuerzos de Electronic Arts para prevenir y eliminar estos mercados paralelos son “suficientes” por el momento.
“Si no estuviéramos satisfechos con las medidas o recibiéramos muchos reportes de mercados secundarios que se están volviendo más lucrativos y sofisticados cambiaríamos nuestra forma de ver esas medidas,” dijo Enright.
Esta es una gran victoria para Electronic Arts dentro de Europa, quizá la región más importante para su franquicia FIFA (y por consiguiente para el agujero negro de billetes que es FIFA Ultimate Team). Después de la prohibición en Bélgica y Holanda, recibir el visto bueno de un mercado relevante como el Reino Unido es significativo y probablemente se convierta en el argumento principal al momento de defender estas mecánicas.
De todas maneras que un tecnicismo exima a las compañías no significa que las loot boxes no sean un problema grave que deba ser analizado en profundidad. Las leyes actuales fueron creadas antes de la existencia de estas mecánicas y deberían actualizarse como siempre sucede ante la aparición de nuevas tecnologías.
Quizá el mayor atraso de la legislación quedó en evidencia con la llegada del casino a GTA Online, que permite adquirir dinero virtual para apostar con dinero real de forma directa (algo que no sucede en Red Dead Online, por ejemplo). Estos juegos de azar virtuales estimulan los mismos sectores del cerebro que las apuestas reales, y de alguna manera, en mi opinión, no poder convertir los ítems en dinero empeora la situación porque significa que la inversión se convierte en una perinola en la que la que todas las caras muestran el mismo mensaje: “Todos ponen”.
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