IMPRESIONES | Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin

Cuando pensamos en Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin es difícil sacarnos de la mente los memes surgidos de aquel infame tráiler. El latiguillo de Jack: “Tengo que matar a Chaos” se propagó como la llama de un fósforo encendido sobre una pila de pasto seco a través de Twitter y todo parecía un gran ridículo. Luego de pasar más de diez horas jugando lo nuevo de Final Fantasy les puedo confirmar que sí, es ridículo pero a propósito y resulta muy gracioso. Stranger of Paradise viene a traernos una visión diferente y descontracturada de la épica clásica del primer juego de la saga, riéndose en el camino de la leyenda de “Los cuatro guerreros de la luz”, los estoicos NPC que nos dan las misiones y de las propias motivaciones de los protagonistas.

Lo primero que llama la atención de Stranger of Paradise es el desenfado con el que se desarrolla la narrativa. En una primera impresión parece mal compaginada, hasta llegué a pensar que era un problema de la copia anticipada sin el inevitable “parche del día uno”, pero con el pasar de las horas entendí que era algo intencional y muy original. ¿Cómo se forma el equipo de los cuatro guerreros de la luz? Todos tienen un cristal y, bueno, seguro somos los guerreros legendarios, ¿no? Jack, el protagonista, está obsesionado con matar a Chaos, que es la encarnación del mal y el chivo expiatorio de todo lo malo que sucede en el mundo, no sabe por qué lo quiere matar pero tampoco le importa. Ash y Jed lo siguen porque lo admiran, y porque quieren dejar de ser unos fracasados, y al Rey le conviene tener al pueblo pensando en la inmortal leyenda y no mirando lo que pasa en su reino. Los diálogos rozan el ridículo, los momentos tensos se rompen de improviso y de alguna manera todo logra tener sentido.

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Como era de esperar en un título de Team Ninja, el sistema de combate es el verdadero protagonista del juego. Las peleas son rápidas, intensas y divertidas. Lo más destacable es que no estamos ante un simple RPG de acción machaca botones, aún las peleas más sencillas requieren de un timing preciso, teniendo en cuenta fortalezas y debilidades de los enemigos para romperles la guardia y así terminarlos rápidamente. Lo mejor es la posibilidad de cambiar de trabajos en medio de un combo y usar habilidades de clase mezcladas, pero para eso hay que subirlos de nivel y equiparlos. A la hora de pelear nuestro equipo siempre va formado por Jack y dos compañeros, que podremos cambiar en cualquier checkpoint y sólo podremos controlar indirectamente. La dificultad de las misiones está definida por el nivel de equipamiento promedio, esto define cuánto daño haremos y a la vez recibiremos. También podemos subir o bajar el nivel de dificultad, modificando así la calidad de las recompensas obtenidas y la experiencia de acción. La dificultad intermedia resulta entre desafiante y difícil, la anterior es entre fácil y desafiante y la difícil, bueno, únicamente para virtuosos.

El apartado técnico es sin dudas el punto más irregular de la propuesta. Al menos el build de acceso anticipado, que reza 1.0 así que puedo afirmar que no recibió ningún parche hasta el momento, se ve bastante mediocre con respecto a otros títulos del género. Todas las versiones cuentan con un modo performance, que apunta a mantener alta la tasa de cuadros por segundo, y un modo resolución que prioriza la belleza por encima del rendimiento. El problema es que el sistema de combate pide a gritos que juguemos en modo performance, porque los parries y los esquives a último momento lo hacen brillar en toda su plenitud, pero el bajón de calidad gráfica se nota demasiado. En las versiones de nueva generación el bajón no es tan doloroso y apunta a dignos 900/1080p y 60 FPS, pero la versión de PS4 alcanza los 60 FPS a costo de una resolución ridícula que parece oscilar entre los 360/480p que termina (literalmente) dando dolor de cabeza. Por suerte el modo resolución de estas versiones alcanza 720p y una tasa de 30 FPS bastante constante, que lo hace completamente disfrutable aún en consolas de generación pasada. Eso sí, en todas las plataformas las cinemáticas se ven irregulares, a veces hermosas y otras increíblemente rústicas: personajes ultra detallados en fondos ridículamente básicos hablando con NPCs que hubieran parecidos básicos hace 10 años.

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Hay que ver cómo sigue la aventura y qué otras sorpresas nos depara, pero por ahora Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin es un juego difícil de encasillar. Por un lado tenemos una narrativa original y fresca, algo que sin duda le hacía falta a la serie, con un sistema de combate exquisito que bien podría ser la norma de acá en adelante. Por el otro una progresión segmentada por capítulos, sin ciudades para explorar, con un apartado técnico polémico y por momentos vergonzoso. Por supuesto que mucho puede resolverse con una futura actualización, un parche de texturas y una mejora de rendimiento en general, pero dudo que las mejoras sean tan sustanciales como para ponerlo a la altura de los tiempos que corren. Sin embargo las primeras impresiones son positivas, al menos para un veterano de Final Fantasy y los juegos de acción como yo, y por ahora vengo disfrutando mucho el viaje. Estén atentos a nuestras redes que pronto vamos a publicar el análisis y las impresiones finales en nuestro podcast.