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HJEM asalta nuestros sentidos con minimalismo de neón

Un vistazo rápido a la estética y jugabilidad de HJEM podría darnos la idea de que se trata de una especie de Tetris hexagonal en el que hay que agrupar bloques del mismo color para hacerlos desaparecer y ganar. Eso sería casi totalmente correcto, excepto que si destruimos bloques… perdemos.

Debemos llenar todo el hexágono para ganar

HJEM desborda de un fantástico minimalismo de neón en el que no se nos explica absolutamente nada; al menos, no con palabras. El primer nivel presenta una serie de bloques al caer para cubrir toda la superficie del hexágono, demostrando con gameplay que para ganar hay que llenar la figura geométrica. También se muestra que el movimiento de las piezas obedece al ritmo de la música de fondo. La tercera y última regla la descubrimos al jugar un poco el segundo nivel, cuando nos damos cuenta que agrupar tres o más bloques del mismo color de forma adyacente no sólo los hace desaparecer, también nos quita energía.

Con esos pocos datos ya tenemos todo el juego explicado. Acomodar los grupos de bloques para que llenen el hexágono, evitando al mismo tiempo agrupar las piezas del mismo color, es todo un desafío. Va en contra de todo lo que alguna vez aprendimos en juegos de este estilo, donde la misión era acumular puntos al destruir bloques y formar combos. Aquí, un combo tranquilamente puede ser nuestro final. Esto hace que la dificultad de HJEM sea considerablemente alta, pero su jugabilidad simple y reglas sencillas se complementan para crear una necesidad de volver a probar, una y otra vez.

Las piezas caen al ritmo de la música

Es loable todo lo que HJEM consigue con tan pocos elementos. Si tuviera más modos de juego, la experiencia sería mucho más agradable y hasta funcionaría perfecto como juego pago, pero su propuesta actual es más que decente para disfrutar de un gran desafío a todo ritmo. Vale la pena descargarlo y darle una merecida oportunidad.