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¿Físico vs digital? Una mirada contemplativa sobre el por qué compramos uno o elegimos comprar el otro

¿Qué factores son los que entran en la ecuación a la hora de considerar comprar un juego en versión física o digital? ¿Es una mera cuestión de tintes coleccionistas? Nuevas preguntas, siempre del lado de la duda y no tanto desde la afirmación.

Hace algún tiempo, me dijeron una frase que me quedó dando vueltas en la cabeza: “hoy en día, el formato físico es solo para coleccionistas”. Y me nacieron varias preguntas. El hecho de tener el juego así, palpable, con su caja original y reluciente, su propio librito, o sea lo que sea que nos traiga la edición que hayamos comprado, son tesoros que hoy en día solo un verdadero coleccionista busca. ¿Pero todo esto tiene que ver realmente con una decisión simplemente de colección, o hay cuestiones como la importación o, muy atado a esto, la economía de nuestro país, que también definen la ecuación?

Hace poco tiempo, comencé con el coleccionismo retro. Consolas, juegos, PC, tecnología, todo aquello que me atravesó de niño y de adolescente. Es un tipo de coleccionismo costoso, lo sé, pero tiene más que ver con un deseo propio. Recuerdo que cuando mandé las primeras fotos a un grupo de amigos, uno escribió sin tapujo alguno “que bueno, pero podés tener todo eso con un par de emuladores”. La premisa es cierta, pero el corazón va por otro lado. Le pueden llamar nostalgia si quieren, pero el coleccionista busca el placer en otros detalles que, en este caso, van más allá del juego.

Por eso mismo, dejemos por un momento las ediciones especiales y hablemos de los juegos base, comparando la versión física contra la digital. En ambos casos, el juego es exactamente el mismo, aunque a veces la versión física trae algún que otro agregado menor. Los costos son diferentes, pero no sé si realmente relevantes. Y, por supuesto, hablemos siempre de precios de origen, porque obviamente esos títulos al llegar a la Argentina, país en el resido, se le agregan varios impuestos que los diferencian en cuanto a su precio.

Porque claro, termina siendo lógico si uno lo analiza más en profundidad, ¿no? El juego digital solo tiene el costo de producción y desarrollo (que no es poco), ya que cargarlo a una plataforma digital propiamente dicha no tiene costos significantes, por así decirlo. Sin embargo, un juego en su versión física tiene una cuestión de diseño, packaging, distribución, todos elementos que lo encarecen aún más. Pero no es tan así, por más lógico que suene. En muchos casos, si uno ve los precios que se manejan en otros países, comprar en Steam, por ejemplo, cuesta exactamente lo mismo que si intentamos comprarlo en formato físico.

Hace varios años, la única forma de jugar de manera legal, era ir hasta la tienda en cuestión, elegir el título que queríamos llevar, comprarlo y volver a nuestra casa con el juego en las manos. No solo era porque los juegos existían en formato tácito y palpable, sino que tener uno de ellos nos obligaba a salir de nuestras casas, a viajar, a interactuar con el mundo. Un mundo que evolucionó en este sentido, y a medida que pasaba el tiempo, se buscaba cada vez la comodidad absoluta y la simplicidad para el usuario. “Un click de distancia”, reza esa frase que explica que hoy en día, si queremos, podemos vivir prácticamente sin salir de nuestras casas, gracias a nuestros aparatos tecnológicos como tablets, celulares, PCs o notebooks. Incluso consolas. Netflix, Mercado Libre, Pedidos Ya, son empresas, al menos en la Argentina, que hacen que puedas tener lo que quieras sin moverte de tu lugar, con solo presionar un par de botones, por así decirlo.

En cuanto a los videojuegos, Steam fue quien marcó esta pauta y cambió, completamente, el mercado. No sé si fue el primer movimiento en vender juegos digitales (de hecho, no lo fue), pero fue el que generó ese impulso abismal que se contagió como una plaga. Hoy en día, y gracias a eso, no solo nosotros tenemos acceso a una interminable lista de videojuegos que aumenta día a día, sino que cualquiera que quiera desarrollar un videojuego puede hacerlo y meterlo en esta plataforma digital. La era digital está entre nosotros hace tiempo, y fue, en algún momento, la visión primordial de un futuro que ya nos estaba alcanzando. Un futuro al que no solo nos teníamos que adaptar, sino el mercado en general. Hay en día hay aplicaciones que son, por ejemplo, solo para comprar bebida online. Compras, esperas y te tocan el timbre con el producto servido en tus manos.

Entonces, esto desenlaza en una pregunta con mucho fundamento: ¿Para qué podríamos querer un videojuego en formato físico cuando lo podemos tener de inmediato en su versión digital solo haciendo un par de clicks? Como decía en un principio, por ejemplo, el mero hecho de querer tener en tu repisa ese título que tanto te gusta. Exhibirlo, aunque sea para tus propios ojos. Saber que, en algún tiempo, por qué no, a esa “cajita feliz” la van a acompañar otras, tu repisa se va a llenar de colores y tu alma coleccionista va a surcar el límite del placer emocional por deleitarse frente a tales tesoros. O sea que… ¿es verdad que los juegos físicos son sólo para coleccionistas?

La empresa que desarrolló ese título que hoy ocupa tu preciada repisa, hizo seguramente, miles de copias iguales. Los grabó de forma multitudinaria desde su versión digital hacia CD, DVD, Blu-ray, o donde fuese. Los metió dentro de una hermosa cajita, y también diseñó e imprimió su tapa, su contratapa, y el librito que suelen traer dentro. Metió los cientos de copias dentro de cajas, que luego fueron subidas a camiones y luego seguramente a aviones, para que puedan llegar a todo el mundo. De forma rápida, ligera y con tono narrativo, lo que acabo de describir es un proceso de distribución, incluyendo el grabado, impresión y diseño, de un título físico original.

Todo esto, como pueden imaginar, tiene un costo. Pero ¿dónde lo vemos reflejado? Podemos decir, entonces, que un juego en formato físico en sus 60 dólares de costo (por ejemplo), trae incorporado el precio de todo este trabajo de distribución. Pero entonces… ¿Por qué el mismo título, pero en su versión digital cuesta casi lo mismo? Acá podemos hablar de dos grandes teorías. Una es la “estafa”, el clásico “empresa mala capitalista le roba dinero a pobre niño gamer”, pero prefiero descartarla porque me parece que es un pensamiento que no se presta a ningún tipo de análisis, conspiranóico si se quiere, que omite cualquier tipo de estructura de venta.

La segunda, y la que al menos yo comparto, es que, tanto en los 60 dólares (siguiendo el mismo ejemplo) de su versión digital como en los 60 dólares de su versión física, están contemplados todos estos gastos. Seguramente, si la versión digital costara 30 dólares porque no tiene todo este trabajo de impresión, diseño, distribución y etc, mucha gente pensaría varias veces cuál versión comprar, y se terminaría inclinando por la digital por una cuestión meramente de costos. El hacer esto estaría influyendo directamente en la decisión del grueso de los compradores.

Está comprobado, y hay varios estudios y teorías al respecto que pueden leer online, que el poder pagar con algo que no estamos contemplando a nivel físico y visual, nos lleva a hacer gastos que muchas veces van en contra de nuestro sentido común, cosa que no pasaría de la misma forma si tuviésemos que pagarlo en efectivo, viendo cómo los billetes se van de nuestras manos. Cuando abonamos algo con tarjeta, o simplemente con hacer unos clicks en una web, no dimensionamos el gasto que estamos haciendo.

Me gusta pensar, entonces, que muchas empresas todavía consideran como válidos a aquellos que nos gusta coleccionar cosas, que nos gusta tener en nuestra repisa una versión física de The Last of Us, por ejemplo. A igualdad de precios, queda solo el gusto personal para inclinar la balanza. Es una cuestión de gustos, y es la única variable que, dado este caso, se pone en juego. Nada nos inclina hacia un lado u otro. Seguramente haya personas, fanáticos o como quieran llamarlos, que, si la digital cuesta 30 dólares y el físico cuesta 60 dólares, se inclinarían igualmente por la versión física, pero en ese caso puntual ya entra otra variable, que es el poder económico de cada individuo.

Tampoco me quiero sentir ingenuo. Seguramente, en esos 60 dólares estén cubiertos todos los gastos de la versión física, pero las empresas saben que van a tener muchos más ingresos por su versión digital. Nunca hay que subestimar el hambre comercial de las empresas, que por algo se llaman empresas y nunca, tampoco, toman ciertas decisiones a la ligera. Todo está pensado, calculado. Hay incluso especulación en todo este tema que se resuelve muchas veces con las movidas de prensa y marketing alrededor del juego. Más allá del resultado, nada de lo que se hace es a favor del usuario, sino en vistas del crecimiento económico de la empresa. Una vez entendido esto, es más simple darnos cuenta si existe alguna movida de buena fe por parte de la empresa, que la diferencie de otras.

Y como todo tiene que ver con todo, no quiero dejar de mencionar que también existe otro motivo que es consecuencia de todo esto, como ya me explayé en otro párrafo, y se trata de la caída abismal de las ventas del formato físico. Desde que Steam hizo lo suyo, las nuevas consolas tienen también su “market” para que podamos acceder a los últimos títulos con un par de acciones simples. Esto hizo que, por el mero hecho de la comodidad, rapidez y simpleza, el grueso de la gente opte comprar la versión digital. En consecuencia, se generan una menor cantidad de títulos en versión física y esto, aunque parezca que no, también afecta a las empresas. Por eso mismo, si toda esta movida ya se cobra en los precios de ambas versiones, jugadores, coleccionistas y empresas se van con una sonrisa en su rostro.

Claro… la sonrisa es válida siempre y cuando el juego sea bueno, o ellos vendan la cantidad necesaria. Pero de esto hablamos en otra nota, tiempo atrás.