Conocemos el viejo adagio “El Pez Grande se Come al Chico”, que ya lo hemos visto reflejado en varios videojuegos, desde la primera etapa de Spore hasta los innumerables “.io”. La idea es sencilla: si nuestra víctima es más pequeña que nosotros, podemos engullirla para aumentar de tamaño. Si, en cambio, nuestro objetivo nos supera en volumen, quizá lo mejor sea dar media vuelta y escapar. Por ese lado viene Insatia.

Uno de los elementos más notables de este título es su impactante estética, soberbiamente detallada y muy agradable a la vista. Un grupo de científicos estudia el comportamiento de unos gusanos carnívoros cuya única aparente función es comer y crecer, y ese es nuestro objetivo principal en la mayoría de los niveles, aunque también aparecen otros desafíos más originales, como correr una carrera contra otros gusanos.
El mórbido encanto de este juego reside parcialmente en sus sistema de control, que nos pide ondular a nuestro protagonista de izquierda a derecha—tal como lo haría un gusano o una serpiente—a fin de ganar velocidad. Un par de habilidades adicionales; ralentizar el tiempo y saltar; se suman para formar un paquete de control fantástico, desafiante. Desplazar a nuestra criatura por el mapa e ir engullendo víctimas; ya sean los pobres insectos mártires o los segmentos de otros gusanos; se vuelve inesperadamente adictivo… Pero, cuidado, que los demás gusanos también andan por ahí, comiendo y creciendo para intentar ser más grandes que nosotros. Es comer o ser comido.

Insatia sorprende con un esquema de control simple de entender pero difícil de dominar, y una jugabilidad acorde a ese sistema de comandos. Es un concepto muy interesante y rebosa de calidad. No le vendría mal una versión más pulida y paga, pero, por ahora, disfrutemos descargando el juego y viendo cuánto podemos hacer crecer a nuestros letales gusanos. Y esa es una frase que jamás pensé que iba a utilizar.