En algún momento en el tiempo las secuelas no eran la cosa que conocemos hoy. Un refrito de las mismas ideas, ejecutadas apenas un poquito mejor y algún que otro elemento agregado. ¡Pero no mucho! Porque los gamers odian el cambio. O por lo menos eso aprendieron los ejecutivos de las grandes empresas cuando lanzaron secuelas diferentes y arriesgadas como Zelda II: The Adventure of Link, que llegó a nuestras Nintendo un día como hoy de 1987, para alegría y horror de fans por igual.

Mientras que el primer juego es una obra maestra hecha y derecha —pocos podrían discutirlo aún hoy— el segundo no resultó ser un título tan redondito y pulido como su predecesor. Una realidad difícil de tragar para los fans que venían disfrutando de las mieles de un juego que parecía volverse mejor cada vez que lo jugaban de nuevo. Aún así, vendió como pan caliente (4.38 millones de copias) y hoy día pocos pueden discutir que The Adventure of Link fue un juego adelantado a la época, que incluyó novedades que terminarían siendo marcas distintivas de la franquicia.
Casi como arrancar el juego y darte cuenta que ibas a jugar como Raiden en vez de Snake, poco tiempo pasó hasta que le amaneció a los fans la realidad de que Zelda II era un juego de plataformas. Por supuesto tiene el mapa gigante con encuentros aleatorios, pero la verdadera acción ocurre en una plano 2D, como si de Mario Bros. se tratara. Esto fue un shock para los fans, porque resultó en un juego muy diferente al que esperaban, o estaban acostumbrados. Pero como incluyó esta novedad, también introdujo otros conceptos, como el regreso de la muerte de Ganon, la introducción de la Trifuerza, la primera aparición de Dark Link, NPCs con los que hablar, y el sistema de magia, entre muchas cosas más.

El cambio de perspectiva y la alta dificultad fueron rocas en el camino para esta secuela de uno de los juegos más importantes de la historia. El nuevo combate obligaba a los jugadores, además de combatir enemigos, tener que esquivarlos, cosas que eran mucho más complicadas de los que parecían con los controles que ofrecía la aventura. Incluso Miyamoto dijo que no le parecía un buen juego.
En definitiva, los desarrolladores habían introducido muchos cambios, pero ninguno de ellos hacían que el juego se juegue mejor. Sino, todo lo contrario. y esa sombra permaneció durante mucho tiempo, hasta que en el último tiempo se le ha devuelto un poco el crédito. Tal vez no por lo bueno o malo que fue, sino por todas las innovaciones que contribuyó al medio.

Zelda II: The Adventure of Link terminó siendo la secuela que nadie esperaba, y pocos apreciaron. Nintendo nunca volvió a ese tipo de jugabilidad para Zelda. Y aún así, muchos de los elementos que incluyó por primera vez fueron omnipresentes a lo largo de la serie. Ni hablar del resto de la industria, que aún hoy —incluyendo esta misma serie, vez tras vez— se inspiran en aquellos clásicos eternos para pulir y reimaginar la rueda, una y otra vez.