La sexta película del Universo Expandido de DC tenía que hacer alguna diferencia, sobre todo, después del tibio recibimiento de ‘Liga de la Justicia’ (Justice League, 2017). ‘Aquaman’ (2018) todavía no llegó a las salas de los Estados Unidos y ya rompió varios records en China, además de ganarse el favor de una buena parte de la crítica, y del público que ya pudo disfrutar de las aventuras del Rey de los Siete Mares.
James Wan prefirió dejar todas las sutilezas de lado, y la oscuridad (y solemnidad) heredada por Zack Snyder, para contar los orígenes del superhéroe más troleado de la historia comiquera. Para ello, pergeñó una aventura hecha y derecha inspirada en los mejores exponentes del género de la década del ochenta y, sobre todo, dejando escapar su imaginación a la hora de presentar en sociedad los siete reinos submarinos, sus habitantes y cualquier criatura que se les ocurra.
¿Hay momentos épicos? Por supuesto. ¿Hay momentos bizarros? A montones. Y es ahí, en ese rejunte y balance de géneros, donde reside gran parte del éxito de esta historia, ya que ni Arthur Curry (Jason Momoa) se toma en serio a sí mismo. Entonces, ¿por qué tenemos que hacerlo nosotros? Este parece ser el sentimiento de Wan y se divierte con el personaje y su universo para que nosotros no contagiemos de ese entusiasmo.
Atlantis, escenario principal de ‘Aquaman’, mezcla la más alta tecnología futurista con la épica fantástica de la mitología grecorromana. En el medio, suma un universo marino que pondría orgulloso al mismísimo James Cameron, y homenajea a clásicos del cine de terror -primer amor del realizador- como ‘El Monstruo de la Laguna Negra’ (Creature from the Black Lagoon, 1954), un primo lejano de las criaturas de La Trinchera (The Trench).
Estos millares de detalles y criaturas le deben su concepción a la conjunción de los decorados creados por Bill Brzeski, Bill Booth, Desma Murphy y Fred Palacio; al equipo de maquillaje y diseño de vestuario y, por supuesto, a la magia de las imágenes creadas por computadora cortesía de ILM (entre otras compañías), sin las cuales, películas como ‘Aquaman’ serían visualmente inviables.
Estos mismos efectos mega recargados y muy cuidados son uno de los principales atractivos del film, sin duda alguna, ya que nos resulta imposible no maravillarnos al recorrer los paisajes marinos de Atlantis, sus extrañas criaturas y los poderes de la mismísima Mera (Amber Heard).

Wan decide no apegarse a la famosa frase ‘menos es más’ porque, como ya dijimos, el minimalismo y las sutilezas no encajan con un personaje que, entre otras cosas, habla con los peces y viaja en ballena como Pinocho, Marlin y Dory. En cambio, abraza la ‘ridiculez’ de estos héroes y villanos en spandex, dándole sentido, incluso, a las situaciones más descabelladas como un Karathen con la voz de Julie Andrews.
Así y todo, y a pesar de la proeza visual de Wan y compañía, ‘Aquaman’ se quedó afuera de los preseleccionados para competir por el Oscar a Mejores Efectos Especiales. Una lista que cuanta con tres representantes del género superheroico como ‘Ant-Man and the Wasp’, ‘Avengers: Infinity War’ y ‘Pantera Negra’ (Black Panther) –el resto lo completan ‘Christopher Robin’, ‘El Primer Hombre en la Luna’, ‘Jurassic World: El Reino Caído’, ‘El Regreso de Mary Poppins’, ‘Ready Player One’, ‘Han Solo: Una Historia de Star Wars’ y ‘Bienvenidos a Marwen’-. Una lástima, porque en este caso, el riesgo y la exageración valieron la pena.