Animal Crossing es una de esas sagas que todo el mundo ubica pero tal vez no todo el mundo haya jugado. Comenzando su historia en Nintendo 64 exclusivamente para Japón y luego llegando al resto del mundo en un disco para GameCube, sus cinco entregas y tres spin-off han sido un éxito tanto de crítica como de ventas. Bueno, nadie estima tanto a Pocket Camp – versión mobile de la serie – pero desde la salida de la entrega para Switch, las descargas para el juego disponible en Android y iOS aumentaron un 150% y cuando cierre el corriente año fiscal, probablemente se anuncie que las ganancias llegaron a los 100 millones de dólares. Sin embargo, hoy vamos a hablar de New Horizons, juego que por sus propios medios ya está rompiendo records para la serie.
Antes de comenzar, me gustaría aclarar que estas primeras impresiones van a concentrarse más en el apartado técnico y que la review final va a demorarse unos días más, pero con justificación. Una de las particularidades de Animal Crossing es que su ritmo es diametralmente opuesto al de la mayoría de los juegos modernos. Mientras que en el transcurso de una jornada podemos realizar varias actividades, los eventos del juego se rigen siguiendo el reloj de la consola. Esto significa que si nos dicen que la tienda abrirá en dos días, vamos a tener que esperar hasta pasado mañana para que este cambio suceda en el juego. Al no haber formado parte de los medios que recibieron el título quince días antes de su lanzamiento, tome la decisión de jugar una semana al menos, antes de dar una opinión formada, para de esta manera poder experimentar varias de las situaciones que tiene para ofrecer.
De todos modos, podemos concentrarnos de buenas a primeras en todos los cambios evidentes que la modernidad y el nuevo hardware de Nintendo ofrecen al juego dirigido por Aya Kyogoku. Teniendo en cuenta que la última entrega había salido en 2012 para 3DS, mucha agua pasó bajo los puentes quemados por la empresa con base en Kyoto al principio de la década pasada. Esto otorgó una gran oportunidad de borrón y cuenta nueva para la popular serie. Detalle que se nota, ya que adoptando la misma filosofía que franquicias hermanas mayores como Zelda o Mario, New Horizons es una reimaginación de todo lo que la saga tiene para ofrecer.
En un mundo post-Stardew Valley, este simulador social con animales antropomórficos tenía que abandonar algunas mañas como relegar todos los items a un sistema económico. La excusa de pasar a habitar una isla desierta que nosotros iremos urbanizando, dio una excusa perfecta para incorporar un intuitivo y recompensante sistema de crafteo, el cual no sólo nos permite equiparnos y construir todo lo que precisemos para el progreso en nuestro hábitat, sino que da sentido a las micro misiones que tácitamente alimentarán nuestras horas de juego.
Una vez aterrizados en el pedazo de tierra que elijamos, el infame Tom Nook nos pedirá nuestra ayuda para transformar esta masa terrestre en un espacio habitable para los primeros isleños y todos los que se vengan. Cumpliendo los pedidos de este usurero, nos vamos dando cuenta que todo lo que esté en medio de la exploración, el progreso que se da naturalmente con el paso del tiempo e inclusive todos esos ratos donde estemos haciendo “nada”, igual se traducen a un sistema de logros (denominado Millas Nook), los cuales a su vez destraban más progreso.
Estas tareas activas y pasivas dotan a Animal Crossing de cierta lógica de juego de celular pero sin las despreciables paredes de pago, generando una fuente de dopamina constante ya que todo lo que realizamos casi sin esfuerzo alguno, brinda recompensas claramente cuantificables en puntos, dinero o avance de la ligera narrativa. Otro cambio que ayuda mucho a esto es la incorporación del guardado automático. Cuando antes teníamos que ir a charlar con un personaje para que documentara nuestro progreso, ahora esto se da de manera automática – como en todo juego moderno – evitando un intento de suicidio en caso de una interrupcion abrupta de la partida, donde esa acumulación de progreso ligera, se volvería pesadísima en caso de tener que hacerla dos veces.
Otro cambio bien recibido en esta nueva entrega se apoya en uno de los pilares más evidentes: el nuevo hardware. Al contar con un mejor apartado gráfico, el equipo de Nintendo EPD habilitó las opciones de customización del personaje y los ambientes desde el principio del juego, lo que no sólo dota de un mayor sentido de identidad a la experiencia que se nutre de la roleada, sino que además permite exhibir las mejoras en la calidad gráfica, haciendo que lo juguemos en modo portátil o en una TV, todo sea una explosión kawaii de colores pastel en pantalla. Encima. esto se ve potenciado por los diseños creados por la comunidad, los cuales pueden compartirse a través de códigos QR y la aplicación de celulares de Switch, que tres años después de su lanzamiento logra encontrar recién un tercer juego para sentirse útil.
Finalmente, el cambio que ya está convirtiéndose en un pequeño suceso social en tiempos de cuarentena – entendiendo que esto no era algo que Nintendo podría planear, pero que definitivamente le cayó como anillo al dedo -, es su funcionalidad online. A través del Aerolíneas Dodo, podremos visitar islas desiertas con hasta tres amigos al mismo tiempo o bien visitar las de amigos o desconocidos a través de un código otorgado en el momento. Es una realidad que cuando recibimos visitas en nuestra isla no podemos continuar con nuestras misiones habituales, pero abrir el terreno para todo el mundo conlleva a desordenadas situaciones divertidas, imposibles de anticipar. Esto dio lugar a que en los tiempos que corren, distintos usuarios ya hayan celebrado cumpleaños y hasta bodas dentro del juego. Cosa que por más que también me este encantando, en Doom Eternal no se puede realizar.
Son estos simples pero significativos cambios en los sistemas de juego que hacen de Animal Crossing una experiencia sumamente accesible para nuevos usuarios. Esta reinvención es mínima, pero termina siendo suficiente como para atraer a todos esos usuarios que siempre miraban de la vereda de enfrente. Muchos no están contentos hoy por hoy con las limitaciones que el juego impone a los usuarios que comparten una consola, ya que no se pueden tener dos islas distintas por sistema, pero mientras que es algo reprochable, habla mal de las prácticas comerciales de la empresa japonesa pero no necesariamente del diseño del juego.
Mis primeras impresiones de Animal Crossing: New Horizons son más que positivas y duro realmente que cambien para cuando salga el análisis final. Ya explicaré en el análisis final, pero es un juego que se acopló de una manera ideal a mi ritmo de vida particular y que por más que todos seamos distintos, creo que su flexibilidad lo permite ser un título para todo tipo de usuarios. Lo último que puedo decirles por ahora es que las fronteras de mi isla están siempre abiertas, así que estén atentos a mi cuenta de Twitter (@RippyRizza) para que la próxima vez que comparta un código de invitación, la fiesta termine siendo más grande. Y quién sabe, quizá su visita termine siendo una experiencia que termine influenciando mi decisión final.