Publicado por DeadPan Games, Wildfrost es una nueva propuesta independiente que arrasa como una gran ventisca gracias a la exquisitez de su arte, complejidad de mecánicas y desafío sin igual.
Hace ya varios años, se popularizó el género roguelike dentro de las propuestas de videojuegos independientes debido a su característica clave, que es la rejugabilidad constante. En un juego de este estilo, el fracaso es el único camino para el aprendizaje de sus mecánicas. Por lo tanto, cada vez que le damos inicio a una nueva partida, sabemos que perder será casi inevitable, pero ahí está la clave del éxito del género: una fórmula adictiva donde perder es casi un premio.
Existen muchos subgéneros dentro del roguelike, siendo uno de ellos el de construcción de mazos que, como su nombre lo indica, se basa en armar un mazo de cartas de forma estratégica para lograr la victoria. Cuando Slay the Spire llega al mercado en 2019, se establece como el referente a vencer en lo que respecta a videojuegos de combate con cartas en escenarios generados de forma aleatoria. Pero, tal vez, el rey ha conseguido a su primer potencial contrincante con la llegada de Wildfrost el pasado 12 de abril de 2023.
Con un estilo visual sumamente pulido, adorable y caricaturesco, Wildfrost nace de la colaboración de Will Lewis, de Deadpan Games (en la programación) y el arte exquisito de Gaziter. Lanzado únicamente para Steam y Nintendo Switch, estamos ante una de las mejores propuestas indies de la primera mitad del año. Eso sí, se encuentra disponible en múltiples idiomas, pero no en español.
La premisa que reza en Steam es simple. El mundo es azotado por un cataclismo llamado Wildfrost donde el sol se congeló por completo y nuestros héroes generados aleatoriamente provienen de la aldea de Snowdell, el ùltimo bastión de la humanidad encargado de revertir el invierno eterno que amenaza con acabar con toda forma de vida. Para esto, debemos llegar al Templo del Sol atravesando el ya clásico formato de mapa con diferentes sucesos en el camino, tal como enemigos, tesoros, rescatar cartas de aliados, tiendas y por supuesto, jefes poderosos.
La narrativa de esta entrega la encontramos en un par de hojas de libro y eso es suficiente, pues no es para nada el eje central de este juego. Incluso, nuestros héroes no son personajes que podamos elegir una y otra vez; por lo contrario, tres cartas se generan de forma aleatoria al comienzo de cada partida, con alguna habilidad que los diferencia entre sí. Una vez que mueren, sus nombres se tachan en nuestro diario y nos olvidamos por completo de que alguna vez existieron. Todo pasa por las mecánicas, tanto las que son de común denominador para este tipo de títulos, como aquellas que incorpora como propias y terminan sumando varios puntos en la experiencia general.
Los roguelikes suelen incorporar, en su jugabilidad, aquellos objetos o habilidades que quedan de forma permanente en nuestros héroes para ayudarnos en el progreso. En el caso de Wildfrost, nuestros logros se verán reflejados en la reconstrucción (similar a Loop Hero en cierta forma) de nuestra aldea, que nos va a ofrecer diferentes beneficios al cumplir ciertas tareas. Un buen ejemplo de esto podría ser una edificación, donde obtendremos más cartas activas (compañeros) para iniciar nuestras partidas con mayor variedad. Para esto, necesitamos, por ejemplo, derrotar 30 enemigos, y así consecutivamente. Mi recomendación, después de bastantes runs poco exitosas, es prestar atención a estos requerimientos y tratar de cumplirlos lo más rápido posible. Es un juego con una curva de dificultad que sube repentinamente y esto ayuda a apaciguar la frustración que van a sentir crecer con cada derrota.
Yendo a lo específico, el juego se dispone como una grilla de seis espacios a la derecha y seis a la izquierda (tres arriba y tres abajo en cada mitad). De un lado, se encuentran nuestros enemigos a derrotar y del otro, posicionamos a nuestro héroe más las cartas que iremos jugando. Nuestro mazo es aleatorio y, antes de comenzar la partida, podemos elegir también un compañero que se sume desde el inicio. Estas cartas son desbloqueables tanto en la ciudad como en cada run, y contarán con diferentes formas de evitar que nuestro héroe sucumba y perdamos la partida. Algunas de ellas curan, otras ofrecen estados alterados al enemigo y así, una gran variedad de opciones.
Tal como sucede en Inscryption, los ataques con las cartas se basan en turnos y tendremos algunos agregados interesantes. Tal vez uno de los elementos de la jugabilidad que más me costó incorporar fue la idea de que nuestras cartas pueden moverse a nuestro gusto entre la fila superior y la inferior así como también su orden, sin gastar turnos. Es decir, podemos sacrificar algún compañero para salvar a nuestro héroe o disponerlas diferentes si necesitamos derrotar a algún enemigo antes que otro. Esto es importantísimo para el sistema de juego en general y le aporta cierto dinamismo así como complejidad.
Por supuesto, nuestro mazo podrá renovarse sin gasto a medida que hagamos, por ejemplo, un mínimo de 4 jugadas. Pero también, podemos elegir sacrificar un turno y tocar la campana que nos repartirá una nueva mano.
No se dejen engañar por su estética adorable o su interfaz simple y pulida. Nada más alejado de esto es la propuesta de Wildfrost. Es un juego intrincado, con mucha variedad de elementos que complejizan tanto su sistema, que te va a hacer pensar unas veinte veces antes de jugar cualquier carta. Y es en esta dificultad donde se encuentra su punto más alto, así como su más negativo. Por supuesto, que cuando estamos ante una propuesta roguelike sabemos que la dificultad suele ser intensa, para obligarnos a entrar en ese componente adictivo de la repetición hasta conseguir la victoria. Pero en el caso de Wildfrost, se les fue un poco de las manos.
En Steam, Wildfrost tiene reseñas mayormente positivas, pero en todas se repite una y otra vez lo mismo: “gran juego, no lo recomiendo si sos nuevo en el género”, o algunos un poco mas extremos afirmando que les interesa jugarlo pero su dificultad inicial es una brecha difícil de romper y que volverán a darle una oportunidad cuando Deadpan Games agregue un parche que equilibre las condiciones respecto al RNG.
En lo personal, concuerdo con esta barrera que se impone desde un comienzo, donde tenemos ínfimos recursos para enfrentarnos a enemigos muy poderosos y no se siente orgánico dentro del sistema de aprendizaje a través del fracaso que tienen los roguelikes. Es de mis géneros preferidos, por lo tanto experiencia sobra. Las mecánicas tienen una gran profundidad y son extremadamente interesantes, pero incluso con esto, a veces el factor aleatorio es difícil de ser superado.
Dicho esto, y dando las advertencias correspondientes al desbalance en su dificultad, Wildfrost es un juego que recomiendo a cualquier fanático del género y que su simpleza visual esconde una profundiad de gameplay que merece ser explorada. Cada implementación de sus mecánicas está cuidadosamente pensada para darnos una experiencia adictiva y refrescante. Es, sin dudas, una bocanada de aire fresco del cual no vas a querer despegarte ni un segundo.
Puntaje: 8/10
Wildfrost tuvo su lanzamiento el 12 de abril de 2023 para PC y Nintendo Switch. Lo jugué en PC durante más de 20 horas aproximadamente.