La fantasía más épica suele tener como tema al héroe elegido que debe salvar al mundo de alguna forma complicada e inesperada. Wandersong nos cuenta una historia de ese estilo, pero desde el punto de vista de un bardo, el personaje más alegre y divertido, que ni siquiera es el héroe de esta historia. Incapaz de empuñar una espada, nuestro protagonista hará del canto su arma más poderosa.
Wandersong es una aventura de puzles, plataformas y ritmo desarrollada por Greg Lobanov. Claramente ideado como una parodia a los RPG (no solo a los videojuegos, también a todo lo que significa Dungeons and Dragons), este título es lo más adorable y colorido que vas a jugar en mucho tiempo. La música es el motor de la aventura, pero la jugabilidad de Wandersong no nos pide que seamos precisos al cantar, como lo haría un juego rítmico. En su lugar, la música da lugar a un montón de mecánicas particulares y divertidas.
El bardo que controlamos se despierta un día luego de soñar con un hada que le revela que es el elegido para aprender la Earthsong, la canción que evitará que el mundo se destruya. Nuestro protagonista no se cuestiona mucho por qué esto debe ser así. Al menos al principio. Lo cierto es que lo que empieza con una aventura sin matices ni mucha profundidad, deriva en una mucho más madura, con personajes con sustancia y un humor afilado, que aunque sea inocente, revierte todos los tropos de las historias de fantasía más clásicas.
Así es como tenemos a un gigantón que arma una pelea en un bar solo para aceptar que lo hace para probar su masculinidad o también al propio Héroe de esta historia, que en realidad es mujer y no, no es nuestro bardo.
La odisea del bardo consiste en recuperar las seis melodías para poder cantar la Earthsong. En el camino, visitamos pueblos donde habitan los personajes más hilarantes. Cada uno de estos pueblos está estructurado como un gran puzzle que, en general, consiste en resolver los problemas de sus habitantes.
Wandersong se burla de los RPG como lo hizo en su tiempo Earthbound, una de las más claras inspiraciones de Greg Lobanov. Sin embargo, el título tiene su encanto propio.
Hay un balance justo entre la exploración –que aunque los escenarios sean chicos, hay muchos NPCs para interactuar– y las secuencias de plataformas. En ambas, siempre terminamos interactuando con canto. La mecánica de cantar consiste en mover uno de los sticks en ocho direcciones, cada dirección corresponde a una nota musical y un color. De esta forma, en algunos momentos, vamos a tener que seguirle el ritmo a algún personaje, moviendo el stick en varias direcciones. Otros puzles más originales nos hacen combinar las notas musicales con saltos y maniobras que incluyen ir en la dirección del viento o trepar enredaderas. También tenemos una tecla para bailar, aunque esta mecánica es más bien un alivio cómico para hacer aún más insólitas y memorables las interacciones con los extraños habitantes del mundo de Wandersong.
En general, los niveles de plataformas están bien diseñados. Son variados y divertidos. Aunque hay algunos deslices en el control. Nuestro bardo no es tan preciso como quisiéramos y a veces puede volverse un poco frustrante todo esto de dar saltos y calcular la nota musical correcta en simultáneo.
Pero no hay control rústico que opaque la belleza de Wandersong. Es un videojuego hermoso, por el arte, los personajes y el humor. Es accesible y divertido como las caricaturas infantiles, pero inteligente y crítico, como para que los adultos podamos entender el doble sentido detrás de todo: una parodia adorable al RPG de fantasía.
En ningún momento Wandersong intenta proponer un reto. Es un juego fácil. Sin embargo, eso no quiere decir que sea aburrido. Al contrario, la aventura se va complejizando en mecánicas y la diversidad de los puzles y las plataformas nos hace sentir que siempre estamos ante un mundo nuevo. Es increíble como con tanto minimalismo Wandersong construye una realidad de fantasía atractiva. Las visuales son sencillísimas, totalmente en 2D, pero ganan profundidad con los colores y formas. El mundo parece un gran collage de papel glasé y, aunque no lo parezca, guarda secretos también.
Wandersong se sostiene como una aventura sólida durante las 10 horas que ofrece. Es cierto que hay personajes más inspirados que otros. Hay momentos musicales de lo más emotivos y aquellos que rozan lo épico; mientras que otros son más bien uno más. La dificultad va creciendo, aunque, como decíamos, nunca llega a ser un videojuego difícil. Las veces que vamos a perder son menos de diez y, lamentablemente, la mayoría de ellas seguro se deban a lo impreciso del control.
El Bardo no será el único personaje que vamos a controlar. También está el Héroe y la naturaleza de su aventura es mejor que no la sepan. Wandersong aborda los conceptos más tradicionales de las historias de fantasía solo para revertirlos y cuestionarlos. No es hasta el final que dejamos de sorprendernos. Nuestro amigo el Bardo pasa las mil y unas, y siempre se mantiene en pie porque su arma es más valiosa que una espada. Sí, el juego es bastante cursi y la fábula final ya la escuchamos mil veces. Pero el camino, el viaje del Bardo, es lo más alocado que vas a jugar en mucho tiempo. Y de lo más original también.