ANÁLISIS | Vikings S05E015: Hell (Spoilers)

Con “Hell” nos llegó el esperado enfrentamiento entre sajones y norteños, y un encontronazo épico que dejó un vacío en la corte del rey Alfred. El joven monarca de Essex se calzó la corona y acompañó a sus hombres al campo de batalla, demostrando que no tiene nada de blandito. Claro que el triunfo se lo debe, en parte, a la asistencia de Ubbe, Bjorn, Torvi y Lagertha, quienes decidieron ir en contra de su propia gente, a cambio de protección y las tierras que supo prometer el rey Ecbert.

La contienda sacrificó a miembros de ambos bandos como Jarl Olavson, aliado del rey Harald en esta cruzada. Pero también al obispo Heahmund, que se fue como un héroe, combatiendo por todo aquello en lo que creía… y lo que temía. Justamente, las creencias son el hilo conductor de un episodio cargado de emociones. Y aunque los diferentes dioses marcan el ritmo de las espadas de estos guerreros, al fin y al cabo, deciden luchar por sus vidas y sus convicciones.

La jugada de Ubbe resultó ser crucial a la hora de enfrentar a los norteños en el campo de batalla, ganándose para siempre la confianza de Alfred y, seguramente, los odios de Harald. El rey noruego apeló a la retirada cuando vio que no podía ganar, y se volvió para sus tierras con muchos menos hombres, pero con Magnus de su lado. Todavía está por verse cómo los resentimientos del falso hijo de Ragnar se interponen en esta historia. Por lo pronto, los planes de conquista y traición de Harald van a tener que esperar y, suponemos, tendrá que seguir besándole el anillo a Ivar hasta tener una nueva posibilidad.          

 

 

Mientras tanto, en Essex, las cosas se ponen ríspidas. Cuando Alfred parte rumbo al encuentro de sus enemigos foráneos, los internos empiezan a desenmascararse. Consciente de la rebelión en su contra, y un posible intento de asesinato, el monarca manda a arrestar a uno de los conspiradores para obtener todas las respuestas sobre este golpe fallido. Mamá Judith es la encargada de llevar a cabo el “interrogatorio”, demostrando que los ingleses siempre fueron lobos en piel de cordero.

De entrada, sabemos, que a la señora no le van a gustar todas las respuestas, sobre todo porque su hijo Aethelred fue uno de los más interesados a la hora de derrocar a su hermano menor. Sí, cambió de opinión y decidió apoyar las decisiones de su rey, hasta lo salvó en el campo de batalla, pero esta nueva información, de seguro, va a generar alguna repercusión familiar.

Consolidado como rey después de este gran triunfo contra los paganos, Alfred debe cumplir con su palabra y otorgarles las tierras prometidas a sus nuevos aliados del Norte. Ubbe parece no perder las esperanzas, pero la fidelidad de Bjorn nos resulta un misterio. El hijo más aguerrido de Ragnar Lodbrok no piensa renunciar a sus raíces, mucho menos a sus dioses, un conflicto que se viene gestando desde la llegada a Gran Bretaña y que podría explotar en cualquier momento, poniendo en peligro la protección del monarca.

 

Ojito con la señora, que no se anda con vueltas

 

Sumémosle a esto, la “desaparición” de Lagertha. El final de “Hell” nos dejó con esta incógnita: ¿qué pasó con la guerrera vikinga durante la batalla? Las cosas no habían quedado muy bien entre ella y Heahmund cuando este decidió ponerle fin a la relación tras un sueño “profético” y eligió a dios por sobre la transgresión que significaba este romance. Tarde para borrar sus pecados que, parece, fueron saldados durante la contienda. Sabemos que Lagertha atestiguó la muerte de su amado, pero queda por ver qué le tiene preparado el destino a este personaje tan golpeado, sobre todo después de la derrota de Kattegat y el exilio. Ojiyo, que se pudre todo.    

Hablando de la madre patria, Ivar no se anda con vueltas a la hora de borrar sus huellas y deshacerse de los restos del Seer. Los habitantes de Kattegat no se toman esta desaparición tan a la ligera y necesitan que su rey tome cartas en el asunto, sin saber que es el principal responsable. Perdidos místicamente, el pueblo se va a volcar hacia su nuevo salvador, el autoproclamado dios Ivar, convencido de que lo espera un propósito mucho mayor.

No podemos culpar al pibe por saborear este momento de gloria tras tener la peor infancia que alguien pueda atravesar y andar siempre a la sombra de sus hermanos, mientras era rechazado por su papá. La historia nos dice que el Deshuesado llevó a cabo una dinastía mucho más poderosa que la de Ragnar, pero nos sigue costando encariñarnos con un protagonista tan megalómano y resentido.

 

¡Por Frodo!

 

De la mano del director Steve Saint Leger, “Vikings” y “Hell” nos mostraron estos dos mundos en conflicto: norteños y sajones no son muy diferentes a la hora de la batalla, de pelear por sus convicciones, de aceptar la derrota o vanagloriarse para seguir adelante. La historia y la brutalidad de los conflictos del siglo VIII se hacen presentes más que nunca y nos dejan con un sabor amargo en la garganta, aunque deberíamos saborear el triunfo. ¿De qué lado nos queremos parar? ¿De nuestros queridos paganos que en un par de cientos de años van a abrazar el cristianismo y dejar todas estas costumbres de lado? ¿O de los británicos, estoicos defensores de sus tierras que, con el tiempo, se convirtieron en potencia, conquistadores y colonizadores de la mitad de este planeta? Tarea para el hogar.