Nos encanta poder ver a Idris Elba en otro registro que no sea el típico héroe (o villano) de turno. Mientras esperamos (sentados) a que se convierta en el próximo James Bond, o el Deadshot de “The Suicide Squad” (2021), nos trae su faceta más humorística y musical de la mano de “Turn Up Charlie”, comedia co-creada junto a Gary Reich, la cual también protagoniza. ¿Qué tiene de malo el último gran estreno de Netflix? Su generalidad y falta de ideas, sin mencionar que parece un producto salido de la tele de los años noventa (e incluso de los ochenta).
Este primer episodio nos presenta a Charlie Ayo (Elba), DJ londinense que trata de abrirse camino hacia la fama, mientras le hace favores a amigos, “pasando música” en sus fiestas de casamiento. Este evento es la oportunidad ideal para reencontrarse con viejos amores (léase fracasos románticos) y amigos como David (JJ Feild), compañero de escuela convertido en una estrella de Hollywood que decidió volver a sus pagos junto con su esposa Sara (Piper Perabo) -talentosa empresaria musical- y su hija Gabrielle (Frankie Hervey).
Charlie es un soltero empedernido que vive con su tía Lydia, buen tipo, pero poco ambicioso cuando se trata de su carrera. Visitar la mansión de su amigo y contemplar tanto éxito no ayuda a su autoestima, pero cuando menos se lo espera consigue una oportunidad única para demostrar sus talentos…, aunque no se trate de los musicales. Resulta que David y Sara son los peores papás del mundo, demasiado ocupados con sus trabajos como para darle el tiempo necesario a su pequeña, quien hace lo imposible para llamar su atención. En cambio, compensan cariño con regalos y charlas que intentan ponerle límites a sus travesuras.
Después de pasar una inesperada tarde junto a ella -cuando papá debe abandonarlos inesperadamente para asistir a una reunión-, Charlie parece ser la solución ideal que el matrimonio anda necesitando para convertirse en la nueva niñera de Gabs, una nena tan sarcástica como superficial. Y sí, la pequeña es una caricatura en sí misma que no existe en la vida real (o sí), un arquetipo calcado de muchísimas otras comedias con niños complicados de manejar (esto lo vimos hasta en “La Novicia Rebelde”).
Ya nos vemos venir todos los conflictos y situaciones risueñas que nos traerá “Turn Up Charlie” cuando las manipulaciones de Gabrielle choquen con la falta de experiencia y poca paciencia de Charlie, que acepta la tarea solamente por el dinero… y la posibilidad de poder cruzarse con Layla Valentine (Rina Sawayama), mecenas musical que puede influir en su marchitada carrera.
Ni el encanto de Elba, bastante confortable en su papel humorístico (y como DJ, ya que lo es en la vida real), logra crear interés en una historia que ya vimos demasiadas veces y que, de entrada, no presenta ninguna novedad más allá del DJ inglés. “Turn Up Charlie” es una sitcom genérica sin originalidad narrativa ni visual, personajes arquetípicos -como el amigo entrometido que nunca falta-, y una historia a futuro que, casi, nos podríamos imaginar (y acertar en un 90%) sin haber terminado de ver sus ocho episodios.
¿Se deja ver? Sí, por supuesto, de fondo, mientras hacemos cosas más interesantes que prestarle atención a la relación de un hombre mayor sin muchas responsabilidades y una nena que habla mejor que todos nosotros, necesitada de un poco de amor y disciplina (qué feo que sonó todo esto).