ANÁLISIS| True Detective S03E02: Kiss Tomorrow Goodbye (Spoilers)

A “True Detective” sólo le bastó un par de capítulos para sentar las bases de esta tercera temporada. Una entrega que, desde el vamos, es menos truculenta y violenta (al menos por ahora), centrándose en el recuerdo de esas experiencias que más marcaron al protagonista, y un caso que, 35 años después todavía no tiene un culpable, ni todas las respuestas.

Wayne Hays es uno de los detectives a cargo de la desaparición de William y Julie Purcell, dos pequeñines del noroeste de Arkansas. Tras la aparición del cadáver del nene, el FBI se une a la búsqueda de la segunda víctima, dejando el homicidio en manos de Hays y su compañero, Roland West. Ambos son dos tipos duros, solitarios, veteranos de Vietnam y afectos a la caza. Su única gran diferencia viene por el color de su piel, un factor que no siempre se dice en voz alta, pero queda bien establecido cuando se trata del respeto de sus superiores. A Wayne no lo “discriminan” per se, pero no siempre le dan el lugar que se merece y casi siempre hacen oídos sordos a sus sugerencias.

“The Great War and Modern Memory” estableció las tres líneas temporales por las que se mueve esta historia. Los hechos actuales de 2015, donde Hays rememora lo ocurrido en 1980 para un especial televisivo; los pormenores del crimen; y una tercera instancia que nos lleva al año 1990, cuando el caso se reabre por pedido de los Purcell, tras la aparición de la joven Julie en circunstancias un tanto extrañas. Al parecer, en esta oportunidad, el oficial fue apartado de la fuerza. ¿Un chivo expiatorio?

 

Dos cabezas piensan mejor que una

 

Los próximos capítulos nos lo dirán, mientras tanto “Kiss Tomorrow Goodbye”, también dirigido por Jeremy Saulnier (“Green Room”, “Hold the Dark”), arranca tras el hallazgo del cuerpo de Will, un hecho que Hays no se va a sacudir tan fácilmente de la cabeza. La única pista que tienen los detectives son las muñecas artesanales que aparecieron cerca de la escena del crimen, un tipo de muñeca que Julie recibió la pasada noche de Halloween de manos de algún extraño, según lo recuerda uno de sus compañeritos de clase.

Las muñecas son una pista vaga por el momento, pero la excusa perfecta para que Wayne conecte con la maestra Amelia Reardon quien terminará convertida en su esposa y madre de sus dos hijos, además de la escritora que siempre ambicionó ser. El personaje de Carmen Ejogo es la constante en el presente de Hays, cuya memoria se desvanece día a día.

Mientras los habitantes empiezan a caer presos del pánico y la paranoia que aleja a los niños de las escuelas y lugares públicos, la dupla detectivesca sigue interrogando a varios testigos, entre ellos el chatarrero que cruzó camino con los Purcell, y un ex convicto con varios antecedentes pedófilos. El primero tiene un presente oscuro alejado de su familia y algunos traumas de la guerra, pero no representa ninguna amenaza inmediata. El segundo es Ted LaGrange (Shawn-Caulin Young), condenado por abuso de menores, quien cambió de nombre y ahora trabaja en una guardería.

Tras obtener el dato de un investigador de vicios, Hays y West deciden hacerle una visita y descargar todas sus frustraciones contra sus costillas y otras partes blandas. Estos son los inicios de la década del ochenta donde, al parecer, los derechos se tomaron vacaciones y los excesos policiacos están permitidos, además, ¿quién va a extrañar a semejante lacra? En el fondo, ambos saben que LaGrange no es el responsable de este delito, pero eso no impide el abuso de autoridad y la tortura gratuita, moneda corriente cuando los superiores o las cámaras no miran.

 

Sospechosos habituales

 

La tercera temporada de “True Detective” está plagada de esta actitud de ‘macho proveedor’ que nunca muestra sus sentimientos (se supone que no los tiene) y arregla todo con los puños. Pero entre tanta testosterona desbordada hay grandes momentos de camaradería (sobre todo cuando se hace referencia a los horrores de Vietnam) y cuestiones que se dan por entendidas. Claro que la realidad es muy diferente, ya que se trata de seres humanos que, a corta o a la larga, empiezan a sufrir las consecuencias de los actos de violencia a los que están expuestos.

Ejogo es una excepción en este mar de madres y esposas en la Norteamérica redneck, ninguna damisela en peligro, ni “chica de su cada”, cuya sinceridad y falta de suspicacia vienen a sacudir los estándares de Hays que no ve ninguna vida familiar en su futuro. Salvo en su segunda temporada, la creación de Nic Pizzolatto no supo poner a las mujeres al centro, pero Amelia es un elemento invariable a lo largo de la historia de Wayne Hays, y un personaje que tiene mucho que aportar a la investigación a través de sus diferentes etapas.

“Kiss Tomorrow Goodbye” sigue bien firme por estos dos carriles que establece la temporada: el caso de los niños Purcell y sus pormenores, y el recorrido personal del protagonista, que nos obliga a sumergirnos en su mente, ahora, un tanto atrofiada. Un tratamiento que se aleja de ese enfoque más crudo, brutal y surrealista de las entregas anteriores, enfocándose en el lado más humano de estos detectives y las personas que los rodean.

 

 

PUNTAJE: 8.0