“Titans” comienza a encontrar su verdadero rumbo con un episodio más prolijo, dinámico y cargado de momentos terroríficos que empieza a encastrar las piezas de este gran rompecabezas que es Rachel Roth, llevándonos de paseo por sus ‘orígenes’, en paralelo con los de Dick Grayson. Al menos, ese punto de cruce donde los dos jovencitos se encuentran extraviados e intentan encausar sus miedos, su ira y aceptar la pérdida de sus seres queridos.
La serie de DC Universe suele presentar cada capítulo desde el punto de vista de un personaje. En esta oportunidad le toca el turno a Kory Anders, ausente durante “Hawk and Dove”, que tras los desmanes de Viena, lleva dos días rastreando a Rachel por los Estados Unidos. Este es el episodio que nos termina de demostrar lo equivocados que estábamos sobre el acercamiento ‘disco’ (música setentosa incluida) de Anna Diop a Starfire, una heroína que todavía no lo es tal, pero tampoco se anda con medias tintas cuando se trata de alcanzar sus objetivos. Todavía no sabemos quién es realmente esta chica con extaños poderes, ni siquiera ella lo sabe, pero entiende que tiene cierta conexión con Roth y encontrarla podría aclarar más de una duda.
Tras pasar por la casa que Rachel compartía con su mamá adoptiva Melissa (Sherilyn Fenn), Kory descubre una pista que la llevará al convento Saint Paul que, aparentemente, dio refugio a la dupla allá por el año 2005. Antes de llegar a este punto debe rescatarla de las garras de The Nuclear Family, o al menos es lo que cree correcto después de atestiguar como se la llevaban a la fuerza del departamento de Hank y Dawn.
En el camino de regreso, en una estación de servicio de Ohio, Mamá, Papá, Sis y Biff hacen un alto proporcionándole a Kory el momento ideal para salvar a Rachel. Con Nuclear Dad todavía echando humo (je), las chicas enfilan hacia Saint Paul, con la esperanza de encontrar algunas respuestas. Para desilusión de Anders, Roth no la tiene registrada, y a pesar de no poder percibir sus emociones, igual decide confiar en esta extraña de pelo magenta.
Después de dejar a Dawn al cuidado de Hank, Dick sigue su camino en busca de Rachel y sus captores. Pronto se entera de la muerte de su compañera y de que la chica (acusada de la muerte de su madre) ahora está huye con una nueva sospechosa. El rastro de Kory no es tan difícil de seguir -mucho menos con la ayuda de la tecnología Wayne a su servicio-, y todo indica que las fugitivas van rumbo a Chicago.
En el convento, Kory y Rachel descubren que mamá Melissa buscó refugio escapando de su padre, una figura que empieza a cobrar demasiada relevancia. También, que Anders está en esta búsqueda, por lo menos, desde hace un año, pero debido a su amnesia no logra recordar nada anterior a las últimas semanas.
En una pista de patinaje cerca de ahí, tenemos el primer encuentro casual entre los Titans. Mientras Kory y Dick se cruzan por primera vez y comparten información y suspicacias, Rachel hace buenas migas con Garfield, jovencito que se siente atraído inmediatamente por la chica del pelo violeta. El destino juega un papel importante en esta reunión informal, y sabemos que pronto estos cruces van a ser más frecuentes.
Confiada de las monjitas y sus buenas intenciones, Rachel permanece en el convento mientras Kory sigue algunas de sus pistas. Pronto descubre mucho más de lo que esperaba, dando a entender que Roth forma parte de una oscura profecía. Aunque vaya un paso más atrás, Grayson le sigue el rastro, pero ninguno logra entender (por ahora) la magnitud del asunto que implica, entre otras cosas, el fin del mundo como lo conocemos y al doctor Anderson (Reed Birney) manipulando a The Nuclear Family y moviendo los hilos para el arribo del mentado papá de la chica, una figura que no puede llegar así nomás, y debe ser “invitado”. No teman, todos estos interrogantes van a ser respondidos, pero “Titans” juega con mucho más que el villano de turno.
A los orígenes de Rachel, los realizadores suman los de Dick Grayson (o los de Robin), unos 15 años atrás. Su relación con Roth remueve todos esos recuerdos de sus primeras semanas en la mansión Wayne, y la ira (y rebeldía) a flor de piel tras descubrir que sus padres fueron realmente asesinados. El pequeño Richard (Tomaso Sanelli) no logra encontrar su lugar en el mundo entre tanta pena y ganas de venganza, y es ahí donde su mentor le ofrece “otra forma de lidiar con estos sentimientos”. ¿Les suena? El resto, como dicen, es historia, una que Dick está tratando de dejar atrás y, sobre todo, no repetir con Rachel.
Este punto de conexión entre personajes es lo más fuerte e interesante de “Titans”. Hay un motivo por el cual la chica (percibió) buscó la ayuda de Dick en un principio, seguramente, para también socorrerlo a él en este momento plagado de dudas en cuanto a su cruzada justiciera. Los Jóvenes Titanes van a surgir de estas encrucijadas, suponiendo que alguien logre detener a este “cuervo” que toma el control de Rachel y escapa en medio de la destrucción después de ser apresado contra su voluntad por las monjas, que creen que así pueden evitar que se reúna con su padre.