Rusty Lake es una saga de aventuras gráficas y juegos escape the room que tienen como punto en común el surrealismo y lo extraño. The White Door es la entrega más reciente, en este caso un spin-off que está a medio camino de los dos géneros mencionados. Nos pone en la piel de Robert Hill, un hombre que se despierta en un manicomio sin recordar cómo llegó allí. Locura, amnesia y otros clichés del terror psicológico están presentes, pero ojo, porque a medida que descubramos la historia de nuestro protagonista, vamos a llevarnos más de una sorpresa.
Empezamos The White Door jugando la rutina de Robert. Nos levantamos, nos lavamos la cara, desayunamos, hacemos una serie de pruebas y para cuando nos damos cuenta, ya estamos en la cama, despidiendo el día. Al principio, entendemos poco y nada de qué trata el juego, pero conforme vayan pasando los días, Robert va a ir recordando y contando su pasado. Vamos a conocer una historia que nos atrapa, sobre todo por la forma en que está contada.
El juego consigue que nos interesemos por revisar cada rincón de la habitación donde estamos encerrados, buscando pistas del pasado de Robert, atando cabos para saber cómo terminó allí. El sistema de juego no es el de la aventura gráfica clásica ya que no hay inventario ni combinación de ítems. En su lugar, vamos a ir clickeando interacciones sencillas y muy dinámicas que hacen que The White Door tenga una narrativa absorbente, al menos en la primera mitad de la historia.
Como mencionaba, el juego está a medio camino entre la aventura clásica y los escape the room. Del primer género toma la interacción y el diseño narrativo; del segundo, el diseño de puzles. Pero hay un problema con esto último y es que la mayoría de los que resolvemos en la segunda mitad del juego no encajan del todo en la experiencia narrativa.
The White Door arranca con una filosofía muy del gaming casual, con puzles fáciles, pero entretenidos. Pero conforme avanzamos, el juego nos termina proponiendo minijuegos que se sienten metidos con calzador, por ejemplo, puzles de deslizar piezas para formar una imagen u otros que son directamente obtusos y entorpecen el ritmo del juego.
La aventura tiene en todo momento una atmósfera de incomodidad e intriga que nos invita a querer seguir jugando. Incluso con los problemas de ritmo y la repetitividad de los puzles. Parte de ese clima atrapante lo pone el apartado visual, que va mutando y pasa de ser minimalista con fondos blancos, a jugar con imágenes surrealistas y una banda sonora relajante, que sabe ser perturbadora cuando quiere.
Quienes nunca hayan jugado un juego de la saga Rusty Lake, pueden empezar con The White Door, sobre todo por lo accesible que es en términos de mecánicas y porque no se necesita conocer los demás juegos para disfrutarlo. Cuando el juego apuesta a menos, es decir, puzles más sencillos y una narrativa más dinámica, es cuando funciona mejor. Los fanáticos de la saga que prefieran las aventuras de estilo más clásico, quizás queden descontentos con el sistema de juego más casual de esta entrega.
Con todo lo dicho, hay muchas razones para disfrutar The White Door. El misterio bien manejado, con terror surrealista que llega a cuenta gotas, y una historia que atrapa por la que vale la pena lidiar con puzles aburridos. Si te gusta Rusty Lake o estás buscando una aventura corta que te atrape para terminarla en una sentada, nos busques más lejos.
THE WHITE DOOR
Jugué The White Door en PC, de principio a fin en una sola sesión. Me llevó algo más de dos horas y lo recomiendo especialmente para jugar antes de dormir. Puede dejarnos pensando un buen rato. El código fue facilitado por la distribuidora.