“The Calm Before” se toma demasiado en serio cada una de las palabras de su título, sobre todo lo de “calma”, cuando estamos ante un episodio de casi una hora de duración. En resumen, la directora Laura Belsey (asidua de “Arrow”) se despacha con una historia en la que no pasa NADA hasta los últimos veinte minutos… y los restantes cuarenta resultan tan divertidos como los discursos políticos de “Star Wars: Episodio II – El Ataque de los Clones” (Star Wars: Episode II – Attack of the Clones, 2002). Entendemos que quieran generar cierto clima de tensión y anticipación antes del final de temporada de la próxima semana, pero el ritmo y la extraña edición de este capítulo -sí, volvieron a los confusos vicios narrativos de la entrega anterior-, le quitan momentum a una trama que no venía tan mal encaminada hacia esa tormenta que se avecina.
Llagó el momento de la esperadísima feria de The Kingdom, una excusa perfecta para que las cuatro comunidades -sumemos Alexandria, Hilltop y Oceanside– vuelvan a reencontrarse después de muchísimos años para verse las caras, intercambiar suministros, pasarla bien por un rato y sellar un pacto de solidaridad entre todos. El elefante en la habitación sigue siendo Lydia, punto de conflicto entre los sobrevivientes y los Susurradores que no van a bajar los brazos tan fácilmente a la hora de querer recuperar a su joven integrante.
De ahí, las preocupaciones de Tara para con su gente, convertidos ahora en el principal blanco de Alpha; pero es nuestra renovada Michonne la que pone un manto de tranquilidad sobre la mesa al asegurarle que siempre estará ahí para protegerlos. Las acciones empiezan inmediatamente, y varios miembros de las diferentes comunidades deciden marchar hacia Hilltop para anticiparse a cualquiera de las acciones de los Whisperers, sin saber que estos ya están varios pasos adelante e, incluso, infiltrados entre los asistentes de la feria.
Los primeros treinta y pico de minutos de “The Calm Before” se pierden entre charlas intrascendentes, y realzar personajes que apenas conocimos o vimos por ahí en alguna ocasión, reforzando esa sensación de que “ummm, a este le va a pasar algo feo”. Dicho y hecho, “The Walking Dead” se volvió así de previsible, y es lo que más bronca nos da a esta altura de las circunstancias. Sí, el final del episodio es brutal -no al nivel de Negan y su encuentro con las cabezas de Glenn y Abraham, como se dice por ahí-, pero carece del golpe completo de efecto porque la situación está bastante agarrada de los pelos y sale de la galera de un mago narrativo.
Claro, la línea temporal está un poco mezclada (mejor dicho, desprolija) para que podamos entender el paso de las horas y el tiempo que tuvieron los villanos para llevar a cabo dichas atrocidades. Por eso, mientras en la feria todos lo pasan bomba asistiendo a la función de cine, el grupo que marchaba hacia Hilltop se separa, y Daryl, Michonne, Carol y Yumiko son interceptados, primero, por un grupo de caminantes a los que logran vencer; pero no pueden con Alpha y su gente.
La líder de los susurradores parece tener todo bastante bajo control y les asegura a los presentes -buenos y malos- que su hija ya no es un problema. La realidad es que Lydia quedó “desterrada” para siempre, pero la señora decidió descargar sus frustraciones maternales contra varios habitantes de The Hilltop.
Entendemos, hasta ahí nomás, como Alpha logró infiltrase en The Kingdom, pero cuesta creer que pudo también meter a toda su gente -¿sólo Henry escuchó el ruidito?-, secuestrar a diez de los habitantes, reducirlos y aniquilarlos sin que nadie lo note. Todo bien con la armonía que rige en el lugar pero, ¿de repente se olvidaron de la seguridad? Mal ahí los guionistas.
Una vez más, los sobrevivientes caen presas de su propia ingenuidad y confianza excesiva cuando se trata de un nuevo antagonista (parece que nunca van a aprender), pero al menos las condiciones de Alpha son bastante concretas al reclamar su propio territorio. Si las comunidades se atreven a cruzarlo deberán hacerle frente a una horda inmensa de caminantes. Claro que esta pequeña advertencia no es suficiente, y las diez cabezas empaladas de los habitantes de Hilltop para adornar esta frontera, terminan de sellar un conflicto que recién comienza. ¡Unleash the Negan!
Tara, Enid, Henry, Tammy Rose, Rodney, Addy, Ozzy, Alek, D.J. y Frankie terminan pagando el precio. Una selección un tanto arbitraria, más allá de los tres personajes principales que se despiden de forma abrupta. La pregunta es, ¿alguno de ellos realmente resuena en nuestra conexión con la serie o son sólo una excusa para el potencial y brutal enfrentamiento del final de temporada? Queda claro que Belsey y los guionistas Geraldine Inoa y Channing Powell buscan el shock, pero no entienden que la anticipación no está bien construida y, de alguna manera, la van delatando a lo largo de todo el episodio.
Al final, las palabras de Siddiq, y la feria en sí, adquieren un nuevo significado de unión entre comunidades, y Alpha demuestra ser una villana de temer, incluso para su propia gente. Un Negan en versión femenina pero más “salvaje” que, en este caso, no persigue ningún objetivo concreto. Por lo pronto, cerremos Hilltop que es pura mufa para cualquiera de sus líderes.