Análisis | The Umbrella Academy S01E01: We Only See Each Other at Weddings and Funerals

Un millonario recluso adopta a siete niños nacidos en extrañas circunstancias. Seis de ellos tienen poderes sobrenaturales y el millonario los entrena como superhéroes hasta sus adolescencia. 17 años después, los hermanos han perdido contacto, convertidos en adultos tan excéntricos y solitarios como su padre adoptivo, y la muerte del millonario propicia una tensa reunión familiar.

El punto de partida de The Umbrella Academy, la nueva serie de superhéroes de Netflix, es inmediatamente atractivo. Centrarse en los lazos familiares permite profundizar en la psicología de estos personajes, y el productor ejecutivo Steve Blackman, veterano de la brillante ‘Legion’, conoce bien el universo de superhéroes como para guiñar el ojo al espectador sin que se haga demasiado evidente.

La relación del millonario Sir Reginald Hargreeves y sus hijos/alumnos, por ejemplo, evoca de inmediato a Charles Xavier y sus X-Men. La dinámica familiar tiene mucho de los 4 Fantásticos originales de Stan Lee y Jack Kirby. Los dos hermanos mayores, uno noble y fortachón, el otro oscuro y taciturno, son lecturas veladas de Superman y Batman.

El equipo creativo tiene experiencia, el presupuesto parece estar por encima de la media, y el grupo de actores tiene grandes nombres como Ellen Page y Colm Feore.

¿Por qué, entonces, The Umbrella Academy es tan, pero tan mala?

La expresividad de los actores es sorprendente

Desde la primera escena, una mini-historia de horror que narra el nacimiento de estos “niños milagrosos”, se siente algo raro. La dirección es torpe, el tono vira abruptamente entre lo cómico y lo realista, y a pesar de su extensión es difícil entender exactamente lo que está pasando.

El montaje que presenta a los personajes después de una breve explicación de la premisa es igual de redundante. Dura largos minutos y consiste de imágenes y situaciones repetitivas, a las que la edición vuelve sin sumar nada de información o comunicarnos algo sobre los personajes.

Porque para eso está el diálogo, y este primer capítulo de The Umbrella Academy consiste básicamente de una serie de conversaciones entre los personajes, en las que se recriminan cosas, forjan alianzas, intentan extraerse información mutuamente, y de a poco comunican al espectador las razones por las que los hermanos ya no se hablan entre ellos.

Las escenas de la casa tienen un mix de beige y gris que hacen que los 59 minutos se sientan como 500

Lo que no estaría mal si las conversaciones no fueran tan aburridas. Parece una recreación de escenas similares de la excelente “The Haunting of Hill House” pero sin un gramo de la atmósfera ominosa que hizo de aquella una de las mejores series dramáticas de Netflix. El guión del primer capítulo pertenece a Jeremy Slater, autor de la pésima adaptación de “4 Fantásticos’ estrenada en 2015, que aquí demuestra el mismo hábito de escribir conversaciones en las que los personajes expresan todo lo que piensan y sienten, sin ningún tipo de subtexto.

Quizás sea algo necesario, porque es en estas charlas en las que se nota el desnivel actoral de la serie. Ellen Page, por supuesto, es una actriz consagrada, que carga la depresión de Vanya sobre los hombros y hace maravillas con las pocas líneas que le tocan en el capítulo. El momento en que admite que sus hermanos la odian es una exhalación, se puede palpar el dolor que causa a Vanya hacer real esta emoción con palabras.

El resto del elenco, con ciertas excepciones como el veterano de “Black Sails” Tom Hopper, está al nivel de un extra de “Suits” o “NCIS”. El peor sin duda es David Castañeda, que lee todas las líneas de Número 2 con el mismo tono, al igual que Emmy Raver-Lampman, actriz de nulo carisma cuya frialdad contrasta con los poderes de su personaje, “El Rumor”. Robert Sheehan de Misfits hace lo que puede, pero su personaje Klaus está limitado a ser el relevo cómico, y por lo tanto es difícil encontrarle muchos matices.

Klaus, ‘The Séance’, tiene la habilidad de comunicarse con el más allá, aunque no la demuestre mucho en el primer capítulo.

Considerando que es un primer capítulo, es natural que la historia y las actuaciones se sientan rígidas, y necesiten un poco más de tiempo para ablandarse. Lo que es imperdonable es la carencia absoluta de imaginación visual de la serie.

Parece increíble que su productor ejecutivo venga de la inventiva psicodélica de “Legion” y termine con una serie que recuerda más a “Jessica Jones” o “Iron Fist”. Quizás la explicación está en la elección de Peter Hoar como director del primer capítulo, un asalariado de esa televisión de bajo presupuesto y mínimo riesgo, con capítulos de varias series de “Marflix” en su haber, además de las impresentables “Da Vinci’s Demons”, y “The Last Kingdom”.

Y aún así, el universo Marflix tiene consistencia en la dirección de arte y las composiciones, aumentando la tensión con planos cerrados de sus personajes y contando las escenas de acción en tiempo real, con realismo y brutalidad. The Umbrella Academy no sabe lo que quiere ser.

Pogo, el fiel asistente de Reginald Hargreeves, es uno de los pocos aspectos del cómic original que se respetan

Las escenas en la casa parecen de telenovela, contadas en planos medios en los que los personajes casi no se desplazan. Las escenas de acción son mil veces peores. Cortas, con coreografías chatas en las que aún así no se entiende exactamente cómo los personajes están usando sus poderes.

Hay un descuido especial en uso de la música en estas escenas. En el primer capítulo hay al menos cuatro montajes musicalizados con canciones pop, y la edición no parece responder al ritmo ni “conversar” con la música. Una de ellas, un tiroteo en un café, comete el error de hacer una referencia a “Baby Driver”, quizás la película de acción mejor editada de la última década. Mal punto de comparación.

En general la música es un problema en este primer capítulo. Hay una banda sonora constante, molesta, intrusiva, que resalta las emociones de cada uno de los personajes. Como si algún ejecutivo desesperado hubiese visto el primer capítulo y temido que el espectador no llegue despierto hasta los créditos.

Los efectos especiales dejan mucho que desear, algo preocupante en una serie de superhéroes

El nivel técnico del primer capítulo es muy bajo. Esa escena del tiroteo es el único momento de despliegue visual del capítulo, pero cada plano que requiere efectos especiales evidencia la baja inversión. Los efectos de los poderes de los personajes son simples filtros digitales. Hay un personaje animado en 3D que puede pasar en un plano de lo convincente a lo artificial. Otro personaje está manchado de sangre en una escena y hasta su ropa está limpia en la siguiente. En una secuencia ambientada en el espacio se puede ver el recorte de la pantalla verde en la que se grabó al personaje.

Es difícil comunicar el desdén con el que está producido este primer episodio. La falta de compromiso con una visión se nota en los detalles, en la inconsistencia de la recreación de época, en el desinterés en crear un universo desde la ambientación o la paleta de colores. Hasta el propio departamento promocional de Netflix percibió esta carencia – la imagen que encabeza esta página parece pertenecer a otra serie, mucho más estimulante que la que se terminó produciendo.

You had one job, Netflix

Hay un ejemplo que puede parecer quisquilloso, pero revela esa carencia de rigor. La escena en la que el millonario revela a sus niños al mundo es un robo a un banco, que vemos a través de la perspectiva de un reportero de televisión en la escena. Pero el plano del reportero es una cámara tipo Handycam, con el símbolo de REC y la hora en una esquina, como si estuviéramos en “Cloverfield”. Pero esta es una transmisión profesional, que debería tener el logo del canal, una tipografía digna del momento. Son esos detalles los que crean un mundo coherente, y The Umbrella Academy los ignora por completo.

No es tu culpa, Número 5

Mientras veía la serie tenía planeado comparar personajes y situaciones con el cómic original de Gerard Way y Gabriel Bá, pero no tiene sentido ya que la adaptación es irreconocible. Todo lo que en el cómic se narra de forma no líneal, se hace obvio y directo en esta versión. Es triste que Blackman haya descuidado lo visual, porque las composiciones de Gabriel Bá tienen mucho de cinematográfico, y recuerdan tanto a las películas animadas de Tim Burton como a las comedias pop-art de Wes Anderson.

Se extraña en especial el sentido del humor, ya que los brillantes diálogos de Way evitan todo tipo de naturalismo y se vuelven casi autoparódicos, saboreando el exceso tanto como sus letras para My Chemical Romance. 

En la época en la que cada adaptación de cómic era un evento para los fans, quizás se podría haber perdonado la torpeza de Umbrella Academy, pero “Legends of Tomorrow” y la recién estrenada “Doom Patrol” demostraron que se puede mezclar comedia y emoción en una serie de superhéroes sin perder la esencia ni sacrificar la imaginación que nos hace amar este género. No hay excusa para este nuevo traspié de una empresa que parece creer que con una buena premisa, una marca reconocible y un par de actores dignos alcanza para hacer televisión. Ya no.